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El Cid pide parias al moro (Verde montaña florida)

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Verde montaña florida
el verte me da alegría.

Por las Vegas de Granada    iba el Cid a mediodía
con su caballo Babieco    que al par del viento corría
y doscientos caballeros    que lleva en su compañía.
Diban contando hazañas    cadi cual de sus amigas.
Unos las dejan preñadas,    otros las dejan paridas
y otros las dejan doncellas,    ambas del amor rendidas.
—Ya que todos hais contado    —respondió el Cid ensegui’a—,
ya que todos hais contado,    voy a contarles de la mía.—
Echó la mano en su seno    y sacó a la Virgen María.
—Cata aquí la que yo amo    de noche y también de día,
siempre la tengo conmigo    y la llevo en mi compañía.—
El rey que lo está mirando    de un mirador que tenía:
—Bienvenido seas, el Cid,    buena sea vuestra venida.
Si venís a ganar sueldo,    doblado se vos daría;
si venís a tornear moro    seráis señor en Turquía;
si vos venís a casar,    te casaré con hija mía.
—Yo no vengo a ganar sueldo,    no lo he ganado en la vida,
y tampoco a tornear moro,    que mejor ley es la mía,
tampoco vengo a casarme,    que mi Filumena es viva;
vengo a llevar unas parias    de mi rey en Castilla.
—Ésas no las llevas, el Cid,    qu’él a mí me las debía.
—O las ha de llevar, perro,    o te ha de quitar la vida.
—Habla poco a poco, el Cid,    mansito y con cortesía,
que quizá hay en mis Cortes    quien vuelva por la honra mía.—
El Cid llevaba una espada    que cinco o seis palmos tenía;
cada vez que la bandeaba    hierro con hierro hería;
cada vez que la bandeaba    temblaba la morería.
De tres en tres los mataba,    de seis en seis los enjila.

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  • Fuente: Pan-Hispanic Ballad Project
  • Dos transcripciones con ligeras variantes en Paloma Díaz Mas (ed.), Romancero, Crítica, Barcelona, 1994. En el CD que acompañaba a esta cuidada y completísima edición hay una grabación de 1987, con tambor gomero y chácaras, del grupo Los magos de Chipude, recopilada por Maximiliano Trapero. Verde montaña florida / el verte me da alegría lo canta el grupo como respuesta a cada uno de los versos del romance, entonados por un solista.