A O y a mí nos gusta reconocernos en Tipos duros (También tienen sentimientos) (Keith Negley, ed. Impedimenta). Es uno de los nocturnos habituales, una o varias veces por semana. En parte porque una de las tareas necesarias de un padre separado, creo, es transmitir seguridad pero a la vez sin bloquear la expresión de nervios, inquietudes, angustias. El abrazo con margen, quizá; el abrazo que no aprieta. Tipos duros nos gusta en general: O y yo somos hombre y niño típico, si quieren, con nuestros sueños de ninja y astronauta, motorista y superhéroe. Además nos gusta en particular porque nos deja lugar a la tristeza, y en la vida también la hay, y en una separación puede haberla, o abundar incluso, por todas las partes.
En realidad, donde digo reconocernos, digo construirnos. Por eso preciso que nos gusta reconocernos. Aquí nuestro leer reconociéndonos no es pasivo, sino activo. No siempre estamos donde quisiéramos: no siempre sabemos volar, no siempre encontramos la puerta buena del espejo. La encontramos a menudo y volamos más que bien, desde luego, pero eso no es ni siempre ni todo ni Dios, como querríamos, porque también somos humanos en el afán, en la sed, en ir siempre una curva más allá, hasta que caigamos rendidos.
#HOreel