Florones y libresas

Ah, la selección de libros. ¿Imprescindible, no? Si leyéramos todo lo heredado seguiríamos formando a los pequeños en literatura+moral con los clásicos de los bancos segregados del XIX (y no pocas décadas del XX). Pero cuando uno lee esto: Vetada ‘La Caperucita Roja’ por sexista, vale la pena poner los demonios sobre la mesa. Demonios por lo endemoniada que es la espinosa en cuestión, porque ¿cómo conjugar las distintas libertades? ¿La de forjar el futuro sin cargar con los prejuicios del pasado? ¿La de vivir con la historia, no como si esta no existiera? ¿La de forjar el futuro por los caminos que no son políticamente correctos pero ser, son (como demuestra el que no tengan pocos votantes: la corrección política también está haciendo daño en las urnas)?

Personalmente yo me sitúo así: no me gusta Sant Jordi. ¿La gran fiesta del libro, que tanto se envidia desde fuera, disgusta a un escritor catalán? Sí a mí, por sus excesos, por sus superventas hilarantes, y también porque entronca con una tradición insostenible hoy de dragOnes y princesAs que merece las versiones y reversiones actuales pero que, como pasa a menudo, sencillamente ha muerto porque incluso las inversiones carecen de fuerza narrativa propia. Así que personalmente paseo por los laterales de la fiesta, si queda dinero compro libros y rosas y procuro regalarlos indistintamente, o mejor dicho: distintamente: a cada uno, a cada libresa, a cada draflor, a cada rosíncipe o prinrosa o libruego o llamétalo, lo que puedo y creo que más le vendrá, pero sin partir los derechos: flores y libros para todes. Eso no tiene cuento que yo conozca; la realidad de la calle es otra, a menudo ante todo mercantil, aunque hay puestos y más aún personas con encanto; habrá que ver, y sobre todo hacer el camino propio. Yo no cuento la leyenda de Sant Jordi porque no quiero; y las versiones, tampoco, porque en general me aburren.

¿Qué hacer pues en la biblioteca? No lo sé. Confiarse a lo viejo y a lo nuevo, diría yo; seleccionar sin vetar, a poder ser; mostrar alternativas y confiar en el sentido común, y el sentido moral, de quienes los leerán. ¿Corregir excesos sin caer en los excesos? ¿Esa clase de censura, por bienintencionada que suene, no hará lectores etiquetísicos?

Breve: en marcha la Semana del Álbum

Está en marcha la Semana del Álbum, con toda clase de actividades. Seguidle la pista, ¡y que disfrutéis!

Gina Clotet sobre la narración oral con libros

Es un vídeo muy breve, pero al menos personalmente lo que Gina dice en él me despierta mucha sintonía.

Voces Rescatadas invita a hablar a la cuentera Martha Escudero

Me ha gustado escuchar a Martha explayarse sobre los qués y porqués de narrar cuentos. La añoranza como motor de la palabra creativa y compartida, de ese trazar mundos para ti y contigo que es narrar cuentos. Y muchas sugerencias más…

la autoría triangular

Pienso, invitado (¿cuántas veces pensamos por invitación, sea de alguien para algo, o de las simples palabras que vuelan?), en los triángulos de autoría. Es vuelo por dos lados: leo que un escritor se preguntaba por su propio peso, rodeado de la creatividad de ilustradoras y editoras; ayer vi cómo dos escritor*s hacían hincapié en cómo su trabajo había sido en realidad el fruto de un diálogo –hasta el punto, poco habitual, de poner palabras a una propuesta de imágenes, y no a la inversa–. ¿Cuántos libros son de autorías? (Yo mismo caigo a menudo en el sinónimo de «autor» para decir escritor, y es sencillamente injusto.) En concreto, ¿cuántos libros son de autoría triangular, hijos de la edición, la ilustración y la escritura? Habrá también la pose, como, en el mundo del cine, todo el mundo cuenta lo fantááástico que ha sido trabajar con tal dirección o reparto. Pero también habrá, ¿y se reconoce poco?, esos hijos de esos amores.

María José Ferrada y Felipe Munita, en Abracadabra

TarjetaFelipeyMariaJose-abracadabra-sinportadas

«De la mano» porque Arianna me invitó a hacer de moderador del diálogo, así que ando buscando hilos, más los que vosotros traigáis…

«Nous camins en la poesia per a infants»

Nota: hay tantas inscripciones (¡qué bien!) que será en la biblioteca Manuel Arranz, del Poblenou, no en la Benguerel

9sCamins

El próximo 9 de mayo, el Servei de Documentació de Literatura Infantil y Juvenil de la Biblioteca Xavier Benguerel, de Barcelona, organiza un encuentro con María José Ferrada y Felipe Munita sobre «nuevos caminos en la poesía para niños». Yo tengo la suerte de intervenir en la segunda parte. Este es el formulario de inscripción.

 

El río que se secaba los jueves (y otros cuentos imposibles), de Víctor González

Kalandraka ha reeditado El río que se secaba los jueves, con las mismas ilustraciones de Pablo Amargo. En la nota editorial comunican que con su publicación «se inaugura la colección KALANDRAKA+, que apuesta por rescatar grandes obras de la literatura hispana contemporánea». Una buena noticia, sin duda. El nuevo ISBN es 978-84-8464-354-8.

darabuc.wordpress.com

LOS PATOS DE CHELM

Este cuento no es mío sino de Samuel Tenenbaum, pero es tan bueno que lo pongo aquí igual.

«Los habitantes de Chelm conocen una manera infalible de distinguir un pato de una pata. Le tiran un trozo de pan. Si el pato correo en su busca, es pato; si es la pata la que corre a buscarlo, es pata.»

Este libro de ¿cuentos? (Anaya, 2006) sorprende, provoca, incita y despierta. Está ilustrado con imágenes sugerentes de Pablo Amargo, de tonos oscuros, que juegan mucho con la repetición. Ofrece posibilidades muy distintas, que pueden tanto arrancarte la carcajada como pedirte que dejes el libro para otro momento más despejado; en eso (y algunas otras cosas) me recuerda sobre todo a Gómez de la Serna, alias Ramón. Como buen plato sabroso y cargado de sugerencias, quizá no sea lo mejor para todos los días (o dicho de otro…

Ver la entrada original 46 palabras más

Botánica poética, de Juan Lima

Botánica poética, de Juan Lima, editado por Calibroscopio —me lo recomendó Germán Machado, de El petit tresor— es el mejor libro de poesía para niños que he leído en los últimos años. Pero mejor es una palabra muy vacía, que destaca sin explicar. El mejor también ha sido el Trastario de Pedro Mañas, con ilustraciones de Betania Zacarías, editado por Kalandraka: es el libro que me gustaría escribir cuando sea mayor, por su perfección técnica (métrica y estructural) y diversión verbal (es una bomba lúdica). Botánica poética es el mejor en otros sentidos: el que más me ha movido a querer escribir y más imágenes me ha dejado flotando. Un libro verde que se abre con fotos y pospone los créditos a la última página quizá promete de entrada, pero mi entusiasmo es por haber salido prometido.

*

Una araucaria
un tulipán
cuatro filodendros
medio limón
una semilla de arrayán
un pétalo de rosa mosqueta
millones de microalgas
algunos granos de maní
tres hebras de azafrán
están escondidos
en algún lugar
de este poema

algunos los encuentran
y otros no
como casi todas las cosas
que valen la pena

 

(para el poeta
jugar es casi un juego)

*

Aparte quizá debería ser obligación nuestra cruzar más el charco. La globalización, la red, la multiplicación de posibilidades, sí, pero en la realidad seguimos sabiendo muy poco y leyendo muy poco lo que se escribe allá. Otro pequeño gran puente es LibreRío de la Plata, en Sabadell. Buscadlos en Facebook o Twitter, su web está ahora de reformas.

*

No insistas: el baobab
no cabe en tu terraza
no insistas: la coliflor no vuela
no insistas: hay más flores que islas

y prohibido romper los cocos
y prohibida la palabra kaki

algunos lectores se ponen de pie
(esto es opcional)
y protestan

todos quisiéramos inventar
un paraíso perdido

 

 

(el poeta está ahí
para atender reclamos)

*

Donde menos me ha seducido es en los montajes fotográficos con los que se ilustran los poemas (aunque ¿si el libro se abre con imágenes, no serán los poemas los que las ilustran a ellas?, y también ¿debo separarlos o saber mirarlos en conjunto?). Creo que veo la chispa, y la intención artística de los montajes, pero no me prenden o no las comprendo. No está de más decir, para situar lo anterior, que estoy poco preparado en este campo.

*

Nunca le creas
ni media palabra a la papaya
andá a saber con qué cara
se levanta de la siesta
parece un melón
cambiando de humor a cada rato

es fruta de agua
y la Luna hace lo que quiere
con sus mareas

 

(la papaya tiene cara de poeta
que ya no se afeita)

 

  • Juan Lima (textos, ilustraciones y diseño), Botánica poética. Calibroscopio: Buenos Aires, 2015. ISBN 978-987-1801-90-9.

Palabras para viajar, de Ana Alonso y Ángeles Agrela

Hablar de libros es una convención en la que, vista con algo de sorna, fingimos por un rato que yo sé de qué hablo, y además puedo hacerlo con objetividad. Por lo general el sistema, cuando se practica con prudencia, no solo no rechina, sino que incluso resulta útil: para empezar, se publica más de lo que nadie puede leer. Con Palabras para viajar he tenido una relación no sé si extraña o complicada, que ha hecho saltar las costuras de la convención, y por eso he empezado poniéndola sobre la mesa.

Se trata de un libro de poemas organizado (semántica y estructuralmente) en torno de los dos conceptos del título: el movimiento y la palabra. La quinta sección, por ejemplo, «Palabras para llegar», incluye los poemas «Casa», «Verano», «Amigo» y «Montaña». Predomina el verso libre sin base métrica, con algunos versos extralargos que me hacen pensar en la tradición surrealista («Yo podría respirar agua y ser una estrella blanda y roja en la arena / y no vería nada porque estaría tan oscuro que no distinguiría el día de la noche, / y ni siquiera podría oír», en «Fondo»), aunque algunos son de raíz clásica («Herida», que quizá puede leerse con el «Llegó con tres heridas» hernandiano, es un 5x5a5b11a11b). Predomina la expresión relativamente directa, de imágenes cotidianas y lenguaje corriente, unido a un afán comunicativo claro en torno a los problemas del crecimiento y las relaciones personales con los otros, del buscar el lugar propio en el mundo, típicos (aunque no exclusivos) de la adolescencia («A veces decir adiós cuesta tanto trabajo / como levantar la mano en clase / aunque te sepas la pregunta. // A veces solo quieres que los demás no noten que tú aún sigues ahí. // Hasta que te das cuenta / de que siendo tú mismo / no le haces daño a nadie», en «Adiós».)

En mi lectura la convención salta, y vale la pena explicarlo, por muchas coincidencias a medias. Yo también escribo poesía, pero más para niños que para adolescentes; me ha interesado el verso libre, pero sobre todo el de raíz métrica; me atraen el juego verbal, el lenguaje extraño y la imagen relativamente poco explicada. Lógicamente, mi yo aquí no importa nada: pero lectora (o lector, que también existe), si no te dijera que esto ha sido una relación de amor y odio, con chispazos por igual de descubrimiento y enfado, estaría falseando demasiado. He leído demasiado lejos de la convención de la lectura neutra y la exposición objetiva. Así que de momento aparquemos la ficción del observador no comprometido.

En el peor de los casos —dicho lo anterior, que no se olvide—, los poemas me han sonado tan prosaicos, directos y de voluntad útil que si quitamos el espacio que delimita los versos podrían estar en un libro de la (¿denostada pero imprescindible?) sección de autoayuda. Véase «Adiós» (citado parcialmente arriba) o «Amigo»: «¿Tú tienes un amigo en el que piensas / como en un fuego alegre que te espera lejano / ardiendo muy despacio en una chimenea? // Si aún no lo tienes / busca un amigo así. / Un amigo al que siempre / puedas volver. / Y trátalo muy bien. ¡Quiérelo mucho!». Según aquella vieja definición de la poesía como arte de lo memorable, ¿qué habría de memorable en esta expresión lingüística concreta (no en la idea, sino en las palabras elegidas y dispuestas como poema)?

A lo mejor, claro, aquella vieja definición es sencillamente una definición caducada. La poesía en los tiempos de whatsapp, ¿es el mensaje que podemos copiar en un «estado» para etiquetar a otro, como apelación directa? Con las formas de lectura real de nuestros adolescentes, ¿hasta qué punto tiene sentido complicar el poema en sus estructuras y elecciones léxicas? Con el sentido métrico de nuestra sociedad, el heredado de la música pop y no de Góngora, ¿cómo y hasta dónde hay que pulir el resultado? Si queremos que la poesía no sea el ratito obligado de la clase de literatura sino lo que copiaremos en las puertas del lavabo, ¿de qué nos sirve la tradición?

En el mejor de los casos, pues, los poemas de Alonso me acompañará mucho tiempo precisamente porque rompen mis costuras y me hacen dudar. No es la primera vez que me pasa con los premios de «El príncipe preguntón», de línea a mi juicio irregular, pero más arriesgada que los «Luna de aire» o «Ciudad de Orihuela».

Mención aparte merece la ilustración, que potencia el libro por el lado metafórico. Con imágenes grandes y claras, en su mayoría de personajes femeninos —recordemos de paso que Alonso es Ana, Agrela es Ángeles y hay más lectoras y profesoras que lectoros y profesoros—, y un estilo que yo situaría entre el neorrealismo y la ilustración científica, la ilustración juega a provocar y hacer volar la imaginación con dualidades, casi binomios fantásticos —mujer y árbol (o y nube, y libélula, y agua), caras de sol o de flor, corazones gigantes y otras cosas que llevamos a cuestas—, desde luego enigmáticos.

  • Palabras para viajar. Libro de poemas de Ana Alonso, ilustrado por Ángeles Agrela. Diputación de Granada, 2017. X Premio de poesía para niños «El príncipe preguntón».

A vueltas con el canon y la «biblioteca ideal»

Llovet hace en este artículo un breve repaso a la historia del canon, de las bibliotecas ideales, las listas de títulos que no deberían faltarnos.

… Basten estos ejemplos para comprender que las listas de una “biblioteca ideal” pecan siempre de alguna arbitrariedad y suelen tener un valor epocal, refigurado con el paso de los años gracias al número de ediciones y de lectores que puede llegar a poseer un libro, por la entronización de determinados autores a cargo de la academia o de colectivos fanáticos, o por el reconocimiento tardío de ciertos valores que han pasado siglos en el desván del olvido.

La academia, y con ella los programas de enseñanza de la literatura en escuelas y universidades, serían desde hace tiempo la única garantía de conservación de un criterio estético en relación con el mercado y la difusión de productos literarios. Invisible e ineficaz, cada vez más, la autoridad de esas instancias, lo que corresponde es suponer que cada lector posee hoy su biblioteca de excelencias. …

Entre la crítica blanda, que no se atreve a afirmar nada sobre la calidad comparada, y la que dicta jerarquías sin mayor problema, el mundo de internet, y más en la literatura infantil, tiende a una forma blanduzca de lo blando: elogios por amistad o por interés y una fundamentación nula (menos aún, en aspectos estructurales o retóricos, que son ambos adjetivos claramente alérgenos). Más allá de propuestas bloggyproof que la realidad desmiente, en ese último espacio, la biblioteca de excelencias personal, hacemos justo lo que da miedo reconocer que hacemos: elegir, priorizar, descartar. Por fortuna. Si el autor se pica –yo mismo, cuando me toque–, ajos coma; pero compartámoslo.

Hitler I el Flatulento

Pienso que la poesía infantil popular es una escuela de humor. Porque lo es de surrealismo, que quizá es solo una forma de tomarse a risa el mundo que entre todos vemos más o menos parecido; porque tiene muchas formas carnavalescas, de inversión del mundo, dejar el poder en manos de los niños y los pobres; y por su escatología incontenible, políticos y poder puro incluidos: «Franco, Franco, tenía el culo blanco…». Eso protege. A mí el autobús naranja con su pretencioso «Que no te engañen» me impresiona y me irrita tanto como Media Markt con su paralelo de «Yo no soy tonto» o los «Porque yo lo valgo». Unos quieren vender cosméticos y lavadoras, otros ideas. Que sí, que sí, que tengo un pirulí, tú la cabeza gorda, y te toca a ti.

Esta escuela de humor es de hecho una escuela de libertad. Además, para todos: afortunadamente también para los que no piensan como yo (que es lo que permite mi libertad: que no sea mía, sino libertad). Con realidades como las cámaras de gas ya es más difícil reírse. Pero esta nota de Jacinto Antón sobre Hitler deshace su figura justo por medio de la escatología. Hitler I el Flatulento. Ya, los límites de la risa. Pero.

Aunque es de noche (#HOreel 2)

Un buen amigo comparte, propone:

Y al escucharlo y mirarlo, todo me lleva y me dice: «leer es eso», «escribir tampoco es más que eso». El yo se diluye en la tradición, escribir es regurgitar lo leído con lo vivido, leer es crecer a medida que vamos identificando la malla tupida que constituye nuestra verbalidad, suma de todas las arañas ajenas que fructifican en nuestro hilo móvil y presente. Del «Aunque es de noche» de Rosalía al de Morente. Del Refree jugando un dobles a Silvia Pérez Cruz (con Cohen con Lorca [que también Morente] con la recuperación de las canciones populares). De San Juan de la Cruz cantado al Amancio Prada que sanjuanea tanto como garcíacalva. Gallo rojo, gallo negro, interpretar a lo divino tanto como a lo pagano y a lo político, ¿leer es esta forma de marea?

La República contra el injusto paragüero

Pues, señor, éste es el cuento de todo lo que ocurrió en el cuarto ropero del Presidente de la República de Villasopas del Plato; de aquel Presidente del que todo el mundo sabía que era un hombre bueno, inteligente, generoso, leal y con sombrero de copa y barba y bigote, que ponía todo su afán en crear centros de enseñanza para los obreros, hospitales y asilos para los pobres y, sobre todo, muchos jardines, unos cuadrados, otros redondos y otros en triángulo, para que jugaran los niños al fútbol, al escondite o al peón, o montaran en bicicleta.
Este señor era, más que nada, el Presidente que no quería que hubiera niños pobres ni ricos, sino que decía que todos, absolutamente todos los niños, fueran igualmente felices.
[…]
Pero entre todos aquellos documentos, el muñeco vio otro que le hizo temblar de miedo. Era una carta escrita a máquina, en la que se decía lo siguiente:
«Señor Presidente:
»Con eso de poner muchas escuelas, los obreros han aprendido mucho, y no se les puede engañar cuando compran paraguas. Y como usted tiene la culpa, le voy a matar en cuando tenga ocasión.
»El paragüero desconocido
.
La amenaza era tremenda. El Presidente estaba condenado a muerte por un injusto paragüero.

Es Antoniorrobles, así que no habrá muertos —sí: el muñeco que para la bala, pero lo podrán recomponer— y el injusto paragüero irá a la cárcel, pero lo perdonarán y por fin comprenderá «lo bueno que era el Jefe del Estado de Villasopas del Plato». Política y literatura combinan mal, política y el tono bonachón de Antoniorrobles combinan quizá peor, y hasta mi yo republicano siente que «Cómo salvó al Presidente un muñequito valiente» son tiempos y formas para conocer y recordar, pero no para revivir (pues bastaría con poner un sistema de gobierno que nos provoque urticaria, en vez de simpatía, para leerlo todo de un modo muy distinto). Eso sí, en 1977 la reedición era más que pertinente, y en 2017, muchas heridas siguen sin cerrar. Y por contradecirme yo mismo: si nuestros sueños son hoy la República Independiente de Ikea, quizá estaríamos mejor en el mundo soñado de Villasopas del Plato, que al menos mira hacia la comunidad, y no hacia el individuo y sus espejos.

  • Antonio Robles (antoniorrobles), Cuentos de los juguetes vivos II, La Gaya Ciencia, 1977.

Back to School (Allan Ahlberg)

.
BACK TO SCHOOL

In the last week of the holidays
I was feeling glum.
I could hardly wait for school to start;
Neither could mum.

Now we’ve been back a week,
I could do with a breather.
I can hardly wait for the holidays;
Teacher can’t either.
.

  • Allan Ahlberg, Please Mrs Butler, Puffin, 1984.

Reina de la noche

Son los días de Carnal contra Cuaresma, tocan vestidos, extremos y vestidos extremos. Para los barbados como yo, Tinos Casales, Locomías y reinas de la noche. En este enlace una breve reseña (en catalán) de la obra Opera for Kids; aquí Diana Damrau espectacularmente verde y coronada.

Juegos de dedos (vídeo de De rumbo al cambio)

Cuando llueve —cuando han sido tantos, los días de lluvia— los dedos hormiguean, la voz necesita encosquillarse, la canción pierde la vergüenza y las rimas desbordan la boca. Simplicidad ínfima con momentos de perfección. Ludismo para teñir el presente con la experimentación de lo más sencillo. Tradición, desde luego, mucha tradición, cinco lobitos extraordinariamente añejos, y la vida que les queda. De mayor, escuchar y revivir, mirar y aprender, sentir y desear haber vivido. La magia de teatrar con lo mínimo tiene tanto de cuento como de amor. Cuando me muera dejad tres cenizas en un tronco de encina para poder llevaros el tronco en las yemas.

La risa (Pedro Guerra)

Hay varias versiones en directo, con grabaciones de diversa calidad. Esta, que visualmente no es la mejor de todas, la prefiero por la sonoridad de exterior, tan multiplicada, acorde quizá con el contenido; y también porque esa sonoridad me recuerda sesiones gozosas de oír a narradores orales junto a los muros de algún viejo castillo o iglesia. ¿Pedro Guerra tiene mucho de narrautor?

… Una niña comienza a reír y reír
y otra niña la mira y se ríe
riendo las dos
que son cuatro, son ocho, son veinte
cuarenta, sesenta,
es toda la aldea que ríe y que ríe
como una epidemia
que arrasa los campos,
los días, las guerra,
todo el continente
de risa y de gente
que ríe y no puede
parar de reír …

Humildad y transparencia

Abro 2017 con… cierto grado de ficción, porque esta nota está escrita antes, y programada para publicarse hoy, este nuevo día 1. Hoy se funde con ayer, como debería ser, por otro lado: en mis voces hay poco de original y mucho de lo que he leído. Si la combinación resulta original, como a veces me han dicho, ¿qué tiene que ver conmigo, qué con el azar?

En mi hoy de la escritura, acabar el año es buena época para recapitular y encender el año nuevo compartiendo dos pizcas en este hoy de la lectura. Una es sobre la humildad. ¿Un blog es una atalaya? ¿Una tarima? En todo caso, una posición elevada que habla sobre otros. ¿Con qué rigor? ¿Con qué autoridad? ¿Con qué capacidad?

El estilo de un ilustrador, a menudo, es reconocible. Lo impone el mercado, más que la lógica. El mercado pictórico nos hace daño, creo. Decimos «un picasso», y así se lo comercializó, pero antes de ser marca, Picasso fue un inquieto en evolución. En un blog como este, que habla más de ilustrados que de novela, es un problema, pero: ¿cuánto resistiríamos una cata a ciegas? ¿Cuán sólidos son nuestros criterios, cuándo dependemos de la opinión ajena y de la obra previa? Esta nota de Capel es sugerente. El laberinto de la lectura, de la mirada…

Dos: la transparencia. Sea atalaya, sea tarima, sea mirada, ¿cuánto debe compartir un espacio sobre su constitución y funcionamiento, con la honradez de, por ejemplo, eldiario.es? Este blog es monopersonal (eso es simple y no hay misterio) y recibe libros. A veces habla de los libros que recibe, con frecuencia, no. Para hablar de ellos no importa que me los manden o no, sino que encuentre qué decir sobre ellos y el tiempo para plasmarlo. Mi propia gestión al respecto entró en crisis y ha sido uno de los motivos de silencio. En ocasiones me pregunto si debería enumerar los libros recibidos. En general entiendo que sí, que sería más correcto, pero no lo hago porque el blog no pide ni genera dinero (para mí). No hay cuenta asociada en los gigantes, La Casa del Libro, Amazon, no hay suscripción, si veis anuncios y generan dinero son para WordPress (un alojamiento estable y una plataforma cómoda, de paso). Así que el escaso tiempo personal liberable prefiero reservarlo para las notas con contenido. Espero que os parezca aceptable, al menos comprensible.

365 abrazos, amigas, lectores.

Concierto «Mare Nostrum» de Jordi Savall y Hesperion XXI

En el Venetian Centre for Baroque Music, que por fortuna lo comparte, con un buen concepto de la res publica cultural, quizá. Para escuchar con calma y que vayan aposentándose todas las cosas buenas de 2016.

Bla Bla Bla

 

Volviendo sobre el síndrome de Down y la dificultad de gestionar las intenciones en el proceso creativo, me ha gustado Bla Bla Bla, un corto dirigido por Alexis Morante en colaboración con la asociación Apadis.

(A través de este artículo.)

So wie du bist partía del tópico de que los niños con síndrome de Down son superdotados emocionales, mientras que muchos adultos «normales» somos discapacitados desde el punto de vista emocional. Como la mayoría de tópicos, se parte de una base real y, en la medida en que la obra introduzca matices (en So wie du bist no vi muchos) no es mala base para esa clase de calidad  artística que denominamos «profundidad». La diversidad funcional no es solo un eufemismo. Mi yo niño mismo, por ejemplo, destacaba en aplicación y comportamiento, quedaba muy atrás en capacidad visual y en parte en socialización. La playa sin gafas era experimentar en primera persona lo que supone no llegar a la borderline en algún campo.

Bla Bla Bla se construye sobre dos tópicos parecidos: la bondad inherente al síndrome de Down y la dificultad de planear y hacer realidad proyectos complejos. También juega con la dificultad de los «normales» para tratar normalmente la discapacidad en los contextos en los que no la esperamos (¿dónde queda nuestra capacidad de adaptación, por cierto?). Al ser una obra tan breve no necesita matices, al contrario, puede explotar plenamente, como un buen chiste gráfico, elementos que se dan por sentado: desde las nuevas formas de compartir coche hasta la sensación de incomodidad e inseguridad de los «normales» antes los «sub… ay ahora no sé cómo te tengo que llamar».

Reconocerse, construirse (#HOreel 1)

A O y a mí nos gusta reconocernos en Tipos duros (También tienen sentimientos) (Keith Negley, ed. Impedimenta). Es uno de los nocturnos habituales, una o varias veces por semana. En parte porque una de las tareas necesarias de un padre separado, creo, es transmitir seguridad pero a la vez sin bloquear la expresión de nervios, inquietudes, angustias. El abrazo con margen, quizá; el abrazo que no aprieta. Tipos duros nos gusta en general: O y yo somos hombre y niño típico, si quieren, con nuestros sueños de ninja y astronauta, motorista y superhéroe. Además nos gusta en particular porque nos deja lugar a la tristeza, y en la vida también la hay, y en una separación puede haberla, o abundar incluso, por todas las partes.

9788416542277

En realidad, donde digo reconocernos, digo construirnos. Por eso preciso que nos gusta reconocernos. Aquí nuestro leer reconociéndonos no es pasivo, sino activo. No siempre estamos donde quisiéramos: no siempre sabemos volar, no siempre encontramos la puerta buena del espejo. La encontramos a menudo y volamos más que bien, desde luego, pero eso no es ni siempre ni todo ni Dios, como querríamos, porque también somos humanos en el afán, en la sed, en ir siempre una curva más allá, hasta que caigamos rendidos.

#HOreel

Síndrome de Down, amor, sexo e intenciones

Me ha gustado, no sin matices, So wie du bist (aquí, con subtítulos en alemán, pero con caducidad; aquí, sin subtítulos), valdría decir (Te quiero) tal como eres.

darabuc-so-wie-du-bist

Fotograma de So wie du bist (2012; entrada en wikipedia.de)

Una de las razones de este blog fue explorar mis límites, los límites de mi curiosidad, por eso quizá hay tantos poemas en más idiomas que el español de mi madre. Quizá una de las razones de haber parado este blog, aparte de dificultades personales, sea que salí de ese camino y los pasos no me transmitían la vibración de la tierra. A veces, por falta de tiempo, sobre todo de tiempo de calidad; otras, por no hablar mal de amigos, o de proyectos que no me parecían redondos, pero sí bien intencionados; otras, por haber hablado bien de estos sin terminar de sentirrlo. Pido disculpas como debe ser: saludando con una película alemana (subtitulada en alemán, al menos unos días, que no en vano es Navidad). O sea riéndome y con esa curiosidad.

Tal como eres también es bien intencionada, y ese quizá sea su mayor defecto, porque le hace dibujar personajes adorables, tan adorables que el maniqueísmo tira para atrás. Pero a veces esto cae bien, a mí me ha caído bien, es de esas películas que pueden hacer sonreír, buenas para un domingo por la tarde. Películas de suizo* cohecho y cotomado con tus hijos. (*chocolate con nata) Los temas son importantes: una mirada próxima a las personas que viven con síndrome de Down, a las relaciones entre ellas, a nuestras dudas y temores al respecto, a la relación de las leyes y las autoridades con las personas.

Las intenciones, ay. Buenas, pueden lastrarlo todo. Ideológicas, también. Políticas, no digamos. Pero hacen falta, porque estamos vivos y somos sociales, y peor es el solipsismo (del yo por mí mismo o del arte por el arte, me da igual). Más que las intenciones, quizá: el mensaje, ay. Difícil de gestionar (se le puede atragantar al lector/espectador), pero imprescindible (mil veces mejor que un material predigerido e inmediatamente olvidable). Desde el punto de vista creativo, en lo que yo puedo juzgar por mi propia vivencia de crear, hay que fiarse del sentido inconsciente, del impulso no dibujado del todo. La voluntad expresa se traduce mal en arte (la traduzco yo, al menos). El deseo de expresar una voluntad aún no perfilada, en cambio, puede ser creativamente feliz.

Feliz diciembre, feliz Navidad, feliz 2017.

Hartazgo

LA  EDITORIAL, en concepto de adelanto por la compensación por los derechos de autor, entregará en un plazo máximo de dos meses desde la fecha de recepción de la factura 400 euros a cuenta de este concepto siempre que EL AUTOR haya firmado y devuelto dicho contrato.

EL AUTOR firmó y devolvió dicho contrato, y envió la factura en el marco de una serie de correos, todos recibidos, en agosto-septiembre del año pasado. LA EDITORIAL no ha pagado la factura. Ni en noviembre del año pasado, cuando se cumplía el plazo máximo; ni cuando la reclamé; ni a finales de mayo, como LA EDITORIAL se dignó a indicarme tras muchas reclamaciones por diversos medios; ni a finales de junio, como volvió a indicarme tras muchas reclamaciones por medios asimismo diversos… Siempre sin avisar, impago consumado, y ya volverás a reclamar.

¡Qué hartazgo, tú! ¡Nunca más!

El músculo de la atención

Ya he dicho que este blog es un espacio de paso, pero constitutivamente, para mí mismo: ir y venir, de unas páginas a otras, de papel o virtuales, y de vez en cuando pararse aquí a contaros y saber de vosotros. Hoy vengo de Ellen Duthie, de un artículo que ha escrito para la revista Leo y Lalío, de este grupo de Librerías Independientes, en el que habla de leer con los bebés sin renunciar a que sean textos complejos: no necesitan entenderlo todo y se beneficiarán de la calidad. Buscando la revista completa doy con un número anterior donde la columna corresponde a Pep Bruno:

… Por eso, admirados adultos que pensáis que es importante que vuestros vástagos o alumnado venga a escuchar cuentos, os recuerdo que es necesario que seáis vosotros, vosotras, quienes estéis pendientes de vuestras criaturas y veáis que están escuchando con atención y sin cansarse: y es que cada edad tiene un tiempo de escucha, tiempo que varía notablemente si han ejercitado o no con empeño el músculo de la atención.

Por un lado, la responsabilidad: no se trata de aparcar al niño en «el cuentacuentos», como ocurre a veces, para empezar por respeto al propio niño y a sus tiempos. Por otro lado, recordar que esos tiempos son maleables, podemos influir en ellos, en realidad dependen de nosotros y de cómo organicemos la vida de los pequeños. Aquí el texto completo.

Imagen

Taller con ‘Rompecabezas’ en Casa Anita

12994556_1776859972542002_6553014223357221858_n

(Fuente: Kalandraka Catalunya)

Enlaces vivos

Mi concepción de este espacio es ante todo como espacio de paso. Ven, párate, rompe a volar de nuevo hacia otro lugar en el que te apetezca pararte. Seleccionar enlaces, más que coleccionarlos, ha sido tanto o más que seleccionar los libros que me daban de hablar. La columna derecha, de comentarios y fuentes de noticias de otros blogs, no ha sido menos importante para mí que la central de mis propias notas.

Mantener los enlaces, sin embargo, es un problema, y si van pasando los meses con poco tiempo disponible, los enlaces se mueren, sea porque reviven en otro lugar o simplemente completan su fase. Esa sección tiene ahora tantas cicatrices como flores y me disgusta que sea así, veré qué hago. Mantener los comentarios no es problema, aunque pasada la moda de los blogs, encuentro que hay pocos. En Facebook los debates son más vivos, pero se entierran en una temporalidad implacable, que prima lo de hoy sin atender a lo que importa (o confunde esto con aquello), así que lo disfruto, pero no me basta como sustituto del blog.

Para los enlaces vivos que incorpore, quizá retome otra que fue costumbre: destacarlos en una nota expresa. Empiezo por un blog que me ha entusiasmado, primero por su tema, que es el central de mi pasión literaria, la poesía infantil. Segundo porque los libros se comentan con detalle, sin rehuír la terminología literaria y retórica (que espanta al lector medio pero tiene su utilidad técnica), abordando los aspectos constructivos del libro como totalidad, y más importante aún: sin rehuír las dudas. El blog me gustó al encontrarlo pero me entusiasmó al ver cómo recogía problemas o distancias que yo he encontrado con algún libro (distancias que reconozco que yo no he acertado a expresar: o me he callado o he publicado una nota breve, poco entusiasta pero sin acento crítico).

Muy, pero que muy recomendable, como primero de la sección de enlaces vivos: Dulce pepinillo.

«Menuda fauna», de Juan Carlos Martín Ramos, Lurdes López y Susana Rosique

«Rolf & Flor en el círculo polar», en Los conciertos de Radio 3

He admirado

Tener un blog tanto tiempo me ha servido para admirar a gusto. Aprender de otros, que te estiran a probar, o simplemente a leerlos con cariño, sabedor de que por mucho que estire no será mi terreno. A veces surgen diálogos sobre esa atracción misma, en especial si es mutua. Una de las madres a las que he admirado por su blog de educación en casa me decía, si no recuerdo mal, que le gustaban en particular las notas que recogían poemas populares con una ilustración buscada.

La voz actual del blog, supongo, es un austeri(sui)cidio. No es que no busque imágenes que vayan bien a poemas rescatados, es que hablo de álbumes sin dar más que palabras, hablo de ilustración sin mostrarla.

Otra voz que por suerte aún admiro, pues no solo no ha dejado de escribir sino que ha abierto un blog personal firme y estable, quería este blog por su regularidad. Aparente, desde luego: yo escribía irregularmente y programaba una aparición regular. En estos días publico cuando escribo, sin apariencias.

Es así porque por un lado prefiero que el blog muestre a su persona detrás, con sus vaivenes, su existencia. La crítica y la reflexión vienen siempre de una persona, de vez en cuando conviene dejarlo claro, para empezar ante uno mismo. Aparte, estoy descontento con un par de años en los que publiqué mucha imagen y poca reflexión, y desequilibrando las notas confío en reequilibrar el rumbo del barco. Además, a Austeri se la puede querer. Al menos, los que hemos querido a las 3 brujas de Solotareff. Esqueli, Escoli, Escori, Austeri.

Leo para

Me gusta cuando un libro, de paso que nos leemos, me devuelve imágenes de lo que hago, me provoca y obliga a constatar los límites de lo que sé. Con El vuelo de la familia Knitter, de Guia Risari y Anna Castagnoli (A buen paso), constato hasta qué punto leo para.

Leo para, es decir, con finalidades: aprender, desaprenderme, compartir luego para intentar averiguar si las sensaciones son similares en otros lectores. Pero sobre todo leo para en otro sentido más personal: leo para mis hijos. Para leerles luego, para leer con ellos, coleer con ellos.

Así, a veces creo que un libro me distancia, no me atrapa, y sin embargo quizá es solo que preveo que no me funcionará bien en esa colectura. Últimamente me atrevo poco a afirmar lo grande, a hablar de calidad, a recomendar siquiera. En fin, atreverse… Es menos peliculero: me apetece poco; no es tanto valentía o no como sintonía o no. Y en cambio me interesa mucho observar la realidad de la lectura, con sus subjetividades y rasgos puramente personales, en sus circunstancias. Ese para tan concreto.

Es curioso, porque también da juego, un juego propio. Sin apenas darme cuenta empiezo descartando El vuelo por unas páginas iniciales de mucho texto, vale decir aquí: más texto del que en la práctica real me funciona. Y entonces El vuelo se calla y deja hablar a las imágenes durante tres páginas dobles sin texto, pero perfectamente expresivas. ¿Sé más flexible, me dicen? Creo que no. Me dicen, y esto me gusta: hay tardes de mucha palabra y vuelo corto, días sin palabras de solo volar. Desde el propio interior de la historia me sonríen y me dan la mano.

El libro nos funciona y llega para quedarse, y quiero que el tiempo nos dé para concebir nuestras propias islas-paraíso, más en estos tiempos de suelo tambaleante. Quizá hasta aquí no he dicho nada de El vuelo. Me importa poco. En nuestro leo-para ha llegado para quedarse, y eso sí me importa mucho y me vale la pena compartirlo.

Soñé

Soñé que era un banco de una plaza, en el que dejar y recoger anónimamente. Soñé que, más o menos así me llegaba, de la mano amable del autor, una propuesta de una editorial que muchos admiramos públicamente. El libro recoge sueños de niños, en su letra y con sus dibujos, sin más edición que la selección entre la multitud de materiales recopilados y la transcripción al pie para letras difíciles o accesos de pereza. Se abre Oaxaca por donde se abra, en esta ocasión por el número 93 y nos cuenta Daira, de 9 años:

Un día soñé una pesadilla.
En la escuela estaban jugando mis compañeros en la cancha y de pronto salió una bruja que nos quería quitar un poco de sangre a todos los niños. Luego de un rato se durmió de tanto buscarnos. Luego, todos hicimos una máquina que hacía portales. Entonces creamos un portal que la llevó a Júpiter, y por la falta de oxígeno la bruja murió.

Soñé que dejaba ese libro en la mesa de casa, con otras propuestas, para mis hijos y para quien pase. Como cuando armas una mesa de cuentos ante una aula, hay libros que necesitan que los presentes y otros de quien todo el mundo quiere ser amigo, porque brillan.

No soñé –como todo lo de antes, esto pasó– que la mayor de casa, ahora de 11 años, lo cogió media hora larga, sueño a sueño. Por su formación muy pronto le interesó casi más el dibujo que la narración; y como en ese campo le han exigido mucho, se admiraba del bajo nivel de ilustración algunos de su edad (su franqueza y dureza puede ser muy dura y muy franca), pero no lo soltaba. Había comunicación entre ellos y ella.

No lo soñé, esto también pasó, que una maestra muy ilusionada con el proyecto del año que viene se pidió el libro con tiempo, porque vamos a hacer uno, haremos nuestro propio libro de sueños. Y yo ya ansío que el curso que viene llegue y pase y el plan se pueda tocar en letra, dibujo y papel.

Lo voy a seguir dejando en la mesa y que sigan pasando cosas al impulso de los sueños.

  • Cosas que han pasado al hilo de Oaxaca, Media Vaca (colección Mi hermosa ciudad), 2015, un «libro de sueños» en el que «hay 99 sueños escritos y dibujados por niñas y niños oaxaqueños en los hogares, escuelas y bibliotecas de Oaxaca de Juárez, México, recolectados por Roger Omar». ISBN 978-84-943625-5-2.

Cuarteto concertante para artefactos sanitarios

«Compuesto para los siguientes instrumentos: calefón, lirodoro, desafinaducha y nomeolbídet». Me lo recuerda esta nota de Alberto Mut, cuya frase «Cualquiera puede hacer un chiste de cacas» resume no pocas propuestas de LIJ y, sobre todo, propuestas más o menos escénicas en las que en teoría se aspiraba a acercar a los niños a la lectura (pero concluyen, después de no poco ruido y agitación invertidos, sin que ningún chaval coja un cuento, aunque se hayan hecho en una biblioteca).

Sería injusto compararlo, qué sé yo, con la escena de los aseos del primer Austin Powers (un proyecto de infinito menos presupuesto), que no es que tenga gracia (ahora sin ironía: ¡ese tejano implorando el «courtesy flush»!), pero es un concepto ciertamente distinto de lo memorable.

 

Vamos a contar mentiras, mentides, lies, Lügen…

Para un filopolíglota como yo, esta narración de Susana Tornero e Ignasi Potrony es una auténtica delicia. «Variacions Knoist», del canal ProjectGrimm2012. Vale además para resumir en pocos minutos el viaje del cuento popular (aquí, en forma de poema con posibilidad de improvisar) a través de los años y las culturas.

De bruces con la «calidad»

… Dicho de otro modo, nos da de bruces con la idea misma de la “calidad”, lo que está bien o mal hecho, quién lo decide y cómo se negocia también desde las instituciones. No se trata de un tema menor, muy al contrario, dado que dicha “calidad” se ha convertido a lo largo de la historia en un lugar para las exclusiones, en especial de las minorías y en particular de las mujeres artistas, borradas argumentando a veces su no excesiva “calidad”. ¿Vale la pena descolgar un caravaggio para colgar un artemisia gentileschi menor? Pero ¿menor cómo? ¿Como la mayor parte de la producción de Renoir? Aunque claro, Artemisia Gentileschi igual no alcanza las grandes cifras de los impresionistas en el mercado. …

Entresacado de «Renoir apesta», de Estrella de Diego. Difícil, no volver una y otra vez sobre el tema de la calidad/»calidad». Lo que no quita hablar de ella: la necesitamos. Solo que, en efecto, como concepto variable y revisable, circunstanciado y firmado en origen (como un «así lo sostengo yo, aquí y ahora»), y fruto de una suma de firmas coincidentes, pero no de otras coincidencias como por ejemplo con valores abstractos, predefinidos y ahistóricos.

Cuentos de encantamiento que con la boca abierta oía yo en mi niñez

Dícese que un emperador propuso un premio para cualquiera que descubriese un nuevo placer. Si lo que intentaba era hallar placeres de un nuevo género, el programa debiera haber propuesto la invención de un nuevo sentido o facultad en el hombre; pero si su Majestad imperial se contentaba con los placeres conocidos con tal que fueran nuevos en su clase, la imaginación de por sí hubiera bastado a satisfacer su apetito mental por mucho tiempo, con tal que desterrase de sus estados a cierta especie de críticos.

El método que yo hubiera propuesto para esta «purificación» sería que a cada cual de sus Señorías críticas que se presentasen a pedir el permiso de quedarse en el reino, se le contase un cuento de encantamiento tal como los que con la boca abierta me acuerdo que yo leía en mi niñez; o que se le pusiesen en las manos los cuentos árabes llamados «Mil y una noches», que igualmente me acuerdo que, cuando muchacho, leí a razón de tomo por día; y si el dicho crítico bostezaba, o daba señal de impaciencia, por ningún título se le permitiese permanecer en el reino más de veinticuatro horas.

Así José María Blanco White, hacia 1825. No sé qué pasaría hoy por nuestras tierras si un emperador sometiera a nuestros gobernantes a atender un «cuento de encantamiento» sin bostezar ni dar señal de impaciencia. ¿Imaginan a Rajoy o Mas en la tesitura, o vendría Albiol a decir que «se ha acabado la broma» y los respectivos de Interior, Puig como Fernández Díaz, a desalojar la plaza? ¿A Rivera o Sánchez, tan gazmoños como tiesos y grandilocuentes? ¿Pasaría Iglesias de la risita de superioridad? Me veo solo a los denostados «antisistema», y da que pensar si no será que tienen razón y el «pro» –el «pronosotros», claro, que es el que importa– no pasa por la revolución… solo que ya sabemos que luego vienen los Napoleones.

Da igual, en cualquier caso, porque lo que seguiría habiendo, en los márgenes no escritos de la historia, en la historia pequeña pero esencial, es padres con hijos (y muchas más madres con hijos) abriéndoles mundo a través de la palabra, de esa boca abierta, cerebro y plenitud del ser en ebullición, con la firme seguridad del «te quiero, es una plataforma para siempre, tú sube y anda, sube y sueña que érase una vez, y será».

  • Cita de Vicente Llorens, El Romanticismo español, Castalia, 1989, p. 37.

De tertulia en Al·lots

No sé cuánto escribiré en la nueva etapa del blog; sí espero escuchar y leer (aún) más que antes. Mensualmente, como un participante más de la tertulia de literatura infantil de la librería Al·lots. Es un espacio feliz en el que ya tuve la suerte de estar y al que ahora vuelvo, espero, para quedarme. Allí no solo escucho, también doy rienda bastante suelta a mis convicciones, porque no conozco manera mejor de ponerlas a prueba.

Sociológicamente somos en nuestra gran mayoría bibliotecarias, más unos pocos perfiles aislados, mitad libristas, mitad meramente lectores y colectores (que no es poco ni hace falta más). Prima el álbum ilustrado, quizá por la facilidad de exponerlo, quizá por la calidad de muchas propuestas, luego la novela, muy por detrás la poesía, la divulgación y solo con suerte el teatro. Nada muy distinto al panorama esperable, por ejemplo el que resultaría de vernos a los blogs a vista de e-pájaro.

En esta primera sesión del segundo grupo (a Paula ya no le cabemos los ahijados y hubo que duplicar grupo por el éxito, y léase utilidad y buen funcionamiento, del primero) se recomendaron con mayor o menor entusiasmo, si no me falla la libreta, El meravellós Peludiu-Renudiu-Xiquitiu, Un día de pesca, Del enebro, Un hijo, la serie de Agus, Un día curioso con el Sr. Oso, El libro sin dibujos, La mujer esqueleto, ¡Genios!, Et menjadé!, Con el ojo de la i, La niña de rojo, Contes infantils contra tot pronòstic y El elefante ha ocupado la catedral. Hoy lo dejo así, como retahíla. Algún día irán saliendo comentarios más detallados y valdrá como decir que, de lo que sé, la mayor parte lo he aprendido de otros.

Mendacidad

En una avenida de mi ciudad se suele instalar un grupo que, con cuerda y un cubo de agua jabonosa, hace unas pompas descomunales. El paseo es despejado y el baile de las pompas al viento es fabuloso. A mis hijos les encanta y les desata la alegría primitiva de los huskies en la nieve. Las persiguen con esa risa particular en la que late aún la alegría pura de los bebés.

Ese grupo dedica a vino buena parte de la calderilla que recoge en el sombrero y abundan las peleas entre ellos. La frase más expresiva al respecto me la dijo mi hija mayor: «Me da miedo cómo dicen ‘gracias'».

¿Qué obra de literatura infantil recoge esta dualidad que mis hijos perciben perfectamente, de observar a la vez belleza y degradación, de sentir a la vez felicidad y miedo? Quizá la haya; lo que yo he leído presenta casi siempre a una especie de mendigo mágico y no alcoholizado, de trato sutil, no abotargado. Pero si no recogemos estos temas que a ellos les llegan tan hondo por los dos lados, por el de la vitalidad y por el del temor, ¿para qué escribimos?

El papel público del humanismo

Sería bueno plantear y analizar el papel público del humanismo, lo cual, entre otras cosas, llevaría a replantearse de forma crítica el significado social del conocimiento en una época en la que toda idea se instrumentaliza en beneficio corporativista, o, muchísimo peor, se demoniza o se incrimina mediáticamente porque pertenecen al otro bando, a los otros, a los que van en otra dirección (cuando lo normal es que nadie vaya a ningún lugar, a no ser que este lugar se llame complejidad).

Víctor Moreno. En La manía de leer, luego no habla de las elecciones que se avecinan cuando escribo esto, aunque por desgracia el tema de la demonización de los otros sea el recurso básico de nuestros políticos (casi de cualquier color). La cita me interesó por eso (aunque espero no caer en la retórica prolectora que tanto ofende a Moreno, confío al menos en que una de las posibilidades de usar la lectura sea aprender a tolerar otras visiones del mundo), pero me resultó irresistible por el paréntesis.

Esa complejidad de la vida quizá sea una de las razones de escribir. Lo es de las mías, a veces buscando el sentido, a veces el consuelo, a veces no sé si el desquite. Esto último, en el sentido del humor, que la convicción de trascendencia (la incapacidad de tomarse a broma) parece mala compañera de viaje en este trayecto no siempre fácil por la complejidad.

  • La manía de leer. Caballo de Troya: Barcelona, 2009, p. 57.

Pasen, la obra es buena

Le doy vueltas a las dos obras de teatro que he podido ver o leer recientemente y más me han gustado: Jan Totlifan, de L’Estaquirot, con diversas técnicas titiriteras, y El elefante ha ocupado la catedral, de Juan Mayorga (editorial Veintisiete Letritas, ilustraciones de Daniel Montero Galán).

Que más me han gustado o, simplemente, que me han parecido mejores. De vez en cuando algún comentarista (por lo general anónimo, no sé por qué razón no puede suscribir sus palabras con nombre y enlace) me atiza que quién me creo que soy para ir diciendo si tal cosa es buena o no.

La respuesta es sencilla: uno más, nada menos. ¿Más calificado? No lo sé ni me importa gran cosa. Leo cuanto puedo, incluidas las voces que no piensan como yo, con las que coincido menos, pero de las que también aprendo. Si me preguntaran qué calificación necesita un crítico, esa no me parece la peor. Y luego sin más al jaleo, jaleo: el jaleo de las voces, evidentemente, la democracia pura y viva de todo el que comparta interés, voluntad y tanta crítica como autocrítica.