Archivo de la categoría: Lectura

Humildad y transparencia

Abro 2017 con… cierto grado de ficción, porque esta nota está escrita antes, y programada para publicarse hoy, este nuevo día 1. Hoy se funde con ayer, como debería ser, por otro lado: en mis voces hay poco de original y mucho de lo que he leído. Si la combinación resulta original, como a veces me han dicho, ¿qué tiene que ver conmigo, qué con el azar?

En mi hoy de la escritura, acabar el año es buena época para recapitular y encender el año nuevo compartiendo dos pizcas en este hoy de la lectura. Una es sobre la humildad. ¿Un blog es una atalaya? ¿Una tarima? En todo caso, una posición elevada que habla sobre otros. ¿Con qué rigor? ¿Con qué autoridad? ¿Con qué capacidad?

El estilo de un ilustrador, a menudo, es reconocible. Lo impone el mercado, más que la lógica. El mercado pictórico nos hace daño, creo. Decimos «un picasso», y así se lo comercializó, pero antes de ser marca, Picasso fue un inquieto en evolución. En un blog como este, que habla más de ilustrados que de novela, es un problema, pero: ¿cuánto resistiríamos una cata a ciegas? ¿Cuán sólidos son nuestros criterios, cuándo dependemos de la opinión ajena y de la obra previa? Esta nota de Capel es sugerente. El laberinto de la lectura, de la mirada…

Dos: la transparencia. Sea atalaya, sea tarima, sea mirada, ¿cuánto debe compartir un espacio sobre su constitución y funcionamiento, con la honradez de, por ejemplo, eldiario.es? Este blog es monopersonal (eso es simple y no hay misterio) y recibe libros. A veces habla de los libros que recibe, con frecuencia, no. Para hablar de ellos no importa que me los manden o no, sino que encuentre qué decir sobre ellos y el tiempo para plasmarlo. Mi propia gestión al respecto entró en crisis y ha sido uno de los motivos de silencio. En ocasiones me pregunto si debería enumerar los libros recibidos. En general entiendo que sí, que sería más correcto, pero no lo hago porque el blog no pide ni genera dinero (para mí). No hay cuenta asociada en los gigantes, La Casa del Libro, Amazon, no hay suscripción, si veis anuncios y generan dinero son para WordPress (un alojamiento estable y una plataforma cómoda, de paso). Así que el escaso tiempo personal liberable prefiero reservarlo para las notas con contenido. Espero que os parezca aceptable, al menos comprensible.

365 abrazos, amigas, lectores.

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El papel público del humanismo

Sería bueno plantear y analizar el papel público del humanismo, lo cual, entre otras cosas, llevaría a replantearse de forma crítica el significado social del conocimiento en una época en la que toda idea se instrumentaliza en beneficio corporativista, o, muchísimo peor, se demoniza o se incrimina mediáticamente porque pertenecen al otro bando, a los otros, a los que van en otra dirección (cuando lo normal es que nadie vaya a ningún lugar, a no ser que este lugar se llame complejidad).

Víctor Moreno. En La manía de leer, luego no habla de las elecciones que se avecinan cuando escribo esto, aunque por desgracia el tema de la demonización de los otros sea el recurso básico de nuestros políticos (casi de cualquier color). La cita me interesó por eso (aunque espero no caer en la retórica prolectora que tanto ofende a Moreno, confío al menos en que una de las posibilidades de usar la lectura sea aprender a tolerar otras visiones del mundo), pero me resultó irresistible por el paréntesis.

Esa complejidad de la vida quizá sea una de las razones de escribir. Lo es de las mías, a veces buscando el sentido, a veces el consuelo, a veces no sé si el desquite. Esto último, en el sentido del humor, que la convicción de trascendencia (la incapacidad de tomarse a broma) parece mala compañera de viaje en este trayecto no siempre fácil por la complejidad.

  • La manía de leer. Caballo de Troya: Barcelona, 2009, p. 57.

Muy bien, pero ¿con qué argamasa? (BiblioTICando, Córdoba, 12 y 13 de mayo)

El próximo 13 de mayo estaré en Córdoba, en el CEP Luisa Revuelta, para hablar con los participantes de las jornadas BiblioTICando sobre la cadena del libro que formamos autores, editores, críticos y divulgadores, maestros y bibliotecarios escolares, y lectores; sobre cómo reforzar los eslabones aprovechando las nuevas tecnologías; sobre cómo convertirla no en una cadena, sino más bien en un círculo (o mejor aún, en un rizoma, carente de centro), por medio de la escritura y la coescritura de niños y autores; y sobre cuál sería la argamasa que pueda unir mejor todas esas piezas, para construir a partir de lo que de veras funciona reformando todo lo preciso y eliminando las diversas adherencias más o menos comprensibles (vanidades, intereses comerciales, rutinas ya apagadas, Días de), pero inútiles para el contagio del amor a la lectura, con esta palabra como clave: contagio. Por mi perfil como autor, divulgador en este blog y padre de niños aún pequeños, me centraré en preescolar e infantil. Saldrán muchas dudas y pocas certezas, pero confío, entusiasmo mediante, en dar con la llave para abrir al menos la maleta de mi propia experiencia de lectura familiar, escolar y en red. ¿O quizá ni llave hará falta?

Este es el programa general de las jornadas:

12 de mayo de 2014
16.30: Entrega de material
17:00: Inauguración
17.15-18.15: Conferencia inaugural, «Animación a la lectura y TIC: recursos y actividades» (M.ª José Asencio Sánchez, CEIP San Sebastián, de La Puebla del Río, y Javier Merchante Hernández, CEIP Josefa Navarro, de Coria del Río)
18.30 a 20:30h Talleres simultáneos: Podcast, con M.ª Teresa Baena; Carteles virtuales, con M.ª del Carmen López; Vídeo, con Amparo Armenteros; Cuentos interactivos, con Lourdes Giraldo

13 de mayo de 2014
17 a 19: Talleres simultáneos (2)
19-20.30: Conferencia de clausura: «Muy bien, pero ¿con qué argamasa?»
20.30: Clausura

Lo que PISA no mide

Me ha interesado vivamente esta nota de Elisa Silió sobre «Las tiranías del informe PISA», que probablemente también resume bien por qué la reforma de Wert halla tanta oposición entre los maestros. Entresaco aquí dos pasajes:

“Hay, naturalmente, diferentes énfasis entre los críticos de PISA. Pero uno de los grandes problemas es la apresurada interpretación con puntos débiles que hacen los políticos”, explica el primer firmante, Heinz-Dieter Meyer, de la Universidad de Nueva York, en Albany. “Pero en mi opinión, la problemática es más profunda y afecta a: 1) el estrecho alcance de lo que se ha medido; 2) el hecho de que la OCDE —como organización dedicada al desarrollo económico— tiene un sesgo en favor al papel económico de la educación, olvidando que, en democracia, hay muchos otros aspectos importantes de la educación pública: la salud, el desarrollo moral, artístico y creativo; la participación cívica y la felicidad”. … PISA evalúa tres competencias básicas —matemáticas, comprensión lectora y ciencias—, pero no otras difícilmente cuantificables y que, a juicio de estos expertos, son fundamentales para enfrentarse a los retos del siglo XXI: los objetivos psicológicos, morales, cívicos y de desarrollo artístico. En los nuevos planes de estudios de primaria y secundaria españoles la música, la plástica o la filosofía pierden terreno a favor del cálculo o la lectura, medidos en PISA. “Los niños españoles van demasiadas horas a clase —más que la media— pero menos de las necesarias de Matemáticas. Se entiende que se aumenten”, sostiene Antonio Cabrales, catedrático de la University College London. “Pero debería existir más flexibilidad de horas en los centros. En Estados Unidos, Reino Unido u Holanda, dependiendo del itinerario, uno recibe más o menos clases”.

Sin libros: en desamparo

Hay diferentes formas de leer y de aprender, pero quien no puede tener sus libros, los más inmediatamente necesarios, los más a mano, los siquiera mínimos, los textos básicos, se halla desprovisto, en una suerte de desamparo, y lejos de la maravilla de aquello que también a su modo va configurando todo un entorno intelectual, afectivo y emocional que, a su manera, también nos constituye y va haciendo que seamos quienes somos y buscamos ser, quienes necesitamos ser.

  • Del artículo de Ángel Gabilondo (ay, ¡cómo se lo añora en estos días de Wert!), que vale la pena leer completo: Relegados sin libros

Taller de lectura de libros infantiles en inglés, en la librería La Mar de Letras

Durante los sábados de octubre, Ellen Duthie, bloguera a la que sigo con gusto en Lo leemos así, We Read It Like This, Story Philosophy y Filosofía de cuento, impartirá en la librería madrileña La Mar de Letras un «Taller / curso de lectura de libros infantiles en inglés para padres y maestros». Detalles, precio y más información en general, aquí.

VIII encuentro de animadores a la lectura en Arenas de San Pedro (1-3 J)

Pulsad en la imagen para acceder a la página de Pizpirigaña

La inversión en bibliotecas cae casi al cero

En su nota «El sector editorial y del libro en los Presupuestos para el 2012», Jorge Portland recoge números del proyecto de presupuestos nacionales para el sector del libro. Los gráficos posteriores son particularmente claros y, sin duda, deprimentes. Al parecer, nuestros gestores consideran obvio que la formación y la cultura son vías del todo prescindibles para salir de la crisis. Por ejemplo:

‘De una biblioteca a otra’: la biblioteca como espacio democrático por antonomasia, por Antonio Muñoz Molina

Me identifico mucho con estas palabras de Muñoz Molina: «Vengo a trabajar en una biblioteca pública y me acuerdo siempre de la primera que conocí, en la que empecé a educarme, tan lejos ahora y tan presente en la memoria, la biblioteca municipal de Úbeda, que descubrí cuando tenía unos doce años. La mirada infantil, como la poesía épica, agranda los lugares, magnifica las cosas: yo nunca había visto salas tan grandes, estanterías llenas de libros que llegaban a los techos, sumergidas parcialmente en una penumbra en la que brillaban con intensidad misteriosa las lámparas bajas sobre las mesas de lectura. En cualquier otro lugar mis deseos y mis aficiones estaban limitados por la falta de dinero: en la biblioteca yo era un potentado. Fuera de allí las cosas pertenecían a alguien, casi siempre a otro: en la biblioteca eran mías y a la vez de todos. No existe mejor escuela de ciudadanía».

También suscribo la defensa concreta de esta biblioteca, y la defensa en general de la educación y la cultura públicas: «La escuela pública, la biblioteca pública, son el resultado de esas ideas emancipadoras: también son su fundamento. Con egoísmo legítimo uno compra un libro, lo lee, lo lleva consigo, lo guarda en su casa, vuelve a leerlo al cabo de un tiempo o ya no lo abre nunca. En la biblioteca pública el mismo libro revive una y otra vez con cada uno de los lectores que lo han elegido, multiplicado tan milagrosamente como los panes y los peces del evangelio: un alimento que nutre y sin embargo no se consume; que forma parte de una vida y luego de otra y siendo el mismo palabra por palabra cambia en la imaginación de cada lector. En la librería no todos somos iguales; en la biblioteca universitaria el grado de educación y la tarjeta de identidad académica establecen graves limitaciones de acceso; sólo en la biblioteca pública la igualdad en el derecho a los libros se corresponde con la profunda democracia de la literatura, que sólo exige a quien se acerca a ella que sepa leer y sea capaz de prestar una atención intensa a las palabras escritas. En el reino de la literatura no hay privilegios de nacimiento ni acreditaciones oficiales, ni jerarquías de ninguna clase ante las que haya que bajar la cabeza: nadie tiene la obligación de leer una determinada obra maestra; y no hay libro tan difícil que pueda ser inaccesible para un lector con vocación y constancia».

A mi modo de ver, hay mucho de cierto en estas palabras. Sin embargo, personalmente discrepo de las siguientes: «Pomposos catedráticos resultan ser lectores ineptos: cualquier persona con sentido común es capaz de degustar las más delgadas sutilezas de un libro». Es lo que dice el canon del democratismo, en efecto; pero la realidad es otra: a leer literatura se aprende y una buena formación ayuda mucho; y sin esta, hay libros casi inaccesibles, porque no debe olvidarse que casi toda la literatura bebe de la literatura precedente y el gran contexto donde se explica, se comprende y mejor se disfruta es el de la tradición literaria. Por eso la mayoría de catedráticos, pomposos o no, son buenos lectores; y por eso para disfrutar a fondo de la Odisea, la Divina Comedia o el Quijote no basta con el sentido común, sino que hace falta una buena educación en literatura, tradición literaria y cultural y Humanidades en general. Es algo que una sociedad democrática debe procurar a todos, claro. Pero que, con la excusa de la crisis, nuestros gobiernos omitan esta obligación —y así opten por ampliar, en lugar de reducir, las brechas sociales— no quita que, en ausencia de una buena formación literaria, se lee peor. La supuesta salida autodidacta, por desgracia, solo le funciona a una pequeña minoría de tercos y afortunados por igual.

‘Leer en casa’, animación de Arnal Ballester para el Laboratorio de la Lectura de la FGSR

Literatura infantil y esperanza, en ‘La invención del niño’, de Daniel Goldin

… si en nuestro tiempo la literatura para niños representa una esperanza es porque, como ninguna otra creación cultural, se presta a propiciar un replanteamiento de la relación adulto-niño en la que mutuamente podamos inventarnos. Conviene que todos entendamos su dimensión trascendental.

  • Daniel Goldin, palabras finales de la conferencia «La invención del niño», según se recoge en Los días y los libros (Paidós Mexicana-Paidós Ibérica, 2006; ISBN 968-853-633-4).

Calidad literaria, eficacia literaria y transformación del lector: una reflexión de Elsa Aguiar

[…] La calidad literaria es completamente intersubjetiva. Lo que unos consideran una buena construcción, para otros es mediocre; lo que a unos les parece inteligente e interesante, a otros les aburre; cuando unos se identifican plenamente con unos personajes, otros los sienten de cartón piedra; lo que para unos es lenguaje rico y cuidado para otros es pedantería ininteligible; los mensajes o la visión del mundo que unos reciben como edificantes para otros son sectarios y poco recomendables… […] Yo, personalmente, creo en una LIJ, en una literatura en general, que sea capaz de enriquecer al lector, de transformar, de alguna manera, su vida y su visión del mundo. Para mí un buen libro es, más que otra cosa, el que consigue este fin. Si lo hace, cualquier otro pecado me parecerá venial. […] quizá la LIJ que aporta al niño lo que necesita (concentración en la lectura, evasión, conocimiento de otras realidades, entretenimiento, compromiso, impulso transformador, diversión…) no es necesariamente una literatura de magnífica calidad literaria, sino una literatura “suficientemente buena”.

La enseñanza de la lectura en la Universidad como base de la enseñanza de la lectura en general

«… Cada vez que menciono esta idea, resulta curioso que la gente no sabe dónde mirar. Hasta está escrito en libros de especialistas en lectura: la Universidad es caso aparte… La mayoría, por el contrario, ni la mencionan. Parece como si el problema de la enseñanza de la lectura en España se disolviera al llegar a la selectividad. Que no saben leer en Primaria, que no saben leer en Secundaria. ¿Y en la Universidad? Claro, saber no sabrán, pero, ¿se les enseña? ¿Caso aparte? ¿Cómo que caso aparte? Es el único caso si acaso. Todo lo que no empiece por ella, se derrumbará. Y la cuestión es muy sencilla: ¿sabe algo algún profesor universitario sobre los procesos de lectura y su enseñanza en su especialidad?, ¿hay algún plan en el que explícitamente se investigue acerca de la lectura en el ámbito de conocimiento en que se especialice?, ¿se promueve la lectura y su aprecio entre el alumnado y el profesorado universitario?, ¿da la Universidad algún crédito a la lectura? Porque yo desde luego no doy crédito a lo que veo. Y lo que veo son universitarios que no saben leer ni escribir. Hay que empezar desde la base, y la base no es la infancia, la base es la madurez del profesional que va a enseñarle. Esta es la base de la enseñanza de la lectura: la Universidad, no la educación infantil.»

‘La crítica de mi tiempo’, vista por Javier Marías

En un artículo reciente sobre la crítica literaria, Javier Marías dibuja con ferocidad un panorama desolador: «Cuando leo o veo una de esas proclamadas «obras maestras», detecto con frecuencia en ellas trucos de mala ley, o percibo que son inertes, o que caen en cursilerías inadmisibles, o que no inquietan ni interesan ni turban ni intrigan ni desde luego hacen pensar, o que halagan al lector con baraturas y lugares comunes de su agrado, o que copian descaradamente de otros (he dicho «copian», no «plagian», casi nadie es tan tonto como para plagiar hoy en día), o que se presentan como novedosas y repiten fórmulas ya gastadas hace cuarenta o más años, o que el autor es un simple y no suelta más que obviedades, o que se está adornando estilísticamente como si esperara un «olé» tras cada frase, o que se ha equivocado de arte y remeda series de televisión o cómics creyendo que con eso inaugura una nueva literatura, cuando no está entregando más que obras deudoras y epigonales, o que es un mero pendolista acumulativo y puntilloso, o que sus mayores fuerza y mérito no son suyos, sino de unos archivos policiales a los que tuvo acceso. Entonces no me queda sino preguntarme por qué los críticos profesionales no han visto nada de eso, cuando se les paga por verlo, o si es que yo no estoy capacitado para apreciar y disfrutar la literatura de mi tiempo. Lo cual sería muy grave en mi caso, dado que también lo que escribo pertenece a ese mismo tiempo.»

Antes ha insistido en la necesaria diferencia entre gusto y juicio (ciertamente, crítica viene de crinein, ‘juzgar’) y carga igualmente contra los blogs, o quizá solo aquellos que no van más allá del impresionismo: «Con «objetivamente» quiero decir que me siento capaz de explicar por qué lo son, de razonarlo y argumentarlo. «El gusto es la anticipación del juicio», escribió Sánchez Ferlosio, y a un crítico se le solía exigir que no se quedara en el gusto —que está al alcance de cualquiera— y que desarrollara el juicio. Demasiados reseñadores no pasan hoy de lo primero, se comportan como cualquier espectador a la salida del cine («No me toca, no me ha llegado») o como cualquier lector común al cerrar el volumen («Qué apasionante», o «Vaya rollo»). O como cualquier iletrado bloguero, a los que los críticos profesionales se van asemejando peligrosamente.»

Más allá de sentirse herido y quizá devolver desprecio con doble de desprecio —pero la frase que he citado al final, en un blog y ante lectores de un blog, en realidad es solo una mención muy secundaria en una larga secuencia—, a mí me interesan vivamente estas reflexiones sobre la crítica, cómo leemos, cómo valoramos y juzgamos y cómo lo contamos.

Bookmooch: intercambio de libros

Llevo un par de semanas en Bookmooch, una red de intercambio de libros (en general usados). El sistema es sencillo: uno sube a su inventario los libros que está dispuesto a enviar gratuitamente a quien los solicite (dentro de su país o a todo el mundo, según elija), describe su estado lo mejor posible y adquiere el derecho a pedir libros a los demás. Esto se rige por un sistema de puntos, que se suman o restan de acuerdo con la participación en el sistema:
+0,1 punto por subir un libro al inventario o confirmar una recepción
+1 punto por enviar un libro dentro del propio país
+3 puntos por enviar un libro al extranjero
-1 punto por pedir un libro dentro del propio país
-2 puntos por pedir un libro al extranjero
Es más fácil ganar puntos que perderlos, lo que está bien: con solo participar, uno se mantiene.

¿Inconvenientes? Según mi corta experiencia, que la red española aún es pequeña y no muy activa, en comparación con la estadounidense y la británica (que van a buen ritmo; es un lugar estupendo para obtener libros en inglés, por lo tanto). No ruedan muchos libros nuevos o actuales, pero sí hay varios clásicos, sobre todo si han entrado en los institutos: Delibes, Cela, Lorca, García Márquez. Alguna pega menor, como que los datos se introducen en buena medida a partir de Amazon, que tiene más libros españoles de lo que uno pensaría, pero no todos ni siempre bien recogidos.

En este tiempo, me han pedido 16 libros y yo he pedido 25. Si después de leerlos no los necesito para mi biblioteca (en eso, mantener este blog es exigente), volverán a la rueda. ¿Qué se pide? A mí me han pedido por ejemplo El mago de Oz, Cuentos para jugar, dos Nicolás, El ponche mágico, El príncipe de la niebla, La casa de Bernarda Alba o Rayuela; quizá de lo mejorcito que tenía para ofrecer. ¿Qué se puede pedir? Yo he pedido por ejemplo dos novelas de detectives de Alexander McCall Smith, dos Elliot Tomclyde, Días de Reyes Magos, el Tirant lo Blanc en la estupenda edición escolar de Tria de clàssics o la preciosa Escolma poética de Celso Emilio Ferreiro pintada por Baldo Ramos (el 6 de enero publicaré un poema de ese libro con su respectivo cuadro). No son libros que abunden, supongo que hay que estar al caso; pero vaya, no veo motivo para quejarme… ¿Os animáis?

Breve: Cartagena con Hache

Elia Barceló cuenta en su blog la experiencia vivida en Cartagena con el premio Hache. La nota desborda entusiasmo y quizá explique una de las razones de escribir para niños y jóvenes: a la estela de la lectura se produce en ocasiones un contacto inmediato y franco con lectores que, si se aburren, bostezan, y si se divierten, no te sueltan. Literatura viva, sin hipocresía.

Ha sido una experiencia preciosa: el primer día se hizo la presentación en el paraninfo de la Universidad, en una sala enorme llena de jóvenes que se comportaron con un respeto y un entusiasmo modélicos y con los que disfruté muchísimo. Incluso habían preparado un excelente sketch de teatro, que me gustó un montón, basado en uno de mis relatos. Hubo muchas preguntas, muchas risas, muchos libros firmados y dedicados a los jóvenes, en cuyas manos está nuestro futuro.

Al día siguiente hubo otra presentación en un instituto -el Galileo- frente a otros jóvenes lectores que también estaban llenos de preguntas y de inquietudes. Y otra vez sonrisas, libros dedicados, flores y un diploma que me regalaron por haber contestado a sus preguntas «con sabiduría, agudeza e ingenio». ¡Gracias!

Y todo esto en Cartagena, una bellísima ciudad mediterránea, milenaria, llena de recuerdos de los pueblos que hace dos mil años se extendieron por nuestras costas: los fenicios, los cartagineses, los romanos…, llena de casas de fachadas modernistas que no desmerecen frente a las de Barcelona o las de Praga; con palmeras, colinas verdes coronadas por castillos y un mar azul profundo, como el cielo.

Los hilos (cortados) de la atención

… Desenganchar a un niño de las personas que le rodean hasta conseguir que se enganche a una tele, a una consola o a un bichito digital es ir cortando hilos de atención: el hilo de leerle cuentos, zas; el de jugar a la peluquería, al médico, al tendero…, zas; el hilo de contar historias juntos, zas; ese otro de dibujar todos, ese también, zas; el de bajar al parque, ¡qué pérdida de tiempo!, zas; ¿qué me dicen del de escuchar pacientemente sus chistes interminables o sus cuentos?, zas; el hilo de ensuciar la cocina con muuucha paciencia, quita, quita, zas; y el de que nos hagan una función de guiñol, ah, ¿pero aún hay algún sitio donde haya teatrillos y marionetas?, ¿es que hay padres o abuelos que tengan tiempo de ver las funciones de los niños?… ZAS
Poco a poco, pasito a pasito lo hemos conseguido: hilo a hilo. Que el tiempo es oro y uno no está para malgastarlo en jugar, contar, escuchar, bailar, cantar, crear, destrozar… Luego, cariño, ¿por qué ahora no te entretienes un ratito con ese libro tan bonito que habla? ¿O con ese ordenador para peques? ¿O con esa película que te gusta tanto? «Pero tú conmigo, mami, la vemos juntos, ¿sí?» Mami tiene cosas que hacer, luego viene.

Leedlo completo en «Lo poquito que sé de lectura, de lectores y niños», de Ana Lorenzo. Yo me quedo con una de las caras del asunto: lo que duele, y lo que uno se maldice, cuando se ve obligado a hacerlo. Pero no hay que engañarse con eso, pues la excusa vale para un día o para dos. Y si el trabajo o el lo que sea en vinagre obliga a cortar de más, la condena ha de ser para ellos, no para los que más nos necesitan y más nos piden, pero también más nos devuelven.

Mudanza de El Dragón Lector

El Dragón Lector, una de las librerías de referencia de la LIJ en España, se ha mudado: la librería de Españoleto está ahora en la calle Sagunto, 20 (en el mismo barrio de Chamberí). Toda la información y la guía de las nuevas actividades, en su sitio web.

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Soy el mostooo…, de Patxi Zubizarreta

Soy el mostooo…, de Patxi Zubizarreta (Barco de vapor, serie blanca, 1997, traducción de Mustloa naaaiz…), con ilustraciones de Mikel Valverde, es el relato desenfadado de una noche entre divertida y desastrosa, una noche en la que lo bueno lo ponen los personajes al tomarse con humor los accidentes.

Desde el punto de vista formal, quizá lo más relevante, a mi juicio, sea que el libro no opta por la línea narrativa convencional, sino por una acción doble, presentada en páginas alternas, que converge en la línea central cuando los personajes se encuentran y diverge de nuevo al final. Con los primeros lectores no suele ser útil experimentar porque sí, pero eso no obsta para que haya que intentar sacar el máximo partido de ellos o, dicho de otro modo, iniciarlos en la educación literaria pidiéndoles siempre un pequeño esfuerzo (pero esfuerzo y placer son aspectos muy relacionados de cualquier actividad intelectual, no solo de la lectura). Este librito lo hace porque no aclara nada, antes al contrario, empieza con un pequeño enigma: una página en negro en la que solo se lee MMMMMM y ZZZZZ. La capacidad de abstracción, adivinación y juego de los pequeños da para eso y probablemente para mucho más.

En esta imagen, Valverde representa muy bien la convergencia de las acciones: pared de por medio y todos hacia el centro. En la página posterior, la pared desaparece y tenemos el accidente, más o menos previsible; a estas alturas, la cabeza del niño ha ido analizando posibles resultados del cruce, es decir, construyendo expectativas. (Dentro de las diversas teorías de la literatura, la Teoría de la recepción, con Jauss y Eco como representantes principales, tiene análisis teóricos bastante útiles sobre el proceso de la lectura.)

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El Pozo de los Tres Deseos, premio nacional de fomento de la lectura para CEGAL y premio para Oletvm

La Confederación de Libreros CEGAL ha recibido el premio nacional de fomento de la lectura, junto con el programa de radio Autor, Autor, «por su indiscutible papel en la difusión de la lectura y por su trabajo como intermediarios indiscutibles entre los libros y los lectores». Me parece en efecto indiscutible que su papel de mediación, selección y recomendación nos salva la vida a muchos, dentro del maremágnum de novedades, no todas ellas valiosas. Hay más información en el sitio web del Ministerio (que debería comprarse algún que otro diccionario de sinónimos: eso también es indiscutible).

He hablado aquí varias veces de las librerías y en ocasiones de sus problemas o sus competidores no siempre leales (pues hay quien tiene al libro no como bien cultural, sino como un producto comercial más). Pero aunque siguen cerrando pequeñas librerías que han acusado mucho el bajón del libro de texto y la transición general a los hípers o las grandes cadenas, no es menos cierto que no dejan de abrirse nuevas librerías especializadas, y lo que es mejor: ya no solo en las capitales. La última de la que tengo noticia es El Pozo de los Tres Deseos, en Cangas de Morrazo.

Por otro lado, la propia CEGAL ha concedido la décima edición de su premio Librero Cultural a la librería Oletvm de Valladolid, que cuenta con una excelente sección de infantil y juvenil.

Te voli manjar, majofa polideta

Los hablantes de las lenguas románicas tenemos la suerte de poder comprender, con mayor o menor esfuerzo, varias de las lenguas que nos rodean. Despertar la curiosidad del niño por otras lenguas, sin que necesariamente deba aprenderlas formalmente, me parece sano culturalmente, aparte de los beneficios conocidos del plurilingüismo en el aspecto cognitivo. En la mediateca de lo CIRDOC podemos encontrar poemitas escritos por los más pequeños de las Calandretas (escuelas bilingües francés-occitano) L’Ametlièr y Los Falabreguièrs. Son una pequeña maravilla.

Te voli manjar
Majofa polideta
Miem miam miem miam iom!

(Te quiero comer, fresa deliciosa: ¡ñam ñem ñam ñem ñom!)

Una canilha
Sus una fuelha
Nivola roja
Solelh verd

(Una oruga sobre una hoja: nube roja, sol verde.)

Marimba reflexiona sobre el teatro para niños

Hace poco he escrito aquí mi perplejidad como autor ante el género del teatro: veo el edificio, en algunos aspectos conozco la teoría del edificio, pero no encuentro la puerta o el modo de acceder al otro lado del espejo. José Luis García, de Marimba Marionetas, ha colgado en su blog unas breves reflexiones sobre el teatro para niños (y niñas, si alguien necesita la precisión). Curiosamente, parte de la reflexión es el otro lado de ese espejo cerrado:

… hay que tener en cuenta que es muy difícil que un autor o autora que no tiene experiencia escénica con niños pueda escribir algo que llegue a ellos. ¿Y esto por qué? Hay autores de teatro que no tienen ninguna vinculación con la escena que se autoproclaman como los únicos capaces de escribir para niños, porque tienen una formación literaria. Yo discrepo de ellos. De igual manera que un estudiante de medicina que acaba la carrera necesita contacto con los pacientes para convertirse en médico, un escritor necesita tener contacto estrecho con los espectadores para convertirse en escritor de teatro, en creador escénico. La historia del teatro no da suficientes pruebas de que aquellos que han producido obras universales son los que de una manera u otra vivían cerca de la escena.

Pues si la teoría la ha de dar ante todo la experiencia, «¡manos al guante!», o a las varillas, o a los objetos, y a ver qué ocurre. Pero eso no quita lo contrario: es frecuente ver obras de teatro para niños a las que les sobran buenas intenciones pero les falta calidad teatral propiamente dicha, como unidad de propósito, vocabulario y público modelo, por no hablar de los problemas de la interpretación… o de la falta de respeto del público, que «como es una cosa para niños», se pone a hablar por el móvil compitiendo en volumen de voz con los actores.

24 de octubre, Día de la Biblioteca

(Pulsad en la imagen para un pdf ampliado.)

Nueva guía del club Kirico: Libros en los libros

El Club Kirico, creado por un grupo de librerías especialmente interesadas en la literatura infantil y juvenil y gestionado por A Mano Cultura, ha publicado recientemente una nueva guía comentada: Libros en los libros (ver guía en pdf). Incluye la descripción de varios libros para cada grupo de edades y una recomendación adicional al pie.

Empieza, a partir de 3 años, con el estupendo Guillermo, ratón de biblioteca, de la añorada Asun Balzola, la maestra inolvidable de la acuarela de trazos mínimos:

Asun Balzola
Guillermo, ratón de biblioteca
Madrid: Anaya, 2008
ISBN: 978-84-667-0292-8

Con unas delicadas ilustraciones en acuarelas de tonos ocres sobre blancos, se presenta un pequeño ratón de biblioteca al que los libros sirven como fuente de conocimiento, pero también como escondite para protegerse de los gatos. Un día, una aventura le invita a salir de su protector refugio y descubrir la naturaleza, donde vivirá una nueva vida. Pero la experiencia se enriquecerá con la sabiduría que antes le han dado los libros.

Si te gusta este libro, te gustará:
Lucy Cousins
Maisy va a la biblioteca
Barcelona: Serres, 2005
ISBN: 84-8488-213-6

Premio Mandarache de jóvenes lectores

El premio Mandarache de jóvenes lectores, organizado en Cartagena por la Concejalía de Juventud y las Bibliotecas Municipales, crece y amplía las posibilidades:

  • Premio Hache de Literatura Juvenil: Premio internacional de literatura juvenil, otorgado por jóvenes de Cartagena, de entre 12 y 14 años, organizados en comités de lectura de 6 miembros cada uno.
  • Premio Mandarache de Jóvenes Lectores: Premio internacional de literatura en español otorgado por jóvenes de Cartagena, de entre 15 y 30 años, organizados en comités de lectura de 6 miembros cada uno.
  • Clubs de Lectura Mandarache para todas las edades: clubs de lectura organizados a través de las Bibliotecas Municipales de Cartagena.

Este es, además, el blog de conspiradores, un espacio colectivo para compartir impresiones y noticias sobre los libros. Por otro lado, hasta el 26 de octubre está en marcha la Feria del Libro de Cartagena: este es su programa.

Breve: Jornadas aragonesas de bibliotecas, lectura y escritura

Del 24 al 25 de octubre se celebran en el CEIP Francisco Galiay Sarañana de Ballobar (Huesca) las IV Jornadas aragonesas de bibliotecas, lectura y escritura, dirigidas «a familias, profesorado y bibliotecas públicas». Estarán, por ejemplo, la brasileña Ana María Machado, premio Andersen; Blanca Calvo; o Julio Llamazares, entre otros, además de presentaciones de revistas y editoriales como Kókinos, Asteroide, Gadir o Acantilado. Encontraréis el folleto completo en este pdf.

¿Dónde ponemos los libros?

El otro día, hablando en ocasión de la feria del libro de Murcia con Clara (ella es una de las coordinadoras), me decía con su entusiasmo de costumbre que la pasión lectora no se inculca ni se infunde, no se enseña propiamente, sino que, sobre todo, se transmite. Se contagia. Y que eso va antes y está por encima de cualquier teoría pedagógica.

La pasión es una de esas partes de nuestra vida que tendemos a proteger. Pero la de los libros es curiosa: no pasa por el «ni se te ocurra tocar mi escaléxtric» sino más bien por el «¿Cómo? ¡No has leído aún a…! ¡Pues te lo paso en cuando acabe!». Creo que a todos los lectores nos gusta compartir, departir, consentir y disentir en torno de lo que amamos.

El títere de cuero de Indonesia lo guardamos en una vitrina. El ánfora romana está expuesta en un rincón, protegida por un pie de hierro, pero muy visible. Cada cual traza en su casa el camino amarillo que lleva al visitante a sus tesoros, los que sean. En esa ruta, ¿dónde ponemos nosotros los libros? ¿Estamos dispuestos a comer en la cocina y ceder el comedor, o el salón si lo hay, a nuestra biblioteca?

La pregunta anterior es meramente simbólica, si se quiere (o más para consumo interno que para exposición de la vida personal). Aunque tiene su influencia, porque en una casa de amantes de los libros los hijos tienden a leer más (aunque solo tienden, lo sé, no es matemático). Pero quizá también importa con respecto a los amigos: a la hora de invitarlos a pasar, ¿importa dónde tenemos los libros? Como militancia vital (no como exhibición de encuadernaciones de lujo), entiendo que sí, porque no tiene sentido que la pasión lectora sea privada o se oculte. Y lo mismo ocurre en ese espacio tan denostado, pero tan imprescindible en nuestro sistema social, como es el colegio (la escuela, el instituto). Imaginemos: «Buenos días: este es nuestro colegio, estos son los admitidos del curso 2008-2009, aquí pueden consultar el catálogo de la biblioteca escolar y esta es la lista de libros que habíamos recomendado para el verano. Pasen y lean.»

Por suerte, esta pasión lectora no es imaginaria, es la de muchos colegios, como por ejemplo el IES Bengoetxe de Galdakao. Véanlo si no: esta es su portada, y esta su lista de recomendados de verano (en castellano y euskera y ordenada por edades). Es todo un ejemplo, simbólico incluso, de lo mucho que pueden hacer y hacen en efecto muchos maestros, como bien me corregía hace poco Ana. Añado que me alegra ver que se incluyen en la lista recomendaciones para adultos: leer no debería ser cosa de niños, sino de todos, y en la pasión familiar compartida es donde más arraiga, donde más se contagia.

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Dejo para el final de esta nota quizá demasiado larga dos buenas noticias personales. Una, que el viernes volví a pasar horas estupendas con un colegio (esta vez el Andrés Baquero) a propósito de La vieja Iguazú. A la velocidad con la que desaparecen los libros, y considerando el peso relativamente menor de la poesía, me admira que, pasito a paso, siga despertando interés. No suelo hacerme eco aquí, porque no es el objetivo del blog, pero de vez en cuando no logro resistirme. Y si el programa regional de «Escritores en el aula» va adelante, es incluso posible que el año que viene la viejilla necesite zapatos nuevos, ¡quién se lo iba a decir!

La segunda, que en las subvenciones estatales para bibliotecas de 2008 (pdf) ha entrado la compra de una barbaridad de ejemplares de Ojobrusco, y lo que es mejor, al lado de autores y narradores con mucha más experiencia que yo, como Pep Bruno (Pétala, con Luciano Lozano), Pablo Albo (Un gato en el árbol, con Geraldine Alibeu) o Roberto Aliaga (La tortuga que quería dormir, con Alessandra Cimatoribus). Me pondré de puntillas para la foto. 🙂 Por cierto que a Pep lo vi hace nada entusiasmando a los niños (y guiñando el ojo a las madres y unos pocos padres) en la misma feria del libro de Murcia. También estuvieron Pablo, su no hermano Félix y Pepe Maestro, entre otros, pero mi trabajo, ay, no me quiso dar las horas.

Ver y querer mostrar

La literatura es un juego de palabras y experiencias en el que el lector actúa como crisol necesario para la formación del significado. Al igual que en otros campos artísticos, una cosa es lo que vemos y otra (más o menos similar, quizá muy distinta), la que el autor quiso expresar. Todo ello, con muchos matices adicionales, porque quizá el autor no sabía a ciencia cierta qué quería expresar (y además, la literatura no expresa un «sentido» aislable de sus palabras exactas), y porque el lector, o la lectora, cambian con el paso del tiempo, de la experiencia y aun del humor cotidiano.

Me ha gustado cómo lo explicaba Seth Lerer en su Children’s Literature. A reader’s history from Aesop to Harry Potter, recordando aquel episodio inicial de El Principito en que el niño muestra a los adultos su dibujo del sombrero / de la boa que engulle a un elefante:

Este episodio representa dos formas de leer literatura. Por un lado, podemos buscar qué nos parece a nosotros, como lectores; por el otro, podemos buscar lo que el autor quería que fuera. El que carezca de imaginación siempre verá, en lo extraño, lo corriente; verá un sombrero donde en realidad quizá había una serpiente que digiere un elefante. El crítico literario se enfrenta a un desafío que, en parte, consiste en equilibrar la intención autorial con la respuesta del lector. Pero otra parte del desafío, para el crítico de literatura infantil, consiste en reconocer que los textos son mudables: que los significados cambian, que grupos distintos de lectores pueden ver cosas distintas, y que aquello que a los adultos se nos antoja un hecho de la experiencia corriente puede adquirir, en la imaginación infantil, una monstruosa brillantez.

Algunos lectores opinan que la literatura infantil es un sombrerero, en el que hallaremos colgados libros útiles y didácticos que nos protegerán del frío o del mal tiempo. Yo considero que la literatura infantil es un mundo de serpientes: seres seductores que viven entre la maleza y pueden engullirnos por entero. Al igual que el Principito, me he topado con libros que me han devorado. Y este libro está repleto de animales, tanto si son las criaturas que llenaban la vieja colección zoológica de Esopo como las islas y los continentes de la imaginación colonial. Pero mi libro también está lleno de sombreros, desde la grosera gorra de piel de cabra que cubre la cabeza de Crusoe hasta la chistera de franjas blancas y rojas que cubre (solo a duras penas) las transgresiones del famoso Gato del Dr. Seuss. Todos los elementos son objetos de la interpretación. Todos se convierten, en cierta medida, en una prueba capaz de determinar qué clase de lectores podemos ser.

La LIJ de calidad como escritura de resistencia y el problema de la censura

Sandra Comino, escritora y estudiosa, habla de lo que a su juicio son prescripciones editoriales, censura y falta de calidad en demasiadas obras de la LIJ actual:

«—¿En este comienzo de siglo, qué tendencias observas en la escritura para niños y jóvenes?
—Es difícil hacer un panorama así de manera ligera. Pero vengo pensando sobre este tema y de hecho es parte de mi trabajo. Creo que hay tres grandes cuestiones que son: una: tiene que ver con el mercado. Se está publicando demasiado y hay una generación de escritores que escriben lo que pide ese mercado, lo que se puede vender. Hay escritores que aceptan escribir por prescripción y los editores los eligen porque se dejan corregir, recortar, porque hay una concepción desde la edición de trabajar con la escuela y porque como consecuencia estos escritores son maleables, no tienen un concepto de lo que es literatura infantil y juvenil y subestiman a los chicos. En este punto mi temor es que todo lo que se logró hasta ahora se desmorone. Dos: hay una especie de virus que les da a las personas que nunca escribieron o que escriben para adultos, que tienen un nieto o un hijo y le escriben un cuento que además le publican. Esto me parece una falta de respeto a los receptores también. No quiere decir que no haya escritores que escriban bien motivados por un niño cercano; ya que hay muchos que sí lo pueden hacer, pero no les sale a todos. Tres: hay una LIJ que resiste y con grandes esfuerzos, de verdad que hacen las cosas bien, que tienen oficio, no aceptan censuras y trabajan el lenguaje.»

Podéis leer la entrevista completa en este enlace de Letralia 183. Coincide con que, hace poco, una de las escritoras que más admiro me hablaba de un problema de censura con una propuesta de libro juvenil.

La censura es un principio absurdo, desde luego, pero existe y supongo que responde a la presión social de algunos medios de comunicación y asociaciones no exactamente liberales. A mi modo de ver, lo absurdo, en concreto, es que hoy menos que nunca, no se le pueden poner puertas al campo; pero, si impedimos que llegue a los jóvenes literatura razonable sobre sus deseos (incluidos sus deseos sexuales, claro está, como parte inseparable de cualquier persona; e incluida aquella literatura cuya ideología no cuadra con la nuestra), lo que llegará para cubrir el hueco son otras explicaciones y experiencias bastante más cutres y capaces de sembrar la confusión, como las de la pornografía, que circulan bajo mano, por sistemas no censurables. Es la triste paradoja de la presión censora, a mi modo de ver: que por miedo de lo cuestionable, tiende a limitarnos a lo peor.

Primer premio La Galera-Jóvenes lectores, con la colaboración del club Kirico

Actualización: el premio ha recaído en Àngel Burgas.

La editorial La Galera organiza este verano una propuesta de lectura a través de las librerías del Club Kirico: los jóvenes (de entre 12 y 15 años) que deseen ser jurado de un premio literario deben comprometerse a leer tres libros y podrán seleccionar el que les parezca mejor de acuerdo con unas orientaciones y unas preguntas. En septiembre se conocerá al ganador y luego se publicará una edición especial con el reconocimiento a todos los participantes y un libro dedicado para cada uno de ellos.

(Ya sé que «deben» y «comprometerse» son palabras poco populares, pero hay compromisos que valen la pena y pocas cosas que valgan la pena se consiguen sin comprometerse. Yo me voy corriendo a retocar la foto del DNI, a ver si cuelo. :D)

Especial sobre literatura infantil y juvenil en Babelia

Babelia trae este sábado una serie de artículos sobre literatura infantil y, especialmente, juvenil, con notas de Carmen Mañana, Elisa Silió y Victoria Fernández.

El primer artículo recoge la importancia de la fantasía en la producción actual y el segundo, declaraciones de varios editores y autores superventas sobre la situación de la lectura entre los jóvenes. El tercero se hace eco del notable trabajo de Gadir y Libros del Zorro Rojo y los tres últimos se ocupan de libros divulgativos o de ensayo.

A mi entender, el conjunto adolece en su primera parte de los defectos habituales: no se puede hablar de infantil y juvenil sin supeditarlo todo a Potter o a las ventas y, en general, importa más el nombre (da igual Rowling o Faulkner) que la calidad en sí: parece que aún hace falta lo externo, el gancho, la referencia que disculpe al articulista de ocuparse de algo tan menor como es la LIJ. El problema es que, cuando te has dado cuenta, la excusa se ha comido la mayor parte del espacio.

Aun así, considero una buena noticia que aparezcan seis artículos en un diario muy leído, que no destaca por prestar atención constante a la LIJ.

No tengo claro si la LIJ es un género propio, literatura de género antes que literatura; pero creo que para la mayoría de los medios de comunicación sí lo es, pues suelen darle solo trato de especiales, algo parecido a lo que ocurre con la novela negra o el cómic. Algún día, espero, será normal hablar de un buen libro para niños, de ficción o divulgativo, en el marco cotidiano de cualquier suplemento cultural.

Nota adicional: Para conocer el estado real de la lectura entre los adolescentes, yo empezaría por dejar de lado el tópico de que sus profesores son una masa desesperada, desanimada y sin recursos. (Sin que la situación sea idílica: dejémonos de extremos.) Ana Lorenzo me pone en la pista de una nota de Profesor en la Secundaria, que dibuja un panorama muy distinto. Para empezar, a Joselu no le gustan determinadas «fórmulas de la llamada «literatura juvenil»», que considera carentes de sustancia, y propone a los chavales de quince o dieciséis años leer a Vian, Melville, García Márquez, King, V. C. Andrews o John Boyne, entre otros muchos.

De lectura y literatura juvenil

Elisa habla de varias cuestiones de literatura y lectura juvenil en este post: un decálogo de la AELE, dos novedades editoriales (Los secretos del inmortal Nicolás Flamel y Muerte de tinta) y el tercer número de la revista digital El templo de las mil puertas.

Al hilo del decálogo, Elisa constata esto: «También me ha gustado que tengan secciones para adolescentes, ya que la mayoría de las páginas de literatura infantil y juvenil dedican más atención a lo infantil que a lo juvenil». Yo no puedo alegar nada en mi defensa: he llegado a quitar la mención de «juvenil» del título del blog porque, en la práctica, hablaba más de infantil y de ilustración, y no estoy seguro de que los títulos deban reflejar aspiraciones (al menos, cuando falta aún mucho por recorrer). Otros espacios sí dedican mucha atención a la juvenil: el blog de Jorge Gómez o Libros juveniles, por ejemplo.

No por eso quito la aspiración. Pero la literatura juvenil es tan compleja como la adolescencia y yo me encuentro, personalmente, con varias paradojas que hacen que por ahora tenga la sección a medio gas. Algunas se leen en una próxima nota, dedicada a José María Latorre. Otras tienen que ver con lo poco que me gustan determinados superventas de juvenil (no importa cuáles). Y otras, por último, y quizá las más esenciales: que no he resuelto cómo escribir para esa edad tan hermosa en unas cosas, tan dura en otras.

Tal vez sea esta una nota demasiado personal; pero creo que el crítico (ya sea profesional, aficionado, lector de su casa o su familia, da igual: el que habla sin renunciar a su capacidad crítica) debe reconocer sus limitaciones con más frecuencia de lo que suele hacerse. Abundaré sobre eso en la nota de Latorre.

Presentación de Cachalote, de Sagrario Pinto y Elena Villarroya

Cachalote es un nuevo método de educación infantil (3-5 años), de la maestra y escritora Sagrario Pinto y la pedagoga Elena Villarroya. Entre los materiales del método destaca una serie de 27 libros (9 por etapa, escritos por Sagrario) que se usan como base para el aprendizaje de los contenidos. Son cuentos con la estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace, para que los niños se familiaricen «con la auténtica literatura», no con simples sucesiones de frases.

Se da especial importancia a la inteligencia emocional, con el objetivo de que los pequeños «se conozcan a ellos mismos, aprendan a reconocer sus miedos y a relacionarse con los demás»; que reflexionen, en suma, sobre sus propias emociones. Esta semana próxima, las autoras lo presentan en Guadalajara y Talavera de la Reina. Podéis ampliar bastante la información en esta noticia.

Los libros vienen del hipermercado

Xavi Ayén comenta en La Vanguardia un fenómeno previsto hacía tiempo, que no hace sino crecer, pero solo ahora se ha confirmado de modo matemático: los hipermercados (Carrefour, Alcampo, Eroski…) son ya el segundo gran vendedor de libros de España, por detrás de la librería tradicional, pero ahora por delante de las cadenas (Fnac, Casa del Libro) o los grandes almacenes (El Corte Inglés).

¿Qué atención se presta en los distintos puntos de venta a los libros de editoriales interesantes, pero pequeñas? Es una pregunta importante, porque de su respuesta depende que en el futuro tengamos una oferta más amplia o más reducida. Y la segunda posibilidad es muy negra: una reducción en la oferta de libros diversos es una pérdida inmediata de libertad, que en lo social nos hace más manipulables y cierra con cadenas de producto (serie de televisión + libro + gadgets varios) el paso a las propuestas que no cuentan con apoyo mediático.

Por suerte, en los últimos años también han crecido las librerías especializadas; y es que no es lo mismo una librería-papelería, que una librería grande (y cuidada), o una librería especializada (del tamaño que sea). En la columna derecha hay enlaces a librerías especializadas en LIJ o que me han ido recomendando por la especial atención que le prestan.

VI Feria del libro y la lectura de Castilla-La Mancha (breve)


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En Cuenca, del 21 al 27 de abril. Toda la información, en este enlace: www.ferialibroclm.es.

Leyendo

Hay una parte del Taller de Cuentos que me gusta casi más que contar: ver leer. Dedicamos varios minutos, antes de empezar y al acabar, a que los niños cojan los libros, los ojeen y hojeen, se hagan sus conjeturas (los que aún no descifran la palabra escrita), descifren, recuerden lo que hemos explicado, observen detalles que les han picado la curiosidad, repitan, inventen… Tengo la convicción de que esos ratos son inseparables de los de teatro, acción y palabra oral; porque permiten que, de verdad, la lectura se vaya asentando como algo propio, ni impuesto ni, en general, traído desde fuera.

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Las fotos las tomamos en el CP León Felipe, de Socovos (Albacete).

El permiso de querer

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Cuando un autor es invitado a un aula, en cierta medida, asiste a una comida de familia en la que se percibe bastante bien el estado de salud de las relaciones personales del grupo, con su dosis de obligatoriedad (en el sentido simple de que no escogemos a la familia, tampoco a los compañeros del aula ni a los maestros). Supongo que en la jerga psicológica, que no conozco, existirá algo parecido a la «terapia de la visita del extraño».

En unas pocas ocasiones, muy contadas, he encontrado casos lamentables, en los que el maestro odia su trabajo y transmite la deserción a sus alumnos. Pero en la mayoría de las ocasiones, el sistema funciona y el grupo vive la sesión como una fiesta compartida. Y de vez en cuando, uno encuentra auténticas perlas que le dan sentido pleno a cinco horas de coche y contar hasta el límite de la voz, o a estar contando a la hora de la siesta cuando te has levantado a las cinco y el menú ha caído como una losa de sal en el estómago, o a explicar por milésima vez (y casi siempre en vano) que un autónomo se queda con menos de la mitad del dinero que factura, entre otras penas de un trabajo que reconforta, pero como todos, también cansa y vive días de tirar la toalla.

Hace poco me encontré en uno de esos días mágicos. En la biblioteca de Caudete —estupenda por lo clara, completísima y casi hiperactiva que es—, se presentó un guardia bigotudo y repelente exigiendo permisos a tutiplén, a la abeja que pasaba por el país de Colmena, pero también a mí, a los alumnos y, claro está, a los maestros. Los chavales piden el permiso de enseñar, el de mandar deberes, el de mandar cuatro hojas de deberes, el de imponer normas en el aula… El permiso de hacer de vientre, como dijo uno en la versión más fina que he oído hasta ahora de una respuesta que nunca falta… El de caminar a la pata coja o el de querer viajar a la Luna, cuando desatan la fantasía… O hasta el permiso de estar vivo, como exigieron una vez, en un arranque de totalitarismo que habría dado envidia a Stalin. La verdad es que de carné en carné, con este Carnaval en miniatura a todos nos dio la risa (con su dosis de estupor), varias veces.

La magia pura vino cuando una maestra aprovechó su ocasión de pedir permisos a los alumnos para reconvenir con cariño a los más despistados, dando así pie a hablar en grupo, con franqueza pero con calma, sobre los excesos que pueden despertar tensiones colectivas; y acto seguido —con tono ligero, pero mirando a los ojos a sus chavales— cerró pidiéndose para sí «el permiso de querer a mis alumnos». En una sociedad que verbaliza con énfasis la autoridad y la violencia, pero no el cariño, sinceramente, este invitado afortunado sintió que se le esponjaba el corazón.

El títere lo encontramos en el puesto de una titiritera en un mercadillo (el Zacatín de Bullas) y nos pareció una Vieja Iguazú estupenda, luto y amor a partes iguales.

La dislexia, en la prensa

Aunque no me ha convencido —para empezar, el artículo cae en la típica descalificación global y leñera de la escuela española, frente a otras más bien idealizadas—, me alegra ver que la prensa general dedica espacio a la dislexia, un trastorno que afecta directamente a la capacidad de lectura y expresión escrita y que, cuando no se detecta, causa más problemas de lo que en realidad debería: ¿Tal vez tu hijo es disléxico y nadie lo sabe?, de Maruxa Ruiz del Árbol, en El País.

Anuarios sobre el libro infantil y juvenil, de SM, 2004-2010

darabuc-anuario-sobre-el-libro-infantil-y-juvenil-2007-sm.jpgSM recoge en su web diversas ediciones de su Anuario sobre el libro infantil y juvenil:

Incluyen (entre otros apartados) cifras y estadísticas, estudios de tendencias, notas sobre el eco de la LIJ en la prensa general, y varios monográficos con especial atención a la literatura hispanoamericana.

Ojobrusco y Ollobrusco, en bibliotecas

Que yo sepa, Ojobrusco y Ollobrusco pueden leerse gratuitamente en estas bibliotecas públicas de España y algún otro país. Por mi parte, ¡muchas gracias!

Nota: existe una lista paralela para La vieja Iguazú. Últimas actualizaciones: 2009: Alovera, Barcelona, Burgos, Barañáin, Erandio, Eskoriatza, Gijón (BP Jovellanos), Granada (Zaidín), Málaga (José Moreno), Orihuela (BPE), Oviedo, Sevilla, Usurbil, Tetuán, Zamora, Zaragoza.

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