Archivo de la categoría: Lectores infantiles

Botánica poética, de Juan Lima

Botánica poética, de Juan Lima, editado por Calibroscopio —me lo recomendó Germán Machado, de El petit tresor— es el mejor libro de poesía para niños que he leído en los últimos años. Pero mejor es una palabra muy vacía, que destaca sin explicar. El mejor también ha sido el Trastario de Pedro Mañas, con ilustraciones de Betania Zacarías, editado por Kalandraka: es el libro que me gustaría escribir cuando sea mayor, por su perfección técnica (métrica y estructural) y diversión verbal (es una bomba lúdica). Botánica poética es el mejor en otros sentidos: el que más me ha movido a querer escribir y más imágenes me ha dejado flotando. Un libro verde que se abre con fotos y pospone los créditos a la última página quizá promete de entrada, pero mi entusiasmo es por haber salido prometido.

*

Una araucaria
un tulipán
cuatro filodendros
medio limón
una semilla de arrayán
un pétalo de rosa mosqueta
millones de microalgas
algunos granos de maní
tres hebras de azafrán
están escondidos
en algún lugar
de este poema

algunos los encuentran
y otros no
como casi todas las cosas
que valen la pena

 

(para el poeta
jugar es casi un juego)

*

Aparte quizá debería ser obligación nuestra cruzar más el charco. La globalización, la red, la multiplicación de posibilidades, sí, pero en la realidad seguimos sabiendo muy poco y leyendo muy poco lo que se escribe allá. Otro pequeño gran puente es LibreRío de la Plata, en Sabadell. Buscadlos en Facebook o Twitter, su web está ahora de reformas.

*

No insistas: el baobab
no cabe en tu terraza
no insistas: la coliflor no vuela
no insistas: hay más flores que islas

y prohibido romper los cocos
y prohibida la palabra kaki

algunos lectores se ponen de pie
(esto es opcional)
y protestan

todos quisiéramos inventar
un paraíso perdido

 

 

(el poeta está ahí
para atender reclamos)

*

Donde menos me ha seducido es en los montajes fotográficos con los que se ilustran los poemas (aunque ¿si el libro se abre con imágenes, no serán los poemas los que las ilustran a ellas?, y también ¿debo separarlos o saber mirarlos en conjunto?). Creo que veo la chispa, y la intención artística de los montajes, pero no me prenden o no las comprendo. No está de más decir, para situar lo anterior, que estoy poco preparado en este campo.

*

Nunca le creas
ni media palabra a la papaya
andá a saber con qué cara
se levanta de la siesta
parece un melón
cambiando de humor a cada rato

es fruta de agua
y la Luna hace lo que quiere
con sus mareas

 

(la papaya tiene cara de poeta
que ya no se afeita)

 

  • Juan Lima (textos, ilustraciones y diseño), Botánica poética. Calibroscopio: Buenos Aires, 2015. ISBN 978-987-1801-90-9.

La República contra el injusto paragüero

Pues, señor, éste es el cuento de todo lo que ocurrió en el cuarto ropero del Presidente de la República de Villasopas del Plato; de aquel Presidente del que todo el mundo sabía que era un hombre bueno, inteligente, generoso, leal y con sombrero de copa y barba y bigote, que ponía todo su afán en crear centros de enseñanza para los obreros, hospitales y asilos para los pobres y, sobre todo, muchos jardines, unos cuadrados, otros redondos y otros en triángulo, para que jugaran los niños al fútbol, al escondite o al peón, o montaran en bicicleta.
Este señor era, más que nada, el Presidente que no quería que hubiera niños pobres ni ricos, sino que decía que todos, absolutamente todos los niños, fueran igualmente felices.
[…]
Pero entre todos aquellos documentos, el muñeco vio otro que le hizo temblar de miedo. Era una carta escrita a máquina, en la que se decía lo siguiente:
«Señor Presidente:
»Con eso de poner muchas escuelas, los obreros han aprendido mucho, y no se les puede engañar cuando compran paraguas. Y como usted tiene la culpa, le voy a matar en cuando tenga ocasión.
»El paragüero desconocido
.
La amenaza era tremenda. El Presidente estaba condenado a muerte por un injusto paragüero.

Es Antoniorrobles, así que no habrá muertos —sí: el muñeco que para la bala, pero lo podrán recomponer— y el injusto paragüero irá a la cárcel, pero lo perdonarán y por fin comprenderá «lo bueno que era el Jefe del Estado de Villasopas del Plato». Política y literatura combinan mal, política y el tono bonachón de Antoniorrobles combinan quizá peor, y hasta mi yo republicano siente que «Cómo salvó al Presidente un muñequito valiente» son tiempos y formas para conocer y recordar, pero no para revivir (pues bastaría con poner un sistema de gobierno que nos provoque urticaria, en vez de simpatía, para leerlo todo de un modo muy distinto). Eso sí, en 1977 la reedición era más que pertinente, y en 2017, muchas heridas siguen sin cerrar. Y por contradecirme yo mismo: si nuestros sueños son hoy la República Independiente de Ikea, quizá estaríamos mejor en el mundo soñado de Villasopas del Plato, que al menos mira hacia la comunidad, y no hacia el individuo y sus espejos.

  • Antonio Robles (antoniorrobles), Cuentos de los juguetes vivos II, La Gaya Ciencia, 1977.

Back to School (Allan Ahlberg)

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BACK TO SCHOOL

In the last week of the holidays
I was feeling glum.
I could hardly wait for school to start;
Neither could mum.

Now we’ve been back a week,
I could do with a breather.
I can hardly wait for the holidays;
Teacher can’t either.
.

  • Allan Ahlberg, Please Mrs Butler, Puffin, 1984.

Reina de la noche

Son los días de Carnal contra Cuaresma, tocan vestidos, extremos y vestidos extremos. Para los barbados como yo, Tinos Casales, Locomías y reinas de la noche. En este enlace una breve reseña (en catalán) de la obra Opera for Kids; aquí Diana Damrau espectacularmente verde y coronada.

«Rolf & Flor en el círculo polar», en Los conciertos de Radio 3

Leo para

Me gusta cuando un libro, de paso que nos leemos, me devuelve imágenes de lo que hago, me provoca y obliga a constatar los límites de lo que sé. Con El vuelo de la familia Knitter, de Guia Risari y Anna Castagnoli (A buen paso), constato hasta qué punto leo para.

Leo para, es decir, con finalidades: aprender, desaprenderme, compartir luego para intentar averiguar si las sensaciones son similares en otros lectores. Pero sobre todo leo para en otro sentido más personal: leo para mis hijos. Para leerles luego, para leer con ellos, coleer con ellos.

Así, a veces creo que un libro me distancia, no me atrapa, y sin embargo quizá es solo que preveo que no me funcionará bien en esa colectura. Últimamente me atrevo poco a afirmar lo grande, a hablar de calidad, a recomendar siquiera. En fin, atreverse… Es menos peliculero: me apetece poco; no es tanto valentía o no como sintonía o no. Y en cambio me interesa mucho observar la realidad de la lectura, con sus subjetividades y rasgos puramente personales, en sus circunstancias. Ese para tan concreto.

Es curioso, porque también da juego, un juego propio. Sin apenas darme cuenta empiezo descartando El vuelo por unas páginas iniciales de mucho texto, vale decir aquí: más texto del que en la práctica real me funciona. Y entonces El vuelo se calla y deja hablar a las imágenes durante tres páginas dobles sin texto, pero perfectamente expresivas. ¿Sé más flexible, me dicen? Creo que no. Me dicen, y esto me gusta: hay tardes de mucha palabra y vuelo corto, días sin palabras de solo volar. Desde el propio interior de la historia me sonríen y me dan la mano.

El libro nos funciona y llega para quedarse, y quiero que el tiempo nos dé para concebir nuestras propias islas-paraíso, más en estos tiempos de suelo tambaleante. Quizá hasta aquí no he dicho nada de El vuelo. Me importa poco. En nuestro leo-para ha llegado para quedarse, y eso sí me importa mucho y me vale la pena compartirlo.

Soñé

Soñé que era un banco de una plaza, en el que dejar y recoger anónimamente. Soñé que, más o menos así me llegaba, de la mano amable del autor, una propuesta de una editorial que muchos admiramos públicamente. El libro recoge sueños de niños, en su letra y con sus dibujos, sin más edición que la selección entre la multitud de materiales recopilados y la transcripción al pie para letras difíciles o accesos de pereza. Se abre Oaxaca por donde se abra, en esta ocasión por el número 93 y nos cuenta Daira, de 9 años:

Un día soñé una pesadilla.
En la escuela estaban jugando mis compañeros en la cancha y de pronto salió una bruja que nos quería quitar un poco de sangre a todos los niños. Luego de un rato se durmió de tanto buscarnos. Luego, todos hicimos una máquina que hacía portales. Entonces creamos un portal que la llevó a Júpiter, y por la falta de oxígeno la bruja murió.

Soñé que dejaba ese libro en la mesa de casa, con otras propuestas, para mis hijos y para quien pase. Como cuando armas una mesa de cuentos ante una aula, hay libros que necesitan que los presentes y otros de quien todo el mundo quiere ser amigo, porque brillan.

No soñé –como todo lo de antes, esto pasó– que la mayor de casa, ahora de 11 años, lo cogió media hora larga, sueño a sueño. Por su formación muy pronto le interesó casi más el dibujo que la narración; y como en ese campo le han exigido mucho, se admiraba del bajo nivel de ilustración algunos de su edad (su franqueza y dureza puede ser muy dura y muy franca), pero no lo soltaba. Había comunicación entre ellos y ella.

No lo soñé, esto también pasó, que una maestra muy ilusionada con el proyecto del año que viene se pidió el libro con tiempo, porque vamos a hacer uno, haremos nuestro propio libro de sueños. Y yo ya ansío que el curso que viene llegue y pase y el plan se pueda tocar en letra, dibujo y papel.

Lo voy a seguir dejando en la mesa y que sigan pasando cosas al impulso de los sueños.

  • Cosas que han pasado al hilo de Oaxaca, Media Vaca (colección Mi hermosa ciudad), 2015, un «libro de sueños» en el que «hay 99 sueños escritos y dibujados por niñas y niños oaxaqueños en los hogares, escuelas y bibliotecas de Oaxaca de Juárez, México, recolectados por Roger Omar». ISBN 978-84-943625-5-2.

Carbonerillo condujo a Caballito Loco…

Dos páginas casi al azar de una vieja edición de Lumen, que, muy acertadamente, se llamó «Grandes autores para niños». Ana María Matute lo era:

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  • Ana María Matute, Caballito Loco. Carnavalito. Lumen, 1962. Ilustraciones de Marcel.

La gente arrojó al fuego la corona del rey

Hoy, una nota más personal que de costumbre. Uno escribe con intención, claro, incluso con intención política; en su sentido genuino, como en su sentido último, la política no debería ser ajena a los niños, pues trata simplemente de cómo gobernarse mejor en una colectividad. Y de forma muy acertada, de hecho, en muchas aulas se trata con cuidado la resolución de conflictos en todas sus fases, desde el planteamiento a la negociación, resolución y seguimiento. Educar (lo sepan o no los ministros del ramo) es educar para la vida, no para la competitividad económica. También escribir para los pequeños debería serlo: para su vida.

De 'A partes iguales'. Texto de Darabuc, a partir de un cuento tradicional español. Ilustraciones de Lina Zutaute. OQO, 2012

De ‘A partes iguales’. Texto de Darabuc, a partir de un cuento tradicional español. Ilustraciones de Lina Zutaute. OQO, 2012

No escribí A partes iguales (más propiamente: no me propuse adaptar a mi gusto el cuento de la tradición popular) porque España fuera el paraíso de la igualdad social y económica, pero en los cinco años que han pasado, nuestros indicadores han empeorado mucho más. El rey del cuento era injusto, mentiroso y cruel; el nuestro, cada cuál lo valore. En los extremos, nos ensalzaron mucho su papel tras el golpe de estado, pero en los últimos años, han destacado bastante más las meteduras y aun rompeduras de pata. Es lamentable que le suceda su tercer hijo, con prioridad por ser varón; y luego aún nos piden que demos a la Constitución valor de Biblia… También es de lamentar que nunca hayamos podido elegir como presidenta a una mujer; pero es que de haberlo podido hacer, en el actual sistema de partidos, tan anquilosado y mediocre, el que aquí suscribe dista de considerar a las candidatas que se han podido acercar a la meta (Aguirres o Sáenz de Santamarías, Valencianos o Chacones, a su gusto) como la persona más sabia y bondadosa del país. Siempre con interrogantes (hasta en el título, como en ¿Tres han de ser?) queda mucho por hacer, mucho por escribir.

‘Noche negra’, de María Jesús Jabato

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Terraza del café de la Place du Forum en Arlés, por la noche. Vincent van Gogh

Terraza del café de la Place du Forum en Arlés, por la noche. Vincent van Gogh

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Noche negra

Noche negra, noche oscura,
rumia y rumia con sus dientes
el camión de la basura
y me despierta
cuando traga los restos
de mi merienda.

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  • María Jesús Jabato, Gorigori. Premio de poesía para niños Ciudad de Orihuela 2013. Faktoría K de Libros, 2014. (Imagen de Wikipedia.)
  • Gorigori propone 48 poemas, de resonancia y métrica básicamente popular (sobre todo, romances octosílabos, alguno hexasílabo, y cuartetas arromanzadas de 7+5 o variaciones sobre esta base), por lo común breves y de tono lírico (más que humorístico, como el citado), a partir de grandes obras de la historia de la pintura (algunas de las cuales se reproducen junto al poema).

‘Negros y blancos’, de David McKee

«Hace ya mucho tiempo, todos los elefantes del mundo eran negros o blancos. Amaban a los demás animales, pero se odiaban entre sí, así que ambos grupos se mantenían apartados: los negros vivían a un lado de la jungla, y los blancos, en el lado opuesto. Un día, los elefantes negros decidieron matar a todos los elefantes blancos, y los elefantes blancos decidieron matar a todos los elefantes negros. Los elefantes negros y blancos que querían la paz se internaron en lo más profundo de la selva. Y nunca más se les volvió a ver. Comenzó la batalla…»

Con esta parquedad narrativa y una gran claridad visual, trufada de paralelismos, McKee invita a reflexionar sobre la guerra, sobre los conflictos en general y, más importante aún, sobre la necesidad de no olvidar el pasado, de modo que no repitamos los errores.

(Pulsad para ampliar.)

Con la potencia de las fábulas de origen, que Kipling narró tan bien, descubrimos por qué los elefantes son grises. Pero ¿nos libra eso de la guerra, en el presente? No, porque «desde hace algún tiempo… los elefantes de orejas pequeñas y los elefantes de orejas grandes se miran unos a otros de forma un tanto extraña e inquietante». El cuento acaba así, para que no perdamos de vista la inquietud que —según parece invitarnos a pensar el autor, lejos del mito del «buen salvaje»— nos permitirá contener la violencia.

  • David McKee, Negros y blancos (Tusk, Tusk). Traducción de Juan Ramón Azaola. Anaya, Madrid, 2008. ISBN 978-84-667-7646-2.
  • Reseña publicada primero en la Revista Babar.

Riqueza y pulcritud (a propósito de Gracia Iglesias)

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Pulsad para ampliar. Ilustración de Francesca Assirelli

Las páginas iniciales de una novela son cruciales; en un cuento infantil, las primeras líneas. Este texto de Gracia Iglesias me hace pensar en riqueza y pulcritud. Mirémoslo como requisitos divergentes: muchos textos aspiran a la riqueza de matices (a lo «poético», se suele decir) y se pierden en los laberintos de la retórica, la pedantería, la cursilería o el distanciamiento excesivo, si no mueren en el infantilismo, que es lo peor. En el camino de la pulcritud, muchos textos se quedan sin la riqueza mínima que necesita un texto literario y, salvo que la ilustración los enriquezca, no aportan. En mi opinión personal —¿cómo se objetiva esto?—, la propuesta de Gracia supera el listón con comodidad e invita a pasar página como cabe pedirle a una primera página.

De Gracia Iglesias no os perdáis también las Memorias de un saltamontes.

  • Gracia Iglesias, El dragón de la chimenea. Ilustrado por Francesca Assirelli. Editorial Pintar-Pintar, 2014. Más información del editor.

Ausencias

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… Una mañana, Tomás llenó el cuenco de leche y Mikos no acudió. Tomás se fue al colegio y Mikos no le acompañó hasta la esquina o dos casas más lejos. Por la tarde, Tomás jugó al fútbol con sus amigos y no estuvo para contar los goles. Tomás atravesó el parque para contemplar los trenes en el terraplén y ningún gato negro se sentó a su lado parpadeando con sus enormes ojos amarillos.

Tomás corrió de un lado a otro buscando y llamando a gritos a su amigo. Pero la búsqueda y los gritos no sirvieron de nada.

Un vecino, el señor Brake, dijo …

  • Jurij Brězan, El gato Mikos. Ilustraciones de Květa Pacovská. Traducción del alemán por José A. Santiago Tagle. SM, Madrid, 1993.

‘Amaranta en Venecia’, de Javier Izcue Argandoña, ilustrado por Dinah Salama

Hay pocas propuestas refrescantes en el campo de la poesía para niños: Amaranta en Venecia lo es.

Primero, por la coherencia del conjunto para crear un libro con capacidad narrativa, además de poética. Es algo cada vez más frecuente, entiendo, que el libro tenga sentido como tal, más que como simple recopilatorio de poemas aislados, y me parece una evolución positiva, propia de una concepción literaria, no «infantil».

Pero sobre todo, porque Javier Izcue busca otro tono, distinto de los ritmos y los juegos habituales. Mucho más prosaico, más asociado a la ingeniosidad natural de los niños, y en parte a las poéticas de vanguardia. Esto es muy infrecuente, creo. Y aquí, creo que se hace con acierto. Aunque no haya forma segura de pasar de la impresión subjetiva a una fundamentación razonada, yo lo atribuyo a la compensación narrativa, a la elaboración de un personaje con una forma de pensar propia, a un uso eficaz del verso libre y a los elementos puntuales de ritmo y rima.

Otro factor relevante es una propuesta estética, de Dinah Salama, también alejada de lo habitual. Esto no es novedoso en sí: tanto Kalandraka como el entorno más o menos relacionado con Antonio Ventura (Anaya, El jinete azul, Los cuatro azules) han aportado mucho al respecto. Pero vuelve a ser positivo porque recuerda que, o hablamos de creatividad, o no hablamos de nada.

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  • Javier Izcue Argandoña, Amaranta en Venecia. Premio El Príncipe Preguntón. Ilustraciones de Dinah Salama. Diputación de Granada, Granada, 2013. 978-84-7807-079-4.

‘Muros’, de Agustín Fernández Paz

Muros, de Agustín Fernández Paz, es una novela sobre un tema complejo, actual y trascendente, presentada para poco más que primeros lectores, a partir de unos siete años. Habla del gueto y —según queda quizá más claro en el título original, Valados— de vallas como las que persiguen separar la Europa rica del África pobre.

Xan López Domínguez

Xan López Domínguez (imagen de la edición de editorial Cruïlla)

La opción social de la novela es neta: importan las personas, no la guerra entre bloques. De hecho, el proceso del gueto apenas se explica, simplemente pasa, llega a la vida de los niños protagonistas. El lenguaje no puede ser más distante del oficial, que nos habla de «defensa» contra una «invasión» y el «asalto» de «masas» organizadas por «mafias». No, aquí tenemos a personas. A dos niños, uno de cada sexo, uno de cada color, que se han hecho amigos. Se encontrarán separados por una desconfianza creciente, una valla, un muro, soldados. E irán buscando soluciones para no renunciar: manos entre la valla, aviones de papel sobre la muralla, cometas que acabarán llenando el cielo en ambos lados…

Me resulta difícil, buscando la perspectiva del lector crítico, saber dónde comienza la novela eficaz y dónde acaban las buenas intenciones. El aire contenido, la repetición de los lazos de unión personales y la búsqueda de nuevas formas de contacto cuando se prohíben las anteriores, el tono poético y dolido, funcionarán mejor, supongo, con la intervención de un mediador atento.

Xan López Domínguez, por otro lado, acierta a transmitir bien las emociones (las discusiones en la sociedad, la cerrazón de los soldados) y deja algunas imágenes memorables, a mi entender, como la de la extensión de la valla o la del fantasma que erigía muros para separar, muros invisibles, como el que separó a la niña de sus padres, partidarios del gueto.

Xan López Domínguez

Xan López Domínguez

  • Agustín Fernández Paz, Muros. Traducción de Valados por Isabel Soto. Ilustraciones de Xan López Domínguez. SM, Madrid, 2010. 978-84-675-4021-5.

‘Hávalas, hávalas, hala’

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¡Hávalas, hávalas, hala,
hava la frol y la gala!

Allá arriba, arriba,
junto a mi llogare,
viera yo serranas
cantar y baxlare,
y entre todas ellas,
mi linda zagala.
¡Hava la frol y la gala!

.

  • hava (o aba, en otras fuentes): ‘mira’. frol: ‘flor’. llogare: ‘lugar, aldea’. baxlare: ‘bailar’.
  • Tomado de Margit Frenk Alatorre, Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica, siglos XV a XVII. Colegio de México-FCE, 2003. Poema núm. 86, p. 100.

‘La sabana africana’, de Mar Benegas y Guridi

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  • A lo bestia. Poemas de Mar Benegas ilustrados por Guridi. República Kukudrulu, Madrid, 2011. Próxima edición ampliada en Litera, Valencia, 2014.

Ejercicio Nº 3: ¡Peligroso!

Fernando Krahn, 'Bernardo y Canelo', Ediciones Ekaré, Caracas y Barcelona, 2011

¿Caerá o no caerá? Pero sobre todo: ¿verdad que había que probarlo? De Fernando Krahn, Bernardo y Canelo, Ediciones Ekaré, Caracas y Barcelona, 2011

Girotondo di elefanti

Me llegó esta canción de Pier Mario Giovannone, Giua y la Banda Osiris, de un libro-disco de Gallucci, y, aunque no tenga ninguna relación evidente con la Navidad, salvo quizá el aire festivo, me gustó para felicitaros las fiestas y desearos lo mejor, de corazón, para el año próximo.

El deán y el brujo (del Conde Lucanor)

En Santiago de Compostela había un deán deseoso de aprender el arte de la magia. Oyó decir que don Illán de Toledo la sabía mejor que nadie, y fue a Toledo a buscarlo.

El día que llegó se dirigió a la casa de don Illán y lo encontró leyendo en una habitación apartada. El mago le recibió con bondad y le dijo que ya le explicaría el motivo de su visita después de comer. Le señaló un alojamiento muy fresco y le dijo que le alegraba mucho su venida. Después de comer, el deán le refirió la razón de aquella visita y le rogó que le enseñara la ciencia mágica. Don Illán le dijo que adivinaba que era deán, hombre de buena posición y buen por­venir, y que temía ser olvidado luego por él. El deán le prometió, juró y perjuró que nunca olvidaría aquella merced, y que estaría siempre a sus órdenes. Ya resuelto este asunto, explicó don Illán que las artes mágicas no se podían aprender sino en sitio adecuado, y tomándolo por la mano lo llevó a una estancia contigua, en cuyo suelo se veía una gran argolla de hierro. Antes, el mago le encargó a la sirvienta que preparase perdices para la cena, pero que no las pusiera a asar hasta que él se lo mandara. Levantaron la argolla entre él y el deán y descendieron por una escalera de piedra bien labrada, hasta que al deán le pareció que habían bajado tanto que el lecho del Tajo estaba sobre ellos. Al pie de la escalera había una celda y luego una biblioteca y después una especie de gabinete con instrumentos mági­cos. Revisaron ciertos libros, y en eso estaban cuando entraron dos hombres con una carta para el deán, escrita en Santiago por el obispo, su tío, en la que le hacía saber que estaba muy enfermo y que, si quería encontrarlo vivo, no se demorase en regresar. Al deán lo con­trariaron mucho estas nuevas, tanto por la dolencia de su pariente como por tener que interrumpir los estudios. Optó por escribir una disculpa y la mandó al obispo, pero a los tres días llegaron unos hom­bres de luto con otras cartas para el deán, en las que se leía que el obispo había fallecido, que estaban eligiendo sucesor, y que todos esperaban, por la gracia de Dios, poder elegirlo a él. Decían también que no se molestara en venir, pues parecía mucho mejor que lo eli­gieran en su ausencia.

A los diez días vinieron dos escuderos muy bien vestidos, que se arrojaron a sus pies, besaron sus manos y le saludaron como a obispo. Cuando don Illán vio estas cosas, se dirigió con mucha alegría al nuevo prelado y le dijo que agradecía al Señor que tan buenas nuevas llega­ran a su casa. Luego le pidió el deanato vacante para uno de sus hijos. El nuevo obispo le hizo saber que había reservado ese puesto para su propio hermano, pero que había determinado favorecerlo y le instó a que partiesen juntos para Santiago.

Fueron, pues, los tres para Santiago, donde los recibieron con hono­res. A los seis meses recibió el obispo mandaderos del Papa, que le ofrecía el arzobispado de Tolosa, dejando en sus manos el nombra­miento de sucesor suyo en Santiago. Cuando don Illán supo esto, le recordó la antigua promesa y le pidió ese título para su hijo. El nuevo arzobispo le hizo saber que había reservado el obispado para su propio tío, hermano de su padre, pero que había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Tolosa. Don Illán no tuvo más remedio que asentir.

Fueron para Tolosa los tres, donde los recibieron con honores y misas. A los dos años, recibió el arzobispo mandaderos del Papa, que le ofrecía el capelo de cardenal, dejando en sus manos el nombra­miento de sucesor. Cuando don Illán supo esto, le recordó la antigua promesa y le pidió ese título para su hijo. Pero el nuevo cardenal le hizo saber que había reservado el arzobispado para su propio tío, hermano de su madre, aunque había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Roma. Don Illán no tuvo más remedio que asentir.

Fueron para Roma los tres, donde los recibieron con honores y misas y procesiones. A los cuatro años murió el Papa y nuestro car­denal fue elegido para el papado por todos los demás. Cuando don Illán supo esto, besó los pies de Su Santidad, le recordó la antigua promesa y le pidió el cardenalato para su hijo. El Papa lo amenazó con la cárcel, diciéndole que bien sabía él que no era más que un brujo y que en Toledo había sido profesor de artes mágicas. El pobre don Illán dijo que iba a volver a España y le pidió algo para comer durante el camino. El Papa no accedió. Entonces don Illán (cuyo rostro se había remozado de un modo extraño) dijo con una voz sin temblor

—Pues tendré que comerme las perdices que para esta noche en­cargué.

Entonces, la sirvienta se presentó y don Illán le dijo que las asara. A estas palabras, el Papa se halló en la celda subterránea en Toledo, solamente deán de Santiago, y tan avergonzado de su ingratitud que no atinaba a disculparse. Don Illán dijo que bastaba con esta prueba, le negó su parte de las perdices y lo acompañó hasta la calle, donde le deseó feliz viaje y lo despidió con gran cortesía.

  • Publicado como «El brujo de Toledo», con modernización de autor desconocido, en un viejo Joyas del cuento español, de Selecciones, 1964.

El árbol de los relojes (Pepe Serrano)

EL ÁRBOL DE LOS RELOJES

En el jardín del relojero había un árbol que daba relojes.
Lo regaba puntualmente cada mañana y, por supuesto, le llevaba su tiempo.
Pero merecía la pena porque al llegar el verano se llenaba de frutos, cada uno diferente a los demás: relojes de cuco, de arena, digitales, cronómetros… Incluso una noche brotó un reloj de sol.
Los días en que el viento movía las ramas todo el jardín se cubría de tic-tacs que, empujados por el aire, alcanzaban la casa y se colaban por el agujero de la cerradura o por el hueco de la chimenea, inundando las habitaciones de minutos perdidos.
Su copa era alta y espigada, y siempre estaba repleta de nidos. Todos los pájaros querían construirlos allí puesto que, de esta manera, podían saber a ciencia cierta cuántas horas quedaban para que nacieran sus esperados polluelos.
Era un árbol frondoso, de hojas alargadas, y muy exacto. Sólo se retrasaba un poco en primavera, debido a que las revoltosas alas de las mariposas terminaban por mover las saetas.
En el momento en que los frutos estaban maduros (hacia las ocho y veinticinco de la tarde) caían del árbol, casi siempre sobre la muñeca de algún señor con prisa.

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Ilustración de Mar Villar

 

  • Pepe Serrano, Cocina rápida para tortugas. Ilustraciones de Mar Villar. Ediciones Nalvay, Zaragoza, 2010.
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Presentación y taller de Gustavo Roldán en Abracadabra (30 nov)

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Una nueva película de Pinocho, basada en ilustraciones de Mattotti

‘El libro rojo’, de Barbara Lehman

Los libros sin palabras tienen una dificultad especial, y por ello mismo, cuando funcionan, transmiten algo especial. El libro rojo, de Barbara Lehman, me parece un buen ejemplo. Con una línea de ilustración especialmente clara, parte del concepto del libro como puerta a un mundo mágico (o quizá de la idea de «meterse en la lectura») y lo desarrolla con la conexión de dos niños que, desde lugares muy distintos, usan un mismo «libro rojo», hallado al azar, como ventana de acceso a un mundo compartido. Importa señalar que la transmisión del sentido a los pequeños lectores es inmediata, y no abstracta; en un primer nivel, es una aventura que funciona sola, sin problemas.

darabuc-The-Red-Book_02Como ocurre a menudo con los libros sin palabras, resulta bastante más complicado de explicar que de ver y aún quedan sin decir múltiples sugerencias (como la complejidad de niveles de la imagen superior). Pero confío en que baste para que no os lo perdáis; os lo recomiendo vivamente, a partir de unos 4 años.

‘Deveribés’, de Mamá Cabra

darabuc-mama-cabra-260-2La música infantil, como el teatro infantil, tiene una doble vía de valoración: además de la propiamente crítica y analítica, y de situación en un contexto de historia del género, tiene la del uso inmediato con su público (que también es juez, sea consciente o no).

Yo no soy crítico musical ni conozco a fondo el panorama de la música infantil actual; en eso, lo que me atrevería a decir es que el aire de Deveribés, de Mamá Cabra (Sueños del Gatipedro) me parece bailongo y de orquestación relativamente moderna y agradable.

En el campo del uso, sin embargo, donde sí puedo hablar, constato que en casa el disco ha sido todo un éxito: sin ninguna mediación, me pedían las canciones repetidas y bailoteaban o marcaban el compás. Son propuestas de letra muy asequible (a menudo, incluso simple), que parecen muy útiles como canciones de aula (una pequeña parte es directamente pedagógica, sobre el consumo de fruta o el cruce de la calle) y de fiesta infantil o escolar. En algunos puntos, por la capacidad de convocatoria, me recuerda sobre todo a un Xesco Boix con más armas que la guitarra.

Añadiría una duda personal. «Yo tengo un gallo» consta como letra y música de Gloria Mosquera Roal, pero recuerda mucho una canción popular en Cataluña, «Tenia un gall», que yo conozco por el grupo Ara va de bo, en el disco Uni dori (aquí consta como popularizada). Tanto si es una versión de esta canción como si son dos versiones de una fuente común, popular o de autor, que yo no sé precisar, habría preferido encontrar una mención al hecho de que el esqueleto de la canción es ajeno. En fin, en el campo de los cuentos populares, me pasó a mí mismo con la Sopa de nada, nacida de la tradición narrativa de la «sopa de piedras»; a falta de identificar un tronco que uniera con claridad las varias ramas, no mencioné el origen popular, y algún amigo me señaló que esto, aun sin pretenderlo, podía generar confusión.

Para echarle un oído fácilmente, Deveribés está disponible en Spotify; en casa nos queda echarle un vistazo al canal de YouTube, que promete divulgar coreografías.

‘El tiburón’, de Enrique Cordero Seva, ilustración de Ester García

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La mar chalada, de Enrique Cordero, es un libro temático, de tono en general lúdico, con especial afición a los juegos de palabras. Lo recomendaría a partir de unos seis años, aunque el grado de dificultad es bastante variable (en cuanto al uso escolar, algunos poemas convendrían fácilmente en la ESO). En casa nos ha gustado y al hilo de uno de los poemas, M., de ocho años, se puso en seguida a inventar posibilidades de peces-oficio. Las ilustraciones de Ester García suavizan la relativa dificultad lingüística del conjunto con un estilo también lúdico, pero nada desbordado, que ante todo facilita la comprensión de los poemas. 

  • Enrique Cordero Seva, La mar chalada. Ilustraciones de Ester García. Edelvives, Zaragoza, 2013. ISBN 978-84-263-8689-2.

‘La suerte de las aves’, de Margarita Souviron López, premio El Príncipe Preguntón

Me llega la nota de prensa del premio de poesía para niños El Príncipe Preguntón, ya en su séptima convocatoria. Con mi enhorabuena a Margarita Souviron, os la copio:

VII Premio de Poesía para Niños El Príncipe Preguntón

FALLO DEL JURADO

El día 6 de septiembre de 2013 se reunió en el Palacio de los Condes de Gabia el jurado del VII Premio de Poesía para Niños El Príncipe Preguntón, que convoca la Diputación de Granada. Tras el debate, en el que se puso de relieve la alta participación en el concurso, que se mantiene año tras año, se acordó por unanimidad otorgar el premio a Margarita Souvirón López, por su libro La suerte de las aves.

LA OBRA

La obra está basada en características reales de una variedad de aves, y se expresa mediante un lenguaje abundante en referencias a la cultura popular y a la literaria. El jurado destaca en ella su rigor formal; el medio centenar de sonetos que la componen demuestra que este no está reñido con la claridad expresiva, lo que permite ahondar en el conocimiento tanto del lenguaje poético como del mundo natural.

LA AUTORA

Margarita Souviron  (Málaga, 1962) es médico y escritora. Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Málaga, desde hace años combina con la escritura su trabajo como especialista en homeopatía, nutrición y drogodependencias. Ha cursado estudios literarios de poesía, narrativa y teatro en la Universidad Complutense, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y en la Universidad de Málaga.

Escribe poesía para adultos y para niños. Es miembro activo en el ámbito literario malagueño, colaboradora habitual en medios de comunicación e imparte conferencias sobre poesía y otros temas relacionados con las humanidades.

Hasta la fecha ha publicado, además de poemas en antologías, revistas digitales y libros colectivos, los libros de poesía La palabra que nombra (2007) y Azul y canela (2008), y ha obtenido los premios Voces Nuevas, de poesía (2005) y Librería Luces, de microrrelatos (2013).

EL PREMIO

El Premio de Poesía para Niños El Príncipe Preguntón fue creado por la Diputación de Granada en el año 2007 como apoyo a la creación literaria y al fomento de la lectura entre los niños. Está dotado con tres mil euros y con la publicación de la obra ganadora en la colección infantil ilustrada El Príncipe Preguntón, dentro del catálogo de Publicaciones de Área de Cultura.

En las anteriores ediciones el premio recayó en María Rosal, por su obra Conjuros y otras brujerías; María Jesús Jabato, por Domingo de pipiripingo; Pedro Mañas Romero, por Poemas para leer antes de leer; Ignacio Sanz, por Picasso me pica; Juan Nieto Marín, por El paso desordenado del corazón; y Javier Izcue Argandoña, por Amaranta en Venecia.

El nombre del premio toma el de un personaje una pieza de títeres de Federico García Lorca La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón. Fue el día de Reyes de 1923 cuando esta pieza se escenificó en la fiesta para niños que organizó García Lorca en su casa de Granada, en unión de Manuel de Falla, quien preparó la música y tocó el piano, con decoraciones y muñecos de Hermenegildo Lanz.

Zarzabuca

.
Zarzabuca,
de rabo de cuca
de cucandar,
que ni sabe arar,
ni pan comer;
vete a esconder
detrás de la puerta de San Miguel.
.

‘La reina de las ranas’, de Davide Cali y Marco Somà

darabuc-La reina de las ranas

Me ha gustado La reina de las ranas (no puede mojarse los pies), de Davide Cali y Marco Somà, como adaptación amable del cuento clásico. La ilustración, de personajes humanizados, como la historia invita a hacer, abunda en detalles sin perder un tono mesurado y de colores suaves. El texto reelabora el cuento en una variante que se aleja de algunas posibilidades del original, como son lo brusco y lo grotesco. También se aleja (sobre esto valdría la pena pensar, creo, y más en un libro de origen portugués) de las posibilidades políticas de la historia, que hoy son muchas y muy idóneas. Pero esto no lo pretenden los autores y entiendo que la línea elegida la desarrollan con riqueza y acierto, y en cuanto a posibles usos para la reflexión moral (implícita en tanta fábula), diría que es un buen álbum para determinados conflictos de patio.

Talleres de ilustración y escritura para niños (Valladolid, 1 de mayo, gratuitos)

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Presentación de ‘Cuando Óscar se escapó de la cárcel’, de Roberto Aliaga

Roberto Aliaga

Tráiler de ‘Mi abuela no es la de antes’, álbum sobre el alzhéimer

‘La sombra de la aventura’ (Tintín, visto por Milimbo)

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De esta galería de El País, que acompaña esta nota, a la que llego por vía de Aitana Carrasco, que también participa en la misma exposición.

Vídeo de Oliver Jeffers sobre sí mismo (en inglés, con un punto de humor)

Oliver Jeffers Author Video 2013, del canal de Oliver Jeffers en Vimeo.

María Elena Walsh, «Nunca me interesó ponerme en el papel de madre»

Encontraréis más vídeos de este reportaje en el estupendo blog de Alejandra Moglia, La memoria y el sol.

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Presentación de ‘La vela que no se apagaba’ en Abracadabra

La vela

‘Abrapalabra’, de Ángel González de la Aleja, X premio Luna de Aire

¡Enhorabuena al ganador! Extracto la nota de la UCLM (aquí, la fuente completa):

El escritor Ángel González de la Aleja, bajo el seudónimo de Seapuko, ha sido premiado por su obra Abrapalabra en la X edición de los premios de poesía infantil ‘Luna de Aire’. Esta publicación ha sido seleccionada entre las 139 presentadas procedentes de Europa, Estados Unidos e Iberoamérica. … Su ritmo variado, su acertada temática y el gran oficio mostrado por el autor han dado a la misma el voto a favor, por unanimidad, de un jurado presidido por la vicerrectora de Cultura y Extensión Universitaria, María Ángeles Zurilla, y del que han formado parte la editora y coordinadora de la Fundación SM, María Jesús Gil; el vicegerente del Campus de Cuenca, Carlos Julián Martínez; el director de la Real Academia Conquense de Letras, José Ángel García; el catedrático de la UCLM y director del CEPLI, Pedro Cerrillo; y los profesores de la Universidad regional Carmen Utanda y Ángel Luján. … El premio ‘Luna de Aire’ es el más antiguo de los que se conceden en España a libros de poesía infantil y el segundo mejor dotado, con 2.000 euros para el autor ganador y la edición ilustrada de la obra en la colección del mismo nombre. Ilustración que, en esta edición será realizara por Julio Serrano, licenciado en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad regional y colaborador de la revista El Jueves.

Vídeo de narración de ‘Ahora no, Bernardo’, de David McKee

He encontrado este vídeo donde un psicólogo cuenta y muestra el provocador Ahora no, Bernardo, de David McKee. Me interesan distintos aspectos. Uno, la propia narración: sin intención de ofender, diría que el narrador no tiene especial gracia y eso, en sí, le concede la gracia especial que tiene cualquiera por el mero hecho de atreverse a contar. Hay una diferencia clara entre el narrador profesional y el aficionado, que no debe confundirse; pero animarse sin complejos es sano, útil y particularmente bonito en lo que aporta a la relación familiar (y a veces, con conciencia de los límites, en la relación social). Otro, el cuento como tal, construido con gran eficacia textual y visual y capaz en efecto de despertar muchas preguntas entre los adultos y un buen diálogo con los pequeños. Y, por último, tengo una vinculación personal con la historia, dado que fui el responsable (en este caso: tuve la suerte) de traducir la edición usada aquí, bilingüe español-inglés con texto simplificado.

La mejor literatura infantil y juvenil de 2012, en Babelia

El blog de Babelia publica una lista de títulos seleccionados como lo mejor de la LIJ de 2012, en tres categorías: álbum ilustrado, primeros lectores y lectores jóvenes. La diferencia de raíz con otras listas del estilo, más o menos afortunadas, es que no responde a una selección individual, sino que «una treintena de investigadores de literatura infantil y juvenil, libreros, animadores a la lectura, profesores y blogueros (…) han elegido en tres categorías los mejores libros del sector en 2012». Me alegra que Babelia se haya hecho eco de la queja de Pep Bruno, porque la ausencia de la LIJ en el suplemento era escandalosa y, cuando aparecía, solía reducirse a Laura Gallego, otros superventas y una lista de premios del año. Si el resultado de este sistema de selección es razonable o no, lo dejo a vuestro criterio; yo soy uno de los treinta consultados, y por un lado lo agradezco, y por el otro, me gustará saber vuestra opinión (aunque los resultados conjuntos, lógicamente, no son los míos, sino los derivados de la suma de votos, en álbum e infantil no tengo gran queja; en juvenil, me abstuve, por no haber leído suficiente número de títulos publicados este 2012).

‘Bruno, la oveja sin suerte’, de Sylvain Victor

BrunoDe ‘Bruno, la oveja sin suerte’, de Sylvain Victor, me gusta mucho la manera en que se cruzan las dos historias: lo que Bruno piensa y lo que en realidad le ocurre. En conjunto, se narra una historia de las que hace pensar, pero también sonreír, en la que los niños disfrutan descubriendo la contradicción y el sentido último del todo. En casa nos ha servido igualmente para hablar del tema que anuncia su título: la sensación de si uno tiene menos o más suerte que los demás (p. ej. de la clase).