Archivo de la categoría: Ed. Castalia

Cuentos de encantamiento que con la boca abierta oía yo en mi niñez

Dícese que un emperador propuso un premio para cualquiera que descubriese un nuevo placer. Si lo que intentaba era hallar placeres de un nuevo género, el programa debiera haber propuesto la invención de un nuevo sentido o facultad en el hombre; pero si su Majestad imperial se contentaba con los placeres conocidos con tal que fueran nuevos en su clase, la imaginación de por sí hubiera bastado a satisfacer su apetito mental por mucho tiempo, con tal que desterrase de sus estados a cierta especie de críticos.

El método que yo hubiera propuesto para esta «purificación» sería que a cada cual de sus Señorías críticas que se presentasen a pedir el permiso de quedarse en el reino, se le contase un cuento de encantamiento tal como los que con la boca abierta me acuerdo que yo leía en mi niñez; o que se le pusiesen en las manos los cuentos árabes llamados «Mil y una noches», que igualmente me acuerdo que, cuando muchacho, leí a razón de tomo por día; y si el dicho crítico bostezaba, o daba señal de impaciencia, por ningún título se le permitiese permanecer en el reino más de veinticuatro horas.

Así José María Blanco White, hacia 1825. No sé qué pasaría hoy por nuestras tierras si un emperador sometiera a nuestros gobernantes a atender un «cuento de encantamiento» sin bostezar ni dar señal de impaciencia. ¿Imaginan a Rajoy o Mas en la tesitura, o vendría Albiol a decir que «se ha acabado la broma» y los respectivos de Interior, Puig como Fernández Díaz, a desalojar la plaza? ¿A Rivera o Sánchez, tan gazmoños como tiesos y grandilocuentes? ¿Pasaría Iglesias de la risita de superioridad? Me veo solo a los denostados «antisistema», y da que pensar si no será que tienen razón y el «pro» –el «pronosotros», claro, que es el que importa– no pasa por la revolución… solo que ya sabemos que luego vienen los Napoleones.

Da igual, en cualquier caso, porque lo que seguiría habiendo, en los márgenes no escritos de la historia, en la historia pequeña pero esencial, es padres con hijos (y muchas más madres con hijos) abriéndoles mundo a través de la palabra, de esa boca abierta, cerebro y plenitud del ser en ebullición, con la firme seguridad del «te quiero, es una plataforma para siempre, tú sube y anda, sube y sueña que érase una vez, y será».

  • Cita de Vicente Llorens, El Romanticismo español, Castalia, 1989, p. 37.
Anuncio publicitario