Muros, de Agustín Fernández Paz, es una novela sobre un tema complejo, actual y trascendente, presentada para poco más que primeros lectores, a partir de unos siete años. Habla del gueto y —según queda quizá más claro en el título original, Valados— de vallas como las que persiguen separar la Europa rica del África pobre.
La opción social de la novela es neta: importan las personas, no la guerra entre bloques. De hecho, el proceso del gueto apenas se explica, simplemente pasa, llega a la vida de los niños protagonistas. El lenguaje no puede ser más distante del oficial, que nos habla de «defensa» contra una «invasión» y el «asalto» de «masas» organizadas por «mafias». No, aquí tenemos a personas. A dos niños, uno de cada sexo, uno de cada color, que se han hecho amigos. Se encontrarán separados por una desconfianza creciente, una valla, un muro, soldados. E irán buscando soluciones para no renunciar: manos entre la valla, aviones de papel sobre la muralla, cometas que acabarán llenando el cielo en ambos lados…
Me resulta difícil, buscando la perspectiva del lector crítico, saber dónde comienza la novela eficaz y dónde acaban las buenas intenciones. El aire contenido, la repetición de los lazos de unión personales y la búsqueda de nuevas formas de contacto cuando se prohíben las anteriores, el tono poético y dolido, funcionarán mejor, supongo, con la intervención de un mediador atento.
Xan López Domínguez, por otro lado, acierta a transmitir bien las emociones (las discusiones en la sociedad, la cerrazón de los soldados) y deja algunas imágenes memorables, a mi entender, como la de la extensión de la valla o la del fantasma que erigía muros para separar, muros invisibles, como el que separó a la niña de sus padres, partidarios del gueto.
- Agustín Fernández Paz, Muros. Traducción de Valados por Isabel Soto. Ilustraciones de Xan López Domínguez. SM, Madrid, 2010. 978-84-675-4021-5.