Literatura fantástica, libertad y torpeza

Las últimas novelas fantásticas de ambientación medievalizante que he leído me han gustado poco o nada, pese a que admiro a Tolkien y lo releo casi cada año. O quizá no «pese a que admiro a Tolkien», sino más bien «porque lo admiro». Lo considero un maestro que —a diferencia de muchos continuadores— no comete la torpeza de lanzar los fuegos artificiales contra el sol de la mañana.

En una de esas novelas, la página 10 amanece con una niña asesinada. En otra, el (supuesto) clímax corre a manos de una niña asesina. No tengo nada en contra ni a favor de esos personajes, porque en la literatura cabe todo lo que puede caber en la vida y, con la brutal historia del siglo XX a las espaldas y toda la imaginación cinematográfica de la violencia, no es que vaya a asustar a nadie (entre los lectores jóvenes o adultos). Pero me siento inclinado a recordar que el mero hecho de usarlos no concede valor a una novela. No la hace más «valiente» ni más «libre»; tampoco más eficaz.

Me interesa poco desmentir calificativos de márketing barato, así que abundaré solo en lo último: en la eficacia narrativa. Las páginas que peor me lo han hecho pasar entre mis lecturas recientes son las iniciales de La perla, de John Steinbeck, mientras el escorpión baja hacia la cuna: esa amenaza lentamente madurada me provocaba todo un nudo en la garganta, que luego la novela confirma, multiplica y hace explotar. Los últimos niños asesinos que he leído, por el contrario, igual que el arrancar brazos o cortar cabezas sin parar, me han acabado recordando más a Chucky que a Tolkien o a Steinbeck (cuando no me hacían bostezar). Solo que Chucky pretende hacer reír y estas novelas querían impresionar y emocionar al lector, de forma que solo sabría calificar esa violencia gratuita como una auténtica torpeza literaria: los fuegos artificiales se lanzan de noche y como culminación de la fiesta del día, no al poco de llamar a la puerta del lector, ni cada tres páginas.

La perla, en cambio, es una novela brevísima en la que la muerte pesa como una losa (se la presiente y se la siente) y que consigue una gran fuerza expresiva como metáfora de un mundo desolado. En literatura, la eficacia no depende de matar o no matar, sino de cómo y cuándo se mata; y la lección de los maestros, a mi entender, es clara: una sola muerte bien preparada impresiona y emociona más al lector que cien cabezas cortadas en cien páginas.

13 Respuestas a “Literatura fantástica, libertad y torpeza

  1. Me ha hecho pensar en la analogía con el cine. No acostumbro a ver muchas películas pero intento llenar de vez en cuando el tiempo visionando obras recientes y clásicas. A mí me gusta mucho el cine de terror (y aunque me trago bodrios definitivamente infumables solo por pertenecer a subgéneros que me gustan, me considero mínimamente exigente en cuanto a terror) pero difícilmente el barullo de películas modernas del género me puede impactar. Mucha sangre y pocas nueces, que se diría. No me disgusta la casquería pero tomarla como eje fundamental de la obra la convierte en algo hueco. En cambio, me impresionó mucho el uso de un personaje ‘zombificado’ que hacía Jaques Torneur en «Yo anduve con un zombie», película que trata el tema de los ritos vudú para esclavizar a personas. Sin un rastro de sangre, solo con un tenebroso blanco y negro y una sobriedad que tira de espaldas.

  2. Buenísimo. De acuerdo en todo. Saludos.

  3. Hola, Jan, Germán.

    No es una nota que me entusiasme, porque dibujar uno mismo al «malo» para luego dispararle a gusto es demasiado fácil. Pero tenía un atasco de varias lecturas recientes y pensé que no valía la pena entrar en más detalles y escribir cuatro reseñas dirigidas ante todo al mismo punto. Creo que la analogía con el cine es quizá la más clara y supongo que la más explicativa; si primero hubo influencia del cine en la literatura, ahora quizá empieza a abundar la del mal cine.

    Un abrazo

  4. Hola Darabuc, m’ha agradat molt la teva reflexió perquè just estic «patint» una lluita interna amb mi mateixa al voltant d’una lectura juvenil. Veig que no vols dir noms concrets però és un llibre que m’ha enganxat molt però que alhora em fa molta angúnia aquest fet, ja que l’argument no és més que això: guanya el que en mata més que els altres.
    No tinc molt clar si cal recomanar aquesta mena de llibres, tot i que narrativament enganxi tant.

  5. Hola!

    Trobo que és una qüestió complicada. Si un llibre enganxa, es recomana sol, passa de mà en mà.

    Ara bé, si el llibre té una simple estructura de videojoc i no mostra cap altre valor literari (lingüístic, humà…) que aquest, jo el deixaria a una zona d’ombra: no el recomanaria ni, de fet, en parlaria expressament. Crec que la bona literatura és la que parla de les persones (en totes les situacions, incloses les violentes) d’una forma que ens ajuda a comprendre millor; però quan l’únic ganxo és la violència (o per exemple, la morbositat), deixo que aquests llibres facin el camí que els toqui en la societat en què vivim, sense posar-me per davant (m’atropellarien sense més) però també sense contribuir en res a la seva empenta. La majoria dels lectors llegeix treient ferro, crec jo, de forma que no veig gaire clar que siguin llibres perniciosos, com a vegades es diu; però si tampoc no aporten més que engegar al màxim l’adrenalina, diria que sobren oportunitats de fer-ho i no cal promocionar-les ni desar-les a les biblioteques. Tanmateix, si sé d’un lector a qui agrada aquesta mena d’acció pura i és una persona sana que distingeix perfectament el videojoc de la realitat, tampoc no ocultaria que aquest llibre pot satisfer el que espera.

    No sé si és una resposta massa complexa, però mai no l’he trobat més senzilla. Però els llibres dels que parlava a la nota són diferents (o potser ho sóc jo): no m’han enganxat, sense més, perquè l’abús em semblava mal lligat literàriament; un d’ells ni el vaig acabar i un altre el vaig enllestir per compromís, però el final em va semblar pitjor encara que el que duia llegit. Potser es pot posar l’exemple d’en Tarantino, si acceptem que el que fa no ho pot pair tothom, però està ben fet; d’ell no diria que és violència gratuïta, sinó un estil personal (no apte per tothom); ara bé, una imitació dolenta amb la mateixa dosi de violència, ja mereix, al meu parer, poc més que la foguera.

  6. También de acuerdo en todo.
    Ahora, abusando… pregunto al experto: ¿Qué se hace hoy en día con una novela juvenil de fantasía, literaria que bebe de esas fuentes clásicas (Tolkien, Lewis Carroll, etc.) y en la que hay humor, acción, épica, y violencia por supuesto, pero no muñecos diabólicos? Yo tengo una. ¿Alguna editorial se interesa por este tipo de libros?

    Otra cosa: Muy bonita la entrada ¿Dónde están los animalitos? ¡Maldita sea, no consigo encontrar al hámster! Debo de tener menos de cuatro años… En fin.

    Un abrazo,

  7. esas últimas líneas son muy grandes. Me hacen echar un vistazo atrás y recordar no sólo lo que he leído sino lo que he escrito, y esto me ha hecho ver en cierto modo algunos de los ingredientes que me han hecho valorar más positivamente grandes obras como las de Tolkien, Pratchett o K. Leguin e incluso parte de lo mío.
    No obstante, he de reconocer que por ejemplo la colección del Elfo Oscuro de R.A. Salvatore me cautiva por su acción y sus «cabezas cortadas», jejeje. ¡Aunque también es un placer ver cómo son cortadas!

  8. Hola, Víctor:

    Aunque sea verdad de perogrullo, las editoriales se interesan sobre todo por lo que vende. Tu receta no tiene por qué no vender, así que ¿por qué renunciar a mandárselo a nadie? También puedes buscar un agente literario que haga el trabajo por ti (probablemente, hoy son muchos los que, tras el éxito de la serie Potter y de algunos autores españoles, miran con más atención la literatura juvenil). Dicen que en uno y otro caso (por igual) convienen una carta de presentación mínima y un principio que «atrape al lector» (tópico que uno no sabe bien qué significa y que quizá sea uno de los factores que causan una mortalidad tan elevada en los primerísimos kilómetros de tráfico del libro).

    El hámster está enfrente de los lavabos, bola más, bola menos. Ojos pequeños y algo de morro, pero es camaleónico.

  9. Hola, Onzamono:

    Gracias por tu reflexión. He tomado nota de tu blog para mirarlo con calma que ahora no tengo. No conozco esa colección, así que lo lamento, pero no puedo discrepar, que es lo que más me gusta, jeje.

  10. Veo que Luis Daniel González abordaba hace poco, desde otra perspectiva y con referencias específicas a novelas concretas, facetas semejantes del complejo tema de la violencia en la novela juvenil: Novelas juveniles inquietantes o sociedad inquietante.

  11. Darabuc, el enlace no lleva al artículo, sino al «Calma, tigre. Esta es una página 404 (no encontrada).», ja, ja, qué bueno, sobre todo lo de «no reúna 200$». El enlace es este: http://www.aceprensa.com/articulos/2009/aug/13/novelas-juveniles-inquietantes-o-sociedad-inquietante/.
    Y leyendo el artículo he recordado que hace nada Otis nos puso al tanto de que iban a hacer en Telecinco un Gran Hermano para niños: que van a meter niños dentro de una finca rural y los van a dejar a su suerte. Parece que ya se ha hecho en Inglaterra. La noticia, aquí. ¿Es o no increíble? 😦
    Besos. Ana

  12. Puf, se me olvidaba; La perla es un libro genial; lo cierto es que cuando yo lo leí, lloré la tira, aparte de esa rebelión ante la injusticia que provoca.
    En el terror, no puedo opinar: me aterroriza tanto Hitchcock y su suspense como Viernes 13 y su montón de casquería. Miedica que es una 🙂
    Pero estoy contigo en lo de que una, dos o cien muertes o asesinos no hacen un libro más interesante. Y también con tu respuesta a bertabocado: si a alguien le gustan los libros de acción, intriga y crímenes, tampoco los descalifican para enganchar, creo.
    Un beso.

  13. Muchas gracias, ya lo he corregido.

    Un abrazo

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