Archivo de la categoría: Géneros y formatos

Breve: en marcha la Semana del Álbum

Está en marcha la Semana del Álbum, con toda clase de actividades. Seguidle la pista, ¡y que disfrutéis!

Gina Clotet sobre la narración oral con libros

Es un vídeo muy breve, pero al menos personalmente lo que Gina dice en él me despierta mucha sintonía.

Voces Rescatadas invita a hablar a la cuentera Martha Escudero

Me ha gustado escuchar a Martha explayarse sobre los qués y porqués de narrar cuentos. La añoranza como motor de la palabra creativa y compartida, de ese trazar mundos para ti y contigo que es narrar cuentos. Y muchas sugerencias más…

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María José Ferrada y Felipe Munita, en Abracadabra

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«De la mano» porque Arianna me invitó a hacer de moderador del diálogo, así que ando buscando hilos, más los que vosotros traigáis…

El río que se secaba los jueves (y otros cuentos imposibles), de Víctor González

Kalandraka ha reeditado El río que se secaba los jueves, con las mismas ilustraciones de Pablo Amargo. En la nota editorial comunican que con su publicación «se inaugura la colección KALANDRAKA+, que apuesta por rescatar grandes obras de la literatura hispana contemporánea». Una buena noticia, sin duda. El nuevo ISBN es 978-84-8464-354-8.

darabuc.wordpress.com

LOS PATOS DE CHELM

Este cuento no es mío sino de Samuel Tenenbaum, pero es tan bueno que lo pongo aquí igual.

«Los habitantes de Chelm conocen una manera infalible de distinguir un pato de una pata. Le tiran un trozo de pan. Si el pato correo en su busca, es pato; si es la pata la que corre a buscarlo, es pata.»

Este libro de ¿cuentos? (Anaya, 2006) sorprende, provoca, incita y despierta. Está ilustrado con imágenes sugerentes de Pablo Amargo, de tonos oscuros, que juegan mucho con la repetición. Ofrece posibilidades muy distintas, que pueden tanto arrancarte la carcajada como pedirte que dejes el libro para otro momento más despejado; en eso (y algunas otras cosas) me recuerda sobre todo a Gómez de la Serna, alias Ramón. Como buen plato sabroso y cargado de sugerencias, quizá no sea lo mejor para todos los días (o dicho de otro…

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Botánica poética, de Juan Lima

Botánica poética, de Juan Lima, editado por Calibroscopio —me lo recomendó Germán Machado, de El petit tresor— es el mejor libro de poesía para niños que he leído en los últimos años. Pero mejor es una palabra muy vacía, que destaca sin explicar. El mejor también ha sido el Trastario de Pedro Mañas, con ilustraciones de Betania Zacarías, editado por Kalandraka: es el libro que me gustaría escribir cuando sea mayor, por su perfección técnica (métrica y estructural) y diversión verbal (es una bomba lúdica). Botánica poética es el mejor en otros sentidos: el que más me ha movido a querer escribir y más imágenes me ha dejado flotando. Un libro verde que se abre con fotos y pospone los créditos a la última página quizá promete de entrada, pero mi entusiasmo es por haber salido prometido.

*

Una araucaria
un tulipán
cuatro filodendros
medio limón
una semilla de arrayán
un pétalo de rosa mosqueta
millones de microalgas
algunos granos de maní
tres hebras de azafrán
están escondidos
en algún lugar
de este poema

algunos los encuentran
y otros no
como casi todas las cosas
que valen la pena

 

(para el poeta
jugar es casi un juego)

*

Aparte quizá debería ser obligación nuestra cruzar más el charco. La globalización, la red, la multiplicación de posibilidades, sí, pero en la realidad seguimos sabiendo muy poco y leyendo muy poco lo que se escribe allá. Otro pequeño gran puente es LibreRío de la Plata, en Sabadell. Buscadlos en Facebook o Twitter, su web está ahora de reformas.

*

No insistas: el baobab
no cabe en tu terraza
no insistas: la coliflor no vuela
no insistas: hay más flores que islas

y prohibido romper los cocos
y prohibida la palabra kaki

algunos lectores se ponen de pie
(esto es opcional)
y protestan

todos quisiéramos inventar
un paraíso perdido

 

 

(el poeta está ahí
para atender reclamos)

*

Donde menos me ha seducido es en los montajes fotográficos con los que se ilustran los poemas (aunque ¿si el libro se abre con imágenes, no serán los poemas los que las ilustran a ellas?, y también ¿debo separarlos o saber mirarlos en conjunto?). Creo que veo la chispa, y la intención artística de los montajes, pero no me prenden o no las comprendo. No está de más decir, para situar lo anterior, que estoy poco preparado en este campo.

*

Nunca le creas
ni media palabra a la papaya
andá a saber con qué cara
se levanta de la siesta
parece un melón
cambiando de humor a cada rato

es fruta de agua
y la Luna hace lo que quiere
con sus mareas

 

(la papaya tiene cara de poeta
que ya no se afeita)

 

  • Juan Lima (textos, ilustraciones y diseño), Botánica poética. Calibroscopio: Buenos Aires, 2015. ISBN 978-987-1801-90-9.

Palabras para viajar, de Ana Alonso y Ángeles Agrela

Hablar de libros es una convención en la que, vista con algo de sorna, fingimos por un rato que yo sé de qué hablo, y además puedo hacerlo con objetividad. Por lo general el sistema, cuando se practica con prudencia, no solo no rechina, sino que incluso resulta útil: para empezar, se publica más de lo que nadie puede leer. Con Palabras para viajar he tenido una relación no sé si extraña o complicada, que ha hecho saltar las costuras de la convención, y por eso he empezado poniéndola sobre la mesa.

Se trata de un libro de poemas organizado (semántica y estructuralmente) en torno de los dos conceptos del título: el movimiento y la palabra. La quinta sección, por ejemplo, «Palabras para llegar», incluye los poemas «Casa», «Verano», «Amigo» y «Montaña». Predomina el verso libre sin base métrica, con algunos versos extralargos que me hacen pensar en la tradición surrealista («Yo podría respirar agua y ser una estrella blanda y roja en la arena / y no vería nada porque estaría tan oscuro que no distinguiría el día de la noche, / y ni siquiera podría oír», en «Fondo»), aunque algunos son de raíz clásica («Herida», que quizá puede leerse con el «Llegó con tres heridas» hernandiano, es un 5x5a5b11a11b). Predomina la expresión relativamente directa, de imágenes cotidianas y lenguaje corriente, unido a un afán comunicativo claro en torno a los problemas del crecimiento y las relaciones personales con los otros, del buscar el lugar propio en el mundo, típicos (aunque no exclusivos) de la adolescencia («A veces decir adiós cuesta tanto trabajo / como levantar la mano en clase / aunque te sepas la pregunta. // A veces solo quieres que los demás no noten que tú aún sigues ahí. // Hasta que te das cuenta / de que siendo tú mismo / no le haces daño a nadie», en «Adiós».)

En mi lectura la convención salta, y vale la pena explicarlo, por muchas coincidencias a medias. Yo también escribo poesía, pero más para niños que para adolescentes; me ha interesado el verso libre, pero sobre todo el de raíz métrica; me atraen el juego verbal, el lenguaje extraño y la imagen relativamente poco explicada. Lógicamente, mi yo aquí no importa nada: pero lectora (o lector, que también existe), si no te dijera que esto ha sido una relación de amor y odio, con chispazos por igual de descubrimiento y enfado, estaría falseando demasiado. He leído demasiado lejos de la convención de la lectura neutra y la exposición objetiva. Así que de momento aparquemos la ficción del observador no comprometido.

En el peor de los casos —dicho lo anterior, que no se olvide—, los poemas me han sonado tan prosaicos, directos y de voluntad útil que si quitamos el espacio que delimita los versos podrían estar en un libro de la (¿denostada pero imprescindible?) sección de autoayuda. Véase «Adiós» (citado parcialmente arriba) o «Amigo»: «¿Tú tienes un amigo en el que piensas / como en un fuego alegre que te espera lejano / ardiendo muy despacio en una chimenea? // Si aún no lo tienes / busca un amigo así. / Un amigo al que siempre / puedas volver. / Y trátalo muy bien. ¡Quiérelo mucho!». Según aquella vieja definición de la poesía como arte de lo memorable, ¿qué habría de memorable en esta expresión lingüística concreta (no en la idea, sino en las palabras elegidas y dispuestas como poema)?

A lo mejor, claro, aquella vieja definición es sencillamente una definición caducada. La poesía en los tiempos de whatsapp, ¿es el mensaje que podemos copiar en un «estado» para etiquetar a otro, como apelación directa? Con las formas de lectura real de nuestros adolescentes, ¿hasta qué punto tiene sentido complicar el poema en sus estructuras y elecciones léxicas? Con el sentido métrico de nuestra sociedad, el heredado de la música pop y no de Góngora, ¿cómo y hasta dónde hay que pulir el resultado? Si queremos que la poesía no sea el ratito obligado de la clase de literatura sino lo que copiaremos en las puertas del lavabo, ¿de qué nos sirve la tradición?

En el mejor de los casos, pues, los poemas de Alonso me acompañará mucho tiempo precisamente porque rompen mis costuras y me hacen dudar. No es la primera vez que me pasa con los premios de «El príncipe preguntón», de línea a mi juicio irregular, pero más arriesgada que los «Luna de aire» o «Ciudad de Orihuela».

Mención aparte merece la ilustración, que potencia el libro por el lado metafórico. Con imágenes grandes y claras, en su mayoría de personajes femeninos —recordemos de paso que Alonso es Ana, Agrela es Ángeles y hay más lectoras y profesoras que lectoros y profesoros—, y un estilo que yo situaría entre el neorrealismo y la ilustración científica, la ilustración juega a provocar y hacer volar la imaginación con dualidades, casi binomios fantásticos —mujer y árbol (o y nube, y libélula, y agua), caras de sol o de flor, corazones gigantes y otras cosas que llevamos a cuestas—, desde luego enigmáticos.

  • Palabras para viajar. Libro de poemas de Ana Alonso, ilustrado por Ángeles Agrela. Diputación de Granada, 2017. X Premio de poesía para niños «El príncipe preguntón».

Aunque es de noche (#HOreel 2)

Un buen amigo comparte, propone:

Y al escucharlo y mirarlo, todo me lleva y me dice: «leer es eso», «escribir tampoco es más que eso». El yo se diluye en la tradición, escribir es regurgitar lo leído con lo vivido, leer es crecer a medida que vamos identificando la malla tupida que constituye nuestra verbalidad, suma de todas las arañas ajenas que fructifican en nuestro hilo móvil y presente. Del «Aunque es de noche» de Rosalía al de Morente. Del Refree jugando un dobles a Silvia Pérez Cruz (con Cohen con Lorca [que también Morente] con la recuperación de las canciones populares). De San Juan de la Cruz cantado al Amancio Prada que sanjuanea tanto como garcíacalva. Gallo rojo, gallo negro, interpretar a lo divino tanto como a lo pagano y a lo político, ¿leer es esta forma de marea?

La República contra el injusto paragüero

Pues, señor, éste es el cuento de todo lo que ocurrió en el cuarto ropero del Presidente de la República de Villasopas del Plato; de aquel Presidente del que todo el mundo sabía que era un hombre bueno, inteligente, generoso, leal y con sombrero de copa y barba y bigote, que ponía todo su afán en crear centros de enseñanza para los obreros, hospitales y asilos para los pobres y, sobre todo, muchos jardines, unos cuadrados, otros redondos y otros en triángulo, para que jugaran los niños al fútbol, al escondite o al peón, o montaran en bicicleta.
Este señor era, más que nada, el Presidente que no quería que hubiera niños pobres ni ricos, sino que decía que todos, absolutamente todos los niños, fueran igualmente felices.
[…]
Pero entre todos aquellos documentos, el muñeco vio otro que le hizo temblar de miedo. Era una carta escrita a máquina, en la que se decía lo siguiente:
«Señor Presidente:
»Con eso de poner muchas escuelas, los obreros han aprendido mucho, y no se les puede engañar cuando compran paraguas. Y como usted tiene la culpa, le voy a matar en cuando tenga ocasión.
»El paragüero desconocido
.
La amenaza era tremenda. El Presidente estaba condenado a muerte por un injusto paragüero.

Es Antoniorrobles, así que no habrá muertos —sí: el muñeco que para la bala, pero lo podrán recomponer— y el injusto paragüero irá a la cárcel, pero lo perdonarán y por fin comprenderá «lo bueno que era el Jefe del Estado de Villasopas del Plato». Política y literatura combinan mal, política y el tono bonachón de Antoniorrobles combinan quizá peor, y hasta mi yo republicano siente que «Cómo salvó al Presidente un muñequito valiente» son tiempos y formas para conocer y recordar, pero no para revivir (pues bastaría con poner un sistema de gobierno que nos provoque urticaria, en vez de simpatía, para leerlo todo de un modo muy distinto). Eso sí, en 1977 la reedición era más que pertinente, y en 2017, muchas heridas siguen sin cerrar. Y por contradecirme yo mismo: si nuestros sueños son hoy la República Independiente de Ikea, quizá estaríamos mejor en el mundo soñado de Villasopas del Plato, que al menos mira hacia la comunidad, y no hacia el individuo y sus espejos.

  • Antonio Robles (antoniorrobles), Cuentos de los juguetes vivos II, La Gaya Ciencia, 1977.

Back to School (Allan Ahlberg)

.
BACK TO SCHOOL

In the last week of the holidays
I was feeling glum.
I could hardly wait for school to start;
Neither could mum.

Now we’ve been back a week,
I could do with a breather.
I can hardly wait for the holidays;
Teacher can’t either.
.

  • Allan Ahlberg, Please Mrs Butler, Puffin, 1984.

Reina de la noche

Son los días de Carnal contra Cuaresma, tocan vestidos, extremos y vestidos extremos. Para los barbados como yo, Tinos Casales, Locomías y reinas de la noche. En este enlace una breve reseña (en catalán) de la obra Opera for Kids; aquí Diana Damrau espectacularmente verde y coronada.

Juegos de dedos (vídeo de De rumbo al cambio)

Cuando llueve —cuando han sido tantos, los días de lluvia— los dedos hormiguean, la voz necesita encosquillarse, la canción pierde la vergüenza y las rimas desbordan la boca. Simplicidad ínfima con momentos de perfección. Ludismo para teñir el presente con la experimentación de lo más sencillo. Tradición, desde luego, mucha tradición, cinco lobitos extraordinariamente añejos, y la vida que les queda. De mayor, escuchar y revivir, mirar y aprender, sentir y desear haber vivido. La magia de teatrar con lo mínimo tiene tanto de cuento como de amor. Cuando me muera dejad tres cenizas en un tronco de encina para poder llevaros el tronco en las yemas.

La risa (Pedro Guerra)

Hay varias versiones en directo, con grabaciones de diversa calidad. Esta, que visualmente no es la mejor de todas, la prefiero por la sonoridad de exterior, tan multiplicada, acorde quizá con el contenido; y también porque esa sonoridad me recuerda sesiones gozosas de oír a narradores orales junto a los muros de algún viejo castillo o iglesia. ¿Pedro Guerra tiene mucho de narrautor?

… Una niña comienza a reír y reír
y otra niña la mira y se ríe
riendo las dos
que son cuatro, son ocho, son veinte
cuarenta, sesenta,
es toda la aldea que ríe y que ríe
como una epidemia
que arrasa los campos,
los días, las guerra,
todo el continente
de risa y de gente
que ríe y no puede
parar de reír …

Concierto «Mare Nostrum» de Jordi Savall y Hesperion XXI

En el Venetian Centre for Baroque Music, que por fortuna lo comparte, con un buen concepto de la res publica cultural, quizá. Para escuchar con calma y que vayan aposentándose todas las cosas buenas de 2016.

Bla Bla Bla

 

Volviendo sobre el síndrome de Down y la dificultad de gestionar las intenciones en el proceso creativo, me ha gustado Bla Bla Bla, un corto dirigido por Alexis Morante en colaboración con la asociación Apadis.

(A través de este artículo.)

So wie du bist partía del tópico de que los niños con síndrome de Down son superdotados emocionales, mientras que muchos adultos «normales» somos discapacitados desde el punto de vista emocional. Como la mayoría de tópicos, se parte de una base real y, en la medida en que la obra introduzca matices (en So wie du bist no vi muchos) no es mala base para esa clase de calidad  artística que denominamos «profundidad». La diversidad funcional no es solo un eufemismo. Mi yo niño mismo, por ejemplo, destacaba en aplicación y comportamiento, quedaba muy atrás en capacidad visual y en parte en socialización. La playa sin gafas era experimentar en primera persona lo que supone no llegar a la borderline en algún campo.

Bla Bla Bla se construye sobre dos tópicos parecidos: la bondad inherente al síndrome de Down y la dificultad de planear y hacer realidad proyectos complejos. También juega con la dificultad de los «normales» para tratar normalmente la discapacidad en los contextos en los que no la esperamos (¿dónde queda nuestra capacidad de adaptación, por cierto?). Al ser una obra tan breve no necesita matices, al contrario, puede explotar plenamente, como un buen chiste gráfico, elementos que se dan por sentado: desde las nuevas formas de compartir coche hasta la sensación de incomodidad e inseguridad de los «normales» antes los «sub… ay ahora no sé cómo te tengo que llamar».

Reconocerse, construirse (#HOreel 1)

A O y a mí nos gusta reconocernos en Tipos duros (También tienen sentimientos) (Keith Negley, ed. Impedimenta). Es uno de los nocturnos habituales, una o varias veces por semana. En parte porque una de las tareas necesarias de un padre separado, creo, es transmitir seguridad pero a la vez sin bloquear la expresión de nervios, inquietudes, angustias. El abrazo con margen, quizá; el abrazo que no aprieta. Tipos duros nos gusta en general: O y yo somos hombre y niño típico, si quieren, con nuestros sueños de ninja y astronauta, motorista y superhéroe. Además nos gusta en particular porque nos deja lugar a la tristeza, y en la vida también la hay, y en una separación puede haberla, o abundar incluso, por todas las partes.

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En realidad, donde digo reconocernos, digo construirnos. Por eso preciso que nos gusta reconocernos. Aquí nuestro leer reconociéndonos no es pasivo, sino activo. No siempre estamos donde quisiéramos: no siempre sabemos volar, no siempre encontramos la puerta buena del espejo. La encontramos a menudo y volamos más que bien, desde luego, pero eso no es ni siempre ni todo ni Dios, como querríamos, porque también somos humanos en el afán, en la sed, en ir siempre una curva más allá, hasta que caigamos rendidos.

#HOreel

Síndrome de Down, amor, sexo e intenciones

Me ha gustado, no sin matices, So wie du bist (aquí, con subtítulos en alemán, pero con caducidad; aquí, sin subtítulos), valdría decir (Te quiero) tal como eres.

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Fotograma de So wie du bist (2012; entrada en wikipedia.de)

Una de las razones de este blog fue explorar mis límites, los límites de mi curiosidad, por eso quizá hay tantos poemas en más idiomas que el español de mi madre. Quizá una de las razones de haber parado este blog, aparte de dificultades personales, sea que salí de ese camino y los pasos no me transmitían la vibración de la tierra. A veces, por falta de tiempo, sobre todo de tiempo de calidad; otras, por no hablar mal de amigos, o de proyectos que no me parecían redondos, pero sí bien intencionados; otras, por haber hablado bien de estos sin terminar de sentirrlo. Pido disculpas como debe ser: saludando con una película alemana (subtitulada en alemán, al menos unos días, que no en vano es Navidad). O sea riéndome y con esa curiosidad.

Tal como eres también es bien intencionada, y ese quizá sea su mayor defecto, porque le hace dibujar personajes adorables, tan adorables que el maniqueísmo tira para atrás. Pero a veces esto cae bien, a mí me ha caído bien, es de esas películas que pueden hacer sonreír, buenas para un domingo por la tarde. Películas de suizo* cohecho y cotomado con tus hijos. (*chocolate con nata) Los temas son importantes: una mirada próxima a las personas que viven con síndrome de Down, a las relaciones entre ellas, a nuestras dudas y temores al respecto, a la relación de las leyes y las autoridades con las personas.

Las intenciones, ay. Buenas, pueden lastrarlo todo. Ideológicas, también. Políticas, no digamos. Pero hacen falta, porque estamos vivos y somos sociales, y peor es el solipsismo (del yo por mí mismo o del arte por el arte, me da igual). Más que las intenciones, quizá: el mensaje, ay. Difícil de gestionar (se le puede atragantar al lector/espectador), pero imprescindible (mil veces mejor que un material predigerido e inmediatamente olvidable). Desde el punto de vista creativo, en lo que yo puedo juzgar por mi propia vivencia de crear, hay que fiarse del sentido inconsciente, del impulso no dibujado del todo. La voluntad expresa se traduce mal en arte (la traduzco yo, al menos). El deseo de expresar una voluntad aún no perfilada, en cambio, puede ser creativamente feliz.

Feliz diciembre, feliz Navidad, feliz 2017.

Enlaces vivos

Mi concepción de este espacio es ante todo como espacio de paso. Ven, párate, rompe a volar de nuevo hacia otro lugar en el que te apetezca pararte. Seleccionar enlaces, más que coleccionarlos, ha sido tanto o más que seleccionar los libros que me daban de hablar. La columna derecha, de comentarios y fuentes de noticias de otros blogs, no ha sido menos importante para mí que la central de mis propias notas.

Mantener los enlaces, sin embargo, es un problema, y si van pasando los meses con poco tiempo disponible, los enlaces se mueren, sea porque reviven en otro lugar o simplemente completan su fase. Esa sección tiene ahora tantas cicatrices como flores y me disgusta que sea así, veré qué hago. Mantener los comentarios no es problema, aunque pasada la moda de los blogs, encuentro que hay pocos. En Facebook los debates son más vivos, pero se entierran en una temporalidad implacable, que prima lo de hoy sin atender a lo que importa (o confunde esto con aquello), así que lo disfruto, pero no me basta como sustituto del blog.

Para los enlaces vivos que incorpore, quizá retome otra que fue costumbre: destacarlos en una nota expresa. Empiezo por un blog que me ha entusiasmado, primero por su tema, que es el central de mi pasión literaria, la poesía infantil. Segundo porque los libros se comentan con detalle, sin rehuír la terminología literaria y retórica (que espanta al lector medio pero tiene su utilidad técnica), abordando los aspectos constructivos del libro como totalidad, y más importante aún: sin rehuír las dudas. El blog me gustó al encontrarlo pero me entusiasmó al ver cómo recogía problemas o distancias que yo he encontrado con algún libro (distancias que reconozco que yo no he acertado a expresar: o me he callado o he publicado una nota breve, poco entusiasta pero sin acento crítico).

Muy, pero que muy recomendable, como primero de la sección de enlaces vivos: Dulce pepinillo.

«Rolf & Flor en el círculo polar», en Los conciertos de Radio 3

Soñé

Soñé que era un banco de una plaza, en el que dejar y recoger anónimamente. Soñé que, más o menos así me llegaba, de la mano amable del autor, una propuesta de una editorial que muchos admiramos públicamente. El libro recoge sueños de niños, en su letra y con sus dibujos, sin más edición que la selección entre la multitud de materiales recopilados y la transcripción al pie para letras difíciles o accesos de pereza. Se abre Oaxaca por donde se abra, en esta ocasión por el número 93 y nos cuenta Daira, de 9 años:

Un día soñé una pesadilla.
En la escuela estaban jugando mis compañeros en la cancha y de pronto salió una bruja que nos quería quitar un poco de sangre a todos los niños. Luego de un rato se durmió de tanto buscarnos. Luego, todos hicimos una máquina que hacía portales. Entonces creamos un portal que la llevó a Júpiter, y por la falta de oxígeno la bruja murió.

Soñé que dejaba ese libro en la mesa de casa, con otras propuestas, para mis hijos y para quien pase. Como cuando armas una mesa de cuentos ante una aula, hay libros que necesitan que los presentes y otros de quien todo el mundo quiere ser amigo, porque brillan.

No soñé –como todo lo de antes, esto pasó– que la mayor de casa, ahora de 11 años, lo cogió media hora larga, sueño a sueño. Por su formación muy pronto le interesó casi más el dibujo que la narración; y como en ese campo le han exigido mucho, se admiraba del bajo nivel de ilustración algunos de su edad (su franqueza y dureza puede ser muy dura y muy franca), pero no lo soltaba. Había comunicación entre ellos y ella.

No lo soñé, esto también pasó, que una maestra muy ilusionada con el proyecto del año que viene se pidió el libro con tiempo, porque vamos a hacer uno, haremos nuestro propio libro de sueños. Y yo ya ansío que el curso que viene llegue y pase y el plan se pueda tocar en letra, dibujo y papel.

Lo voy a seguir dejando en la mesa y que sigan pasando cosas al impulso de los sueños.

  • Cosas que han pasado al hilo de Oaxaca, Media Vaca (colección Mi hermosa ciudad), 2015, un «libro de sueños» en el que «hay 99 sueños escritos y dibujados por niñas y niños oaxaqueños en los hogares, escuelas y bibliotecas de Oaxaca de Juárez, México, recolectados por Roger Omar». ISBN 978-84-943625-5-2.

Cuarteto concertante para artefactos sanitarios

«Compuesto para los siguientes instrumentos: calefón, lirodoro, desafinaducha y nomeolbídet». Me lo recuerda esta nota de Alberto Mut, cuya frase «Cualquiera puede hacer un chiste de cacas» resume no pocas propuestas de LIJ y, sobre todo, propuestas más o menos escénicas en las que en teoría se aspiraba a acercar a los niños a la lectura (pero concluyen, después de no poco ruido y agitación invertidos, sin que ningún chaval coja un cuento, aunque se hayan hecho en una biblioteca).

Sería injusto compararlo, qué sé yo, con la escena de los aseos del primer Austin Powers (un proyecto de infinito menos presupuesto), que no es que tenga gracia (ahora sin ironía: ¡ese tejano implorando el «courtesy flush»!), pero es un concepto ciertamente distinto de lo memorable.

 

Vamos a contar mentiras, mentides, lies, Lügen…

Para un filopolíglota como yo, esta narración de Susana Tornero e Ignasi Potrony es una auténtica delicia. «Variacions Knoist», del canal ProjectGrimm2012. Vale además para resumir en pocos minutos el viaje del cuento popular (aquí, en forma de poema con posibilidad de improvisar) a través de los años y las culturas.

Pasen, la obra es buena

Le doy vueltas a las dos obras de teatro que he podido ver o leer recientemente y más me han gustado: Jan Totlifan, de L’Estaquirot, con diversas técnicas titiriteras, y El elefante ha ocupado la catedral, de Juan Mayorga (editorial Veintisiete Letritas, ilustraciones de Daniel Montero Galán).

Que más me han gustado o, simplemente, que me han parecido mejores. De vez en cuando algún comentarista (por lo general anónimo, no sé por qué razón no puede suscribir sus palabras con nombre y enlace) me atiza que quién me creo que soy para ir diciendo si tal cosa es buena o no.

La respuesta es sencilla: uno más, nada menos. ¿Más calificado? No lo sé ni me importa gran cosa. Leo cuanto puedo, incluidas las voces que no piensan como yo, con las que coincido menos, pero de las que también aprendo. Si me preguntaran qué calificación necesita un crítico, esa no me parece la peor. Y luego sin más al jaleo, jaleo: el jaleo de las voces, evidentemente, la democracia pura y viva de todo el que comparta interés, voluntad y tanta crítica como autocrítica.

Fin de partida

Y a los siete años, Darabuc el curioso se puso en camino otra vez. Es difícil resistirse al siete. Este blog los cumple ahora, los siete, agostosamente y con agostidad. Yo emprendo nuevos caminos. No quiero repetirme, hay poco tiempo, nuevos estímulos emocionales. Y lo bueno, si breve. Ya he dicho lo que entendía: que hay más poesía de la que solemos ver. Que debemos exigir altura literaria a la literatura infantil, y no solo comodidad y facilidad de consumo. Que hay ilustraciones que tiran de espaldas. Álbumes sin palabras que hablan por los codos.

Me despido con Beckett. Me encanta su forma de abordar la humanidad, trágica, pero también cómica. «Te olvidas de que no me puedo sentar». Recuerdo la carcajada al ver decir esto frente a Alfredo Alcón en el papel de Hamm. Y luego pensar: «¿Cómo me puedo reír, si todo es trágico?». Y comprender que hay literatura que amplía mundos, que le cabe más que lo cotidiano. De paso me despido con teatro, el «género olvidado» del que no solemos decir más que eso, lo olvidado que está.

Mi última pequeña maldad: solo he encontrado el texto francés. Pero en bibliotecas lo encontraréis. Hasta luego, majos.

HAMM: […] Prophétique et avec volupté. Un jour tu seras aveugle. Comme moi. Tu seras assis quelque part, petit plein perdu dans le vide, pour toujours, dans le noir. Comme moi. Un temps. Un jour tu te diras, Je suis fatigué, je vais m’asseoir, et tu iras t’asseoir. Puis tu te diras, J’ai faim, je vais me lever et me faire à manger. Mais tu ne te lèveras pas. Tu te diras, J’ai eu tort de m’asseoir, mais puisque je me suis assis je vais rester assis encore un peu, puis je me lèverai et je me ferai à manger. Mais tu ne te lèveras pas et tu ne te feras pas à manger. Un temps. Tu regarderas le mur un peu, puis tu te diras, Je vais fermer les yeux, peut-être dormir un peu, après ça ira mieux, et tu les fermeras. Et quand tu les rouvriras il n’y aura plus de mur. Un temps. L’infini du vide sera autour de toi, tous les morts de tous les temps ressuscités ne le combleraient pas, tu y seras comme un petit gravier au milieu de la steppe. Un temps. Oui, un jour tu sauras ce que c’est, tu seras comme moi, sauf que tu n’auras personne, parce que tu n’auras eu pitié de personne et qu’il n’y aura plus personne de qui avoir pitié.

Un temps.
CLOV: Ce n’est pas dit. Un temps. Et puis tu oublies une chose.
HAMM: Ah.
CLOV: Je ne peux pas m’asseoir.

  • Citado según la edición de Samuel Beckett, Fin de partie · Endspiel, Suhrkamp, 1964 (reed. 1989).
  • Gracias a todos los amigos, lectoras, lectores, comentaristas conocidos o anónimos, y hasta los divertidos exigidores de soluciones urgentes de sus deberes. Y en particular, también, a aquellos editores que me han enviado sus obras a pesar de que solo raramente hablaba de ellas. Ha sido una bonita sensación de libertad. Un abrazo y a más ver por los mundos de la escritura y la lectura.

Carbonerillo condujo a Caballito Loco…

Dos páginas casi al azar de una vieja edición de Lumen, que, muy acertadamente, se llamó «Grandes autores para niños». Ana María Matute lo era:

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  • Ana María Matute, Caballito Loco. Carnavalito. Lumen, 1962. Ilustraciones de Marcel.

Álbumes subordinados a la oralidad

Habla Ana Garralón, con la capacidad crítica que es habitual en ella, de algunas ideas equivocadas sobre lo que es escribir para niños. Y le responde en parte Pep Bruno, que tampoco es manco, en concreto sobre los narradores que escriben. Además de aconsejar la lectura de esas notas, a Ana le llevaré la contraria en un punto: aparte de las confusiones entre oralidad y escritura, que en efecto tienen ritmos distintos, creo que hay un género de álbumes que nacen claramente subordinados a su uso para la explicación oral. Y que está bien que sea así. Contar con un álbum útil, con los libros en la mano, es una buena idea. Que el texto sea suficientemente simple y que la ilustración sea más una compañía que una revelación estética no son defectos, sino las condiciones para que esto funcione. Por eso hay editores que lo trabajan así y maestras que lo buscan así. Es un buen uso colectivo del libro.

Un género parecido serían los cuentos de buenas noches. Esperamos un texto asequible, repetitivo, cálido, sin una ilustración rupturista. Está bien que sea así, dentro de este género específico. No significa: «reduce todo cuento a esto, noche tras noche», sino más bien: «qué bien nos va esta forma literaria en este contexto concreto».

Luego queda pensar sobre el peso de la ilustración. Claro, idealmente tiene tanto valor como el texto, dialoga con este para armar una propuesta conjunta de mayor valor que la suma de las partes. Pero hay géneros donde esto no ocurre casi nunca, como en la poesía infantil… y tampoco se hunde nada. Hay géneros que no aspiran al todo y no por eso son imperfectos.

La gente arrojó al fuego la corona del rey

Hoy, una nota más personal que de costumbre. Uno escribe con intención, claro, incluso con intención política; en su sentido genuino, como en su sentido último, la política no debería ser ajena a los niños, pues trata simplemente de cómo gobernarse mejor en una colectividad. Y de forma muy acertada, de hecho, en muchas aulas se trata con cuidado la resolución de conflictos en todas sus fases, desde el planteamiento a la negociación, resolución y seguimiento. Educar (lo sepan o no los ministros del ramo) es educar para la vida, no para la competitividad económica. También escribir para los pequeños debería serlo: para su vida.

De 'A partes iguales'. Texto de Darabuc, a partir de un cuento tradicional español. Ilustraciones de Lina Zutaute. OQO, 2012

De ‘A partes iguales’. Texto de Darabuc, a partir de un cuento tradicional español. Ilustraciones de Lina Zutaute. OQO, 2012

No escribí A partes iguales (más propiamente: no me propuse adaptar a mi gusto el cuento de la tradición popular) porque España fuera el paraíso de la igualdad social y económica, pero en los cinco años que han pasado, nuestros indicadores han empeorado mucho más. El rey del cuento era injusto, mentiroso y cruel; el nuestro, cada cuál lo valore. En los extremos, nos ensalzaron mucho su papel tras el golpe de estado, pero en los últimos años, han destacado bastante más las meteduras y aun rompeduras de pata. Es lamentable que le suceda su tercer hijo, con prioridad por ser varón; y luego aún nos piden que demos a la Constitución valor de Biblia… También es de lamentar que nunca hayamos podido elegir como presidenta a una mujer; pero es que de haberlo podido hacer, en el actual sistema de partidos, tan anquilosado y mediocre, el que aquí suscribe dista de considerar a las candidatas que se han podido acercar a la meta (Aguirres o Sáenz de Santamarías, Valencianos o Chacones, a su gusto) como la persona más sabia y bondadosa del país. Siempre con interrogantes (hasta en el título, como en ¿Tres han de ser?) queda mucho por hacer, mucho por escribir.

Una cuna de coplas…

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Una cuna de coplas
tiene mi niño
con las sábanas blancas
y mi cariño.
Alreor de la cuna
su madre vela
y hasta el aire se calla
pa que se duerma.

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  • Tomado de Josep Maria Espinàs, A pie por Extremadura, Edhasa, 2005, p. 156. He sustituido el original «alrededor» por «alreor«, porque de otra manera el verso es hipermétrico. En esta otra fuente, andaluza (también en vídeo): Alreor de la cuna / tu mare vela, / hasta el aire secaría / pa que te duermas. La imagen de la «cuna de coplas» no parece muy popular, o el rastro no ha llegado a la red. En las otras dos ocasiones en que la encuentro, es la sábana blanca de mi cariño, lo que me parece una imagen preferible al mero enlace con y.

‘Noche negra’, de María Jesús Jabato

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Terraza del café de la Place du Forum en Arlés, por la noche. Vincent van Gogh

Terraza del café de la Place du Forum en Arlés, por la noche. Vincent van Gogh

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Noche negra

Noche negra, noche oscura,
rumia y rumia con sus dientes
el camión de la basura
y me despierta
cuando traga los restos
de mi merienda.

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  • María Jesús Jabato, Gorigori. Premio de poesía para niños Ciudad de Orihuela 2013. Faktoría K de Libros, 2014. (Imagen de Wikipedia.)
  • Gorigori propone 48 poemas, de resonancia y métrica básicamente popular (sobre todo, romances octosílabos, alguno hexasílabo, y cuartetas arromanzadas de 7+5 o variaciones sobre esta base), por lo común breves y de tono lírico (más que humorístico, como el citado), a partir de grandes obras de la historia de la pintura (algunas de las cuales se reproducen junto al poema).

‘El rebaño’, de Margarita del Mazo y Guridi

Contar ovejas, se dice, invita a dormir. Si los lectores más pequeños no lo saben, valdría la pena introducir el tema antes de contarles o leerles El rebaño, de la narradora Margarita del Mazo y de Guridi, un ilustrador que está abriendo una brecha propia con su estilo de apariencia sencilla, pero con más riqueza que la perceptible a primera vista.

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Que la vida de una oveja es sencilla se nos resume en la primera página: «Ser oveja es fácil. Solo tenemos que pasear, comer, dormir y ayudar a dormir. Cada persona tiene asignado un rebaño de ovejas diferente…». Pero ¿qué pasa si una de las ovejas, Cuatro (¡la oveja negra de la familia!, ¡la oveja descarriada!), se niega a seguir haciendo «lo que hace el resto»? El «manual de comportamiento» no lo prevé. Las compañeras se llevan las pezuñas a la cabeza. Lamentan que Cuatro sea más tozuda que una cabra. E insisten. Que sí. Que no. ¡Que sí! ¡Que no! La solución solo la encontrarán el niño que no podía dormir, con una carta a la oveja rebelde, y esta última, con una interpretación muy libre, pero muy tierna y acertada del problema.

Son especialmente interesantes las tres páginas de fondo negro: la primera sitúa gráficamente los dos mundos (la noche del niño que no puede dormir, las ovejas que deberían ayudarlo), la segunda incluye una estupenda metáfora visual del insomnio y en la tercera hay que mirar con atención (pues una parte del final se muestra sin decirse). Sobre el fondo blanco corre la parte de las ovejas, que hace sonreír con un retrato de pocos rasgos pero plena eficacia (la vida tranquila, el maestro oveja, el disimulo imposible, la rabia, la resistencia…).

  • Margarita del Mazo (texto) y Guridi (ilustración), El rebaño. ISBN 978-84-942019-5-0.

La ascensión de Remedios, la bella

… Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas había empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.
—¿Te sientes mal? —le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
—Al contrario —dijo—, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.

A que por muy gran fremosura

Elijo esta versión del Ensemble Gilles Binchois, quizá más lenta de lo habitual, porque con ayuda de los subtítulos permite seguir muy bien el texto. Mi versión favorita, desde una perspectiva puramente personal, es la de Esther Lamandier:

‘Negros y blancos’, de David McKee

«Hace ya mucho tiempo, todos los elefantes del mundo eran negros o blancos. Amaban a los demás animales, pero se odiaban entre sí, así que ambos grupos se mantenían apartados: los negros vivían a un lado de la jungla, y los blancos, en el lado opuesto. Un día, los elefantes negros decidieron matar a todos los elefantes blancos, y los elefantes blancos decidieron matar a todos los elefantes negros. Los elefantes negros y blancos que querían la paz se internaron en lo más profundo de la selva. Y nunca más se les volvió a ver. Comenzó la batalla…»

Con esta parquedad narrativa y una gran claridad visual, trufada de paralelismos, McKee invita a reflexionar sobre la guerra, sobre los conflictos en general y, más importante aún, sobre la necesidad de no olvidar el pasado, de modo que no repitamos los errores.

(Pulsad para ampliar.)

Con la potencia de las fábulas de origen, que Kipling narró tan bien, descubrimos por qué los elefantes son grises. Pero ¿nos libra eso de la guerra, en el presente? No, porque «desde hace algún tiempo… los elefantes de orejas pequeñas y los elefantes de orejas grandes se miran unos a otros de forma un tanto extraña e inquietante». El cuento acaba así, para que no perdamos de vista la inquietud que —según parece invitarnos a pensar el autor, lejos del mito del «buen salvaje»— nos permitirá contener la violencia.

  • David McKee, Negros y blancos (Tusk, Tusk). Traducción de Juan Ramón Azaola. Anaya, Madrid, 2008. ISBN 978-84-667-7646-2.
  • Reseña publicada primero en la Revista Babar.

La poesía infantil, en ‘El País’

Javier Salvatierra ha publicado en El País un artículo acertado sobre la poesía infantil: El momento de la poesía para niños. Buscándole peros, quizá faltan editores —el CEPLI ha sido un buen motor, con la colección Luna de Aire y los estudios de Pedro Cerrillo y otros;* Anaya siempre ha dado mucho peso a la poesía en su catálogo, tanto de autores clásicos como modernos, con buena ilustración—, y, como reparo menos importante, quizá alguno ha colado un gol —no veo que la poesía sea de veras relevante en el catálogo de Edebé, pero que me corrijan en lo que convenga—. Y en cuanto a dar en el blanco, entiendo muy acertado que las voces principales sean las de Xosé Ballesteros, por Kalandraka, que ha aportado al género su revolución ilustrada a todo gas, y la de Mar Benegas, que en lo que yo veo, es la dinamizadora más incansable del género.

*A mí me ha editado el CEPLI; creo que eso no influye en mi valoración, pero dicho queda.

¡¿Qué será?!

Quentin Blake, 'Mister Magnolia'. Altea, Madrid, 1983.

Quentin Blake, ‘Mister Magnolia’. Jonathan Cape, 1980; Altea, 1983.

VII Premio Ciudad de Orihuela de poesía para niños: bases

BASES COMPLETAS DEL CERTAMEN

La concejalía de Educación del Ayuntamiento de Orihuela, en colaboración con el sello editorial Faktoría K de Libros, convoca el VII Premio Internacional de Poesía para niños «Ciudad de Orihuela» de acuerdo a las siguientes bases:

1. Podrá optar al VII Premio de Poesía para niños «Ciudad de Orihuela» cualquier persona mayor de edad con un libro inédito, en castellano, no premiado anteriormente en ningún otro certamen, y dedicado a poesía infantil. Quedan excluidos los ganadores de las anteriores ediciones y los empleados del sello editorial Faktoría K.

2. Las obras se presentarán por quintuplicado, mecanografiadas a doble espacio, y escritas por una sola cara. Tendrán un mínimo de 300 versos y un máximo de 500.

3. En las obras presentadas no podrá aparecer en ningún caso el nombre del autor o autora; en su lugar deberá figurar un lema o seudónimo. Los datos personales de los participantes se adjuntarán en un sobre cerrado, en cuyo exterior se anotará el título de la obra y el lema o seudónimo; en su interior constarán el nombre completo, dirección, teléfono de contacto, correo electrónico y se incluirá el número del DNI o pasaporte, así como una breve reseña biográfica.

4. Las obras serán enviadas o entregadas en el Registro General del Excelentísimo Ayuntamiento de Orihuela, C/Marqués de Arneva nº 1, 03300 Orihuela, especificando en el sobre Para el IV Premio de Poesía para niños «Ciudad de Orihuela». En los envíos que se entreguen a través de agencias de transportes, no podrá figurar el nombre del autor o autora.

5. El plazo de presentación de originales se inicia con la publicación de estas bases, el 21 de marzo de 2014, y finaliza el 19 de septiembre de 2014, a las 12:00 horas. El fallo del jurado se hará público el 30 de octubre de 2014, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Miguel Hernández.

6. El jurado del premio estará compuesto por personas de reconocido prestigio en el área de la literatura para niños. Actuará de secretario o secretaria una persona que designen las entidades organizadoras. El premio podrá declararse desierto y el fallo del jurado será inapelable.

7. Se establece un único premio, dotado de 5.000 euros en concepto de adelanto por los derechos de autor. La obra premiada se publicará por la editorial Faktoría K en torno al 21 de marzo de 2015, Día de la Poesía y, a tal efecto, se firmarán los correspondientes contratos de edición. Asimismo, la editora tendrá prioridad en la publicación de aquellos originales que hayan recibido mención especial del jurado. Este derecho tendrá vigencia durante un año, pasado el cual, los autores podrán disponer libremente de sus obras.

8. Los originales que no sean premiados no se devolverán a sus autores y se destruirán una vez comunicado el fallo del jurado.

9. Si en estas bases quedase alguna cuestión sin precisar, le corresponderá al jurado establecerla y, si no fuera así, a los organizadores del certamen. La participación en este premio implica el conocimiento y la aceptación íntegra de las presentes bases.

Fuente: Kalandraka

Riqueza y pulcritud (a propósito de Gracia Iglesias)

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Pulsad para ampliar. Ilustración de Francesca Assirelli

Las páginas iniciales de una novela son cruciales; en un cuento infantil, las primeras líneas. Este texto de Gracia Iglesias me hace pensar en riqueza y pulcritud. Mirémoslo como requisitos divergentes: muchos textos aspiran a la riqueza de matices (a lo «poético», se suele decir) y se pierden en los laberintos de la retórica, la pedantería, la cursilería o el distanciamiento excesivo, si no mueren en el infantilismo, que es lo peor. En el camino de la pulcritud, muchos textos se quedan sin la riqueza mínima que necesita un texto literario y, salvo que la ilustración los enriquezca, no aportan. En mi opinión personal —¿cómo se objetiva esto?—, la propuesta de Gracia supera el listón con comodidad e invita a pasar página como cabe pedirle a una primera página.

De Gracia Iglesias no os perdáis también las Memorias de un saltamontes.

  • Gracia Iglesias, El dragón de la chimenea. Ilustrado por Francesca Assirelli. Editorial Pintar-Pintar, 2014. Más información del editor.

Membrillos tóxicos

Los membrillos lo pueden intoxicar a uno de recuerdos, como a Martín Garzo (o como en Trece años de Blanca, de Agustín Fernández Paz: cita), pero no siempre sientan igual de bien, y menos, me temo, a los que atienden más a sus libros que a otros pasatiempos.

Sucedió que en este tiempo llegó a aquella ciudad una dama de todo rumbo y manejo … por ver si la conocía, [Tomás] fue a visitarla, de cuya visita y vista ella quedó enamorada. Y él, sin echar de ver en ello, si no era por fuerza y llevado de otros no quería entrar en su casa. Finalmente, ella le descubrió su voluntad y le ofreció su hacienda. Pero como él atendía más a sus libros que a otros pasatiempos, en ninguna manera respondía al gusto de la señora. La cual, viéndose desdeñada y, a su parecer, aborrecida, y que por medios ordinarios y comunes no podía conquistar la roca de la voluntad de Tomás, acordó de buscar otros modos, a su parecer más eficaces y bastantes para salir con el cumplimiento de sus deseos.

Y así, aconsejada de una morisca, en un membrillo toledano dio a Tomás unos destos que llaman hechizos, creyendo que le daba cosa que le forzase la voluntad a quererla, como si hubiese en el mundo hierbas, encantos ni palabras suficientes a forzar el libre albedrío …

Comió en tan mal punto Tomás el membrillo, que al momento comenzó a herir de pie y de mano, como si tuviera alferecía. Y sin volver en sí estuvo muchas horas, al cabo de las cuales volvió como atontado, y dijo, con lengua turbada y tartamuda, que un membrillo que había comido le había muerto …

Seis meses estuvo en la cama Tomás, en los cuales se secó y se puso, como suele decirse, en los huesos, y mostraba tener turbados todos los sentidos. Y aunque le hicieron los remedios posibles, solo le sanaron la enfermedad del cuerpo, pero no de lo del entendimiento, porque quedó sano, y loco de la más extraña locura que entre las locuras hasta entonces se había visto. Imaginose el desdichado que era todo hecho de vidrio y, con esta imaginación, cuando alguno se llegaba a él, daba terribles voces pidiendo y suplicando, con palabras y razones concertadas, que no se le acercasen, porque le quebrarían, que real y verdaderamente él no era como los otros hombres, que todo era de vidrio de pies a cabeza.

  • dama de todo rumbo y manejo: prostituta. herir de pie y mano: realizar movimientos violentos y convulsos, como de epilepsia.
  • «El licenciado Vidriera», de Cervantes. Se cita por Miguel de Cervantes, Novelas ejemplares, edición de Jorge García López, Crítica, Barcelona, 2005, pp. 357-359, de donde tomo también la información de las dos notas léxicas.
  • «La gitanilla»

Ausencias

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… Una mañana, Tomás llenó el cuenco de leche y Mikos no acudió. Tomás se fue al colegio y Mikos no le acompañó hasta la esquina o dos casas más lejos. Por la tarde, Tomás jugó al fútbol con sus amigos y no estuvo para contar los goles. Tomás atravesó el parque para contemplar los trenes en el terraplén y ningún gato negro se sentó a su lado parpadeando con sus enormes ojos amarillos.

Tomás corrió de un lado a otro buscando y llamando a gritos a su amigo. Pero la búsqueda y los gritos no sirvieron de nada.

Un vecino, el señor Brake, dijo …

  • Jurij Brězan, El gato Mikos. Ilustraciones de Květa Pacovská. Traducción del alemán por José A. Santiago Tagle. SM, Madrid, 1993.

‘Amaranta en Venecia’, de Javier Izcue Argandoña, ilustrado por Dinah Salama

Hay pocas propuestas refrescantes en el campo de la poesía para niños: Amaranta en Venecia lo es.

Primero, por la coherencia del conjunto para crear un libro con capacidad narrativa, además de poética. Es algo cada vez más frecuente, entiendo, que el libro tenga sentido como tal, más que como simple recopilatorio de poemas aislados, y me parece una evolución positiva, propia de una concepción literaria, no «infantil».

Pero sobre todo, porque Javier Izcue busca otro tono, distinto de los ritmos y los juegos habituales. Mucho más prosaico, más asociado a la ingeniosidad natural de los niños, y en parte a las poéticas de vanguardia. Esto es muy infrecuente, creo. Y aquí, creo que se hace con acierto. Aunque no haya forma segura de pasar de la impresión subjetiva a una fundamentación razonada, yo lo atribuyo a la compensación narrativa, a la elaboración de un personaje con una forma de pensar propia, a un uso eficaz del verso libre y a los elementos puntuales de ritmo y rima.

Otro factor relevante es una propuesta estética, de Dinah Salama, también alejada de lo habitual. Esto no es novedoso en sí: tanto Kalandraka como el entorno más o menos relacionado con Antonio Ventura (Anaya, El jinete azul, Los cuatro azules) han aportado mucho al respecto. Pero vuelve a ser positivo porque recuerda que, o hablamos de creatividad, o no hablamos de nada.

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  • Javier Izcue Argandoña, Amaranta en Venecia. Premio El Príncipe Preguntón. Ilustraciones de Dinah Salama. Diputación de Granada, Granada, 2013. 978-84-7807-079-4.